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– Sin embargo, nuestro deber sigue estando muy claro. Hay cen____________________nos que…, Walker, ¿me he perdido algo?, no nos estaremos volviendo un punto blandengues, ¿verdad?tativas de esa basura de Rojos para ensuciar nuestros nombres. A meben ser eliminados, allá donde se encuentren. No hay otra opción. Los pecados del Traverse padre están bien documentados: una vez que salieron a la luz, pasó a tener los días contados. ¿Plantearnos reservas morales, en una guerra de clases, en el momento de ir a por nuestros enemigos? Llevas lo bastante en este juego para saber lo poderosas que son las alas bajo las que nos refugiamos. Qué inmunes somos a las tenblica -una vibración de oratorio penetró la voz de Scarsdale- que detenares de estos abscesos supurando en el cuerpo de nuestra Repú

Como Scarsdale no era la única voz a la que Foley tenía que aten__cente habano.der, pecó, como siempre, de apaciguador. Sostuvo en alto su incandes

– Si encuentra un punto débil, utilícelo para apagar esto encima.

– ¿Qué nos ha pasado, Foley? Antes éramos unos tipos espléndidos.

– El Paso del Tiempo, ¿qué puede hacer nadie frente a eso?

– Demasiado fácil. Eso no explica la extraña furia que siento en mi corazón, este deseo de asesinar a todos los malditos socialistas y to_dos los demás izquierdistas sin más piedad que la que tendría con un microbio letal.

– A mí me parece sensato. Y no puede decirse que no nos haya_mos manchado las manos de sangre.

Scarsdale se asomó por la ventana a un paisaje urbano que en el pasado había sido límpido, pero que con los años se había ido poblan_do de defectos.

– Eso quería creer. Incluso sabiendo que mi propia semilla estaba condenada, quería que el argumento de la eugenesia fuera erróneo en algún punto. Al mismo tiempo, codiciaba la herencia sanguínea de mi enemigo, que imaginaba sin contaminar; quería esa promesa, esa pro_mesa sin límites.

Foley fingió que entornaba los ojos debido al humo del puro.

– Una verdadera actitud cristiana -comentó por fin, en un tono tan uniforme como le fue posible.

– Foley, la cháchara religiosa me pone tan nervioso como a cual_quier pecador. Pero es una pesada carga que te digan que los ames, aunque sepas que son el Anticristo en persona y que nuestra única salvación es tratarlos como es nuestro deber.

El estado de ánimo de Foley distaba de tranquilo porque esa ma____________________to de prender y estallar en cualquier momento, ofreciendo un blanco bien visible para las balas de cañón del otro bando, que continuaban cayendo, zumbando espantosamente, sin pausa…mientos muy alejados de los límites sombríos del pequeño estadio. Se había sentido oprimido por la inminencia del funesto destino, del compromiso suicida de la infantería del que nadie podría librarse. Un montón de explosivos que había allí cerca, una desvencijada caja de madera con obuses y la munición empezaron a arder sin llama, a punñana se había despertado tras tener una pesadilla recurrente sobre la Guerra de Secesión. La batalla se libraba en una zona no mayor que un estadio de atletismo, aunque se hubieran concentrado allí miles y miles de hombres. Todo era marrón, gris, humeante, oscuro. Había empezado un prolongado intercambio de artillería, desde emplaza

– Aquélla no era mi guerra -decía Scarsdale-. Tanto da; en cual____________________paces de reconocer la mano del Maligno?yectado sobre nuestra propia comprensión para que ya seamos incaquino y sucio como lo suyo. Oh, Señor, ¿por qué nos has pedido que los amemos, qué prueba del espíritu es ésta, qué oscuridad se ha protruir nuestras vicias, cuanto amamos, hasta que todo se vuelva tan meztros mejores hombres, bombardean nuestras ciudades y su objetivo es despojarnos de los bienes que tanto nos han costado, dividir y subdividir entre sus hordas nuestras tierras y nuestras casas, destruirnos, desblan un revoltijo de idiomas extranjeros, sus ejércitos son los putos sindicatos de trabajadores, su artillería es la dinamita, asesinan a nuesllas de Homestead, Coeur d'Alêne, las San Juan. Estos comuneros haquier caso, era demasiado joven para valorar lo que estaba en juego. Mi guerra civil todavía estaba por llegar. Y ahora estamos aquí, en una batalla sin tregua, sin atisbar el fin. La Invasión de Chicago, las bata

