– Si algo así se llega a crear -decía Scarsdale Vibe-, significará el fin del mundo, no sólo «tal como nosotros lo conocemos» sino como lo conoce cualquiera. Es un arma, Profesor, sin duda lo entenderá, el arma más terrible que haya existido, diseñada no para destruir ejérci_tos o equipo militar, sino la naturaleza misma del intercambio, la larga lucha de nuestra Economía para evolucionar desde la anarquía de una lonja, del todos contra todos, hasta los sistemas de control racionales cuyas bendiciones disfrutamos en el presente.
– Pero… -había demasiado humo en el aire, no tardaría mucho en tener que disculparse y salir de allí-, no veo cómo podría ayudarle.
– ¿Me permite hablarle sin rodeos? Invente un contra-transforma_dor para nosotros. Un aparato que detecte una de esas torres de Tesla en funcionamiento y que luego emita algo equivalente y contrario que neutralice sus efectos.
– Ummm. Me ayudaría ver los gráficos y cálculos del Doctor Tesla.
– Precisamente por eso Pierpont se ha metido en esta historia. Por eso y por su acuerdo con Edison…, pero ya estoy aireando otra vez secretos. Financiando a Tesla, Morgan ha conseguido acceder a todos sus secretos de ingeniería. Y tiene agentes sobre el terreno, prepara_dos noche y día para mandarnos a toda prisa copias fotográficas de cuanto necesitemos saber.
– Bueno, en teoría no veo ningún obstáculo insalvable. Se trata sim_plemente de una inversión de fase, aunque podrían darse fenómenos no lineales cuya escala no seamos capaces de predecir hasta que no construyamos un Dispositivo que funcione…
– Ya me contará los detalles más adelante. Ahora, dígame… ¿cuán_to cree que algo así podría -bajó la voz-… costar?
– ¿Costar? Bueno, yo no sabría…, es decir, no debería…
– Vamos, Profesor -tronó Foley Walker, que sostenía una licorera de whisky del hotel como si tuviera intención de beber a morro-, mi_llón arriba, millón abajo, dé una cifra a ojo.
– Umm…, bueno…, como cifra de partida…, aunque sólo sea por mor de la simetría…, díganme, ¿cuánto le saca el Hermano Tesla al se_ñor Morgan?
– Vaya, ¿quién lo hubiera dicho? -En los ojos de Vibe asomó un brillo de desprecio que, como habían descubierto sus colegas, signifi____________________nera de «apoquinar», tratándose de un proyecto de esta escala.pongo que tengo que llamar a mi equipo de abogados, si no quiero encontrarme colgado en el escaparate de una pollería, a un paso de convertirme en pepitoria. Foley, ¿serías tan amable de dar por nosotros a la manivela y poner una conferencia a larga distancia con Somble, Strool & Fleshway? A ver si nos dan algunas ideas sobre la mejor masaban el rato vagando con sus pensamientos muy, muy lejos… Ya veo que usted, Profesor, no es más que un chalán sin la menor piedad. Sucaba que tenía lo que quería-. Y yo que pensaba que ustedes se pa
La llamada se hizo inmediatamente y Scarsdale, disculpándose, se retiró a un aparato en otra parte de la suite. Al Profesor lo dejaron solo, mirando en las profundidades de su antiguo sombrero, como si fuera una expresión ataviaría de su situación actual. En las últimas se____________________dida de esa amistad?lismo, le habían mirado con algo que parecía aprensión. ¿Cualquier suma que sugirieran los abogados de Nueva York compensaría la pérba muy poco, y hoy los chicos, incluso con su habitual falta de reanalidad era casi palpable en ese salón. A Re ciertamente le importamanas, cada vez más, se había sentido casi como un cilindro vacío, sólo ocupado de manera discontinua por un pensamiento inteligente. ¿Lo que iba a hacer era lo correcto? ¿Debía siquiera estar ahí? La crimi
A los Chicos del Azar no podría habérseles concedido forma más apropiada de «permiso en tierra» que la Feria de Chicago, pues en la gran celebración nacional lo ficticio se daba en el grado exacto para permitir el acceso y la participación de los muchachos. El áspero mun__vertía en real y onírico a la vez todo el periodo de conmemoraciones junto al lago Michigan.do de la no ficción aguardaba más allá de los límites de la Ciudad Blanca, mantenido a distancia durante este breve verano, lo que con
Si se estaban tramando conspiraciones para poner bombas o co_meter otros atentados contra la Feria, el Inconvenience no sólo era ideal para vigilar el recinto de valla a valla, sino también para mantenerse alerta frente a un posible ataque marítimo que se urdiera desde las ori__masiado rápido ni demasiado extravagante para impresionar a nadie durante más de minuto y medio antes de que apareciese la siguiente maravilla. Y elllas del lago. Los visitantes veían la aeronave sobre sus cabezas pero a la vez no la veían, porque ese verano en la Feria, donde los milagros se esperaban como el pan de cada día, nada era demasiado grande, ni de Inconvenience encajaba allí a la perfección, como un nú_mero más cuyo único propósito fuese entretener.
Los chicos emprendieron rondas de vigilancia regulares al día si_guiente. El «sabueso» de White City Investigations se presentó al alba, con un equipo dotado de un telescopio que era digno de un pequeño observatorio astronómico.
– Se me rompió en la Noria -dijo-, pero no sabía cómo compen_sar el movimiento. Se pone borroso y todo eso.
Lew Basnight parecía un joven sociable, aunque no tardó en que_dar claro que, hasta ese momento, ni siquiera había oído hablar de los Chicos del Azar.
– Pero si todo el mundo conoce a los Chicos del Azar -afirmó con perplejidad Lindsay Noseworth-. ¿Qué es lo que leías de pe_queño?
Lew amablemente intentó recordar.
– El Salvaje Oeste, exploradores de África, las historias habituales de aventuras. Pero vosotros, chicos, no sois personajes de un libro de cuentos. -Entonces se lo pensó-: ¿Verdad que no?
– Ni más ni menos que gente como Wyatt Earp o Nellie Bly -su_puso Randolph-. Aunque cuanto más tiempo aparece el nombre de alguien en las revistas, más difícil resulta distinguir la ficción de lo que no lo es.
– Me temo que, más que nada, leo las páginas de deportes.
– ¡Perfecto! -exclamó Chick Counterfly-, al menos así no ten_dremos que volver a la cuestión anarquista.
Lo cual ya le iba bien a Lew, que ni siquiera estaba muy seguro de qué eran exactamente los anarquistas, y eso que la palabra sin duda flotaba en el ambiente. No se dedicaba al negocio detectivesco por creencias políticas. La verdad es que había ido a parar a esa profe____________________rarle con una tristeza que pronto -estando como estaban en Illinois- se avinagró hasta convertirse en lo que se conoce como horror moral.cer, ni siquiera cuándo. Y los que tampoco lo sabían se mostraban todavía desconcertados, como si él lanzara rayos de iniquidad. Los que afirmaban saber de sobras qué había hecho no dejaban de misión por casualidad, debido a un pecado que supuestamente había cometido en el pasado. En cuanto a los detalles de ese desliz, bien, buena suerte. Lew no recordaba qué había hecho o dejado de ha
Le denunciaron en la prensa local. Los repartidores de periódi____________________timidantes le clavaban una mirada de repugnancia.nunciar su nombre irrespetuosamente. Las mujeres con sombreros incos se inventaron morbosos titulares sobre él, que gritaron por todos los lugares públicos día y noche, tomándose incluso la molestia de pro
Llegó a ser conocido como la Bestia del Norte y el Sur.
No le habría venido mal recordar algo, pero lo único que era ca____________________tíficos de todos. «Tal vez», sugirió un risueño oriental, «fuese usted mismo el producto de la alucinación.»sadas», aseguraron unos. «Vidas futuras», dijeron otros swamis seguros de sí mismos. «Alucinación espontánea», diagnosticaron los más cienpaz de traer a su memoria era aquella peculiar bruma. Los expertos a los que acudió en busca de consejo no le dijeron gran cosa. «Vidas pa