»Estoy muy cansado, Foley, llevo demasiado tiempo luchando en estas aguas ingratas, soy como un bajel aislado, solo en una tempestad que no se calmará, nunca. El futuro pertenece a las masas asiáticas, a las bestias paneslavas, incluso, que Dios nos ayude, a los engendros ne__tir. Hemos de hundirnos bajo esas mareas. ¿Dónde está nuestro Cristo, nuestro Cordero?, ¿y la Promesa?gros y hormigueantes del África interminable. No, no podemos resis

Al ver tanta inquietud, Foley pretendió consolarlo:

– En nuestras oraciones…

– Foley, ahórrame esos comentarios, lo que tenemos que hacer es empezar a masacrarlos en cantidades ingentes, es lo único que ha fun__do el pueblo del Señor está en peligro, ya se sabe lo que exige.cionado. Todas esas mentiras (que si «igualdad», que si «negociación») no han sido más que una cruel farsa, cruel para ambos bandos. Cuan

– Golpear.

– Golpear pronto y a menudo.

– Espero que no haya nadie escuchando.

– Dios escucha. En cuanto a los hombres, no me da ninguna ver_güenza lo que hay que hacer. -Una extraña tensión había aparecido en sus rasgos, como si intentara contener un grito de entusiasmo-. Pero tú, Foley, pareces casi, casi nervioso.

Foley se lo pensó un momento.

– ¿Mis nervios? De acero. -Volvió a encender su puro, sin que tem_blara la llama de la cerilla-. Preparados para lo que sea.

Consciente de la creciente reticencia del Otro Vibe a dar crédito a los informes del exterior, Foley, que solía moverse por fuera y creía tener un buen conocimiento de las cosas, primero se lo tomó a mal, luego se alarmó y finalmente acabó considerando que esos días más valía callarse. La sede central de Pearl Street parecía cada vez más un castillo rodeado de un foso, y Scarsdale un gobernante aislado entre los ecos de sus propias fantasías, con un brillo en los ojos que ya nada te_nía que ver con el viejo fulgor sincero y codicioso. La llama se había extinguido, como si Scarsdale hubiera acumulado todo el dinero que le importaba y ahora su biografía avanzara por otros derroteros, hacia la intervención en el vasto mundo que él creía entender pero al que, hasta Foley se daba cuenta, ya no sabía, tal vez fatalmente, ni siquiera plantear las preguntas apropiadas. ¿A quién se lo podía confiar Foley?

¿A quién? Al menos, con el tiempo se había serenado lo bastan____________________linos del reciente orden en el poder.blicanos perseguían a los indios de las llanuras, a los huelguistas, a los inmigrantes rojos, a cualquiera que no fuera grano dócil para los motonces su propia espantosa inercia, a medida que los victoriosos repucer negocios como Scarsdale Vibe, se dejara arrastrar por el deseo de una cruenta masacre sin restricciones, la tenebrosa promesa revelada a los americanos durante la Guerra de Secesión, que obedecía desde enricana de la bahía de Massachusetts o Utah, de hombres virtuosos que creían que era Dios el que les susurraba al oído en los momentos más amargos de la noche, y que Dios ayudase al que sugiriera otra cosa. Sus propias voces, que nunca habían pretendido ser de quien no eran, le recordaban a Foley su misión: impedir que el Foley sustituto, al haros y chinos, sino más bien, pongamos, en la moderada tradición ameflexionaba llegaba a la misma conclusión. No se trataba de nada que le espantara, aunque requería cierto esfuerzo acostumbrarse a ello: tal vez no una matanza en la escala descabellada y sangrienta de búlgate para analizar cuál podría ser el peor desenlace, y cada vez que re

– Hay un límite muy fino -había insinuado el magnate un día- en_tre matar sólo al viejo anarquista y eliminar a la puta familia entera, y todavía no estoy seguro de qué debería hacer.