En esta fase de su carrera, Con apenas salía adelante cada semana con los ingresos de un fallido museo de rarezas adquirido a cambio de una canción, y cuyo llamativo rótulo de la fachada había rebautizado como mcveety's theatre. Como los anteriores propietarios se ha____________________locó en el vestíbulo de su Teatro. «Hace que los espectadores entren en el ambiente antes de que empiece el espectáculo, ¿sabes?»vaje Australiana enjaulada del tamaño de una rata de alcantarilla a la que nadie quería ni acercarse, y demás. Con reunió todo aquello en una elegante exposición que denominó la Zarzuela de Rarezas, y la codiente certificado de autenticidad, a pesar de haber pasado desde Little Big Horn por una odisea de mercadillos de segunda, entre los que se contaban los de México y el Lower East Side; una Cucaracha Salcas anteriores a la invención de la salmuera tal como la conocemos hoy; un Bebé de Marte; la cabellera del General Custer, con su corresponbían desvanecido con cierta premura, se dejaron olvidados azarosos objetos del inventario: los habituales perros bicéfalos en tarros y los cerebros en conserva de notables figuras de la historia, algunos de épo
Consternada, Dally no tardó en darse cuenta de que se necesita__fícil, teniendo en cuenta que el público se impacientaba con la letra impresa, aparte de estar poco familiarizado con ella; al cabo de un tiempo, Con le permitió hacer breves discursos en los que describía, todo lo bien que podía, qué iban a presenciar. Entre los talentos que salían al escenario todas las noches estaba el Profesor Bogoslaw Borowicz, que presentaba lo que denominaba «Espectáculos sobre el Suelo», que, debido a su defectuoso dominio del idioma americano, resultó ser una serie de literalesba algún tipo de incentivo. Su trabajo como chica pasacarteles era di exposiciones de suelos, casi siempre frag____________________tas de la narcolepsia que dominaban nes de matemática avanzada sobre las que el Profesor se alargaba con una extensión pasmosa; también había «amaestradores» de animales disecados cuyo repertorio de «trucos» tendía a lo rudimentario; artismentos, arrancados y robados de diversos lugares de la ciudad -el Steeplechase Park, la Grand Central Station, el McGurk's del Bowery («… verán interesantes texturas de escupitajos de tabaco y serrín…»)-, o extraños teselados de obras de demolición que planteaban cuestioel difícil pero muy poco apre____________________solver la clásica contingencia urbana de la típica caja fuerte de acero que se desengancha en mal momento de una ventana de un piso alto y cae a la cabeza de un desafortunado transeúnte.dos veían que nunca podrían ponerse a prueba en ningún marco temporal, salvo la eternidad, y, con extraña frecuencia, sombreros, en especial El Fenomenal Doctor Ictibus y su Sombrero Deflector de Cajas Fuertes. Este ingenioso ejemplo de tocado se inventó para requinas de movimiento perpetuo que incluso los públicos más distraíventos: zapatos que levitaban, duplicadores de billetes de banco, máciado arte de quedarse dormidos de pie, lo que a los tres minutos, a veces antes, hacía que el público, aunque estuviera muy cargado de opio, forcejeara por buscar las salidas; e inventores locos con sus in
– Teniendo en cuenta que cualquier masa concentrada es de he____________________jar cualquier caja fuerte que ustedes, damas y caballeros, tengan a bien señalar, ytura normal, transmitiendo al portador tan sólo el más trivial de los vectores resultantes, un leve golpecito en la cabeza como mucho, y desviará inofensivamente la caja hacia el bordillo más próximo. Éste es mi ayudante Odo, que estará encantado de preparar, levantar y arrogistrada en la Oficina de Patentes de Estados Unidos, que, incorporada a un apropiado diseño de sombrero, soportará la carga del impacto de cualquier tipo conocido de caja de caudales que cayera desde una alficie exacta, definida por un tensor métrico o, digamos, ecuación, recho una distorsión local del espacio mismo, resulta que hay una super aplastarla sobre mi cabeza, ¿no es así, Odo?
– ¡Unnhhrrhhh! -respondía Odo, con un ardor que algunos ha__nero para abrir su propio museo de rarezas, tal vez en un barrio un poco más adinerado; ambos adoptaron la costumbre de tomarse un café juntos después de la última actuación vespertina.brían considerado innecesario, aunque friera del escenario a Dally le parecía un joven educado y bien hablado, que intentaba ahorrar di
De vez en cuando, entre las caras sin afeitar y las cabezas con gorras de visera, Dally atisbaba a R. Wilshire Vibe, siempre en compañía de jóvenes aspirantes a actriz o, como R.W. prefería llamarlas, 'figurantes'.
– Sólo he venido a echar un vistazo -saludaba a Dally-, no me he olvidado de ti, ¿has visto ya Travesuras africanas? Es una revista de ne__lliams y Walker. Ten, toma un par de programas de mano.gros, básicamente un par de chicos que van a ser los próximos Wi Los correteos de Shanghai está casi lista, con la partitura escrita; ahora lo único que falta es alinear a todas las palomas en el alféizar de la ventana, por así decirlo.
Mientras tanto, Con había decidido montar una versión al estilo de Bowery del Julio César de William Shakespeare, que se titularía In_migrantes con cuchillos y para la cual Dally hizo una prueba en la que consiguió, para su asombro, el papel de Calpurnia, a quien Con ha__mada Elsie «Un Diente» y Liu Bing, la novia de un guerrerobía decidido llamar «señora César»; las principales rivales de Dally para el papel habían sido una cliente habitual de los bares ilegales lla tong que quería cambiar de trabajo y cuyo conocimiento del inglés, tanto del isabelino como del actual, resultó ser preocupantemente remoto. Sin embargo, después de rechazarla, Con recibió una visita de su novio y algunos colegas suyos, todos pertrechados con revólveres del cali__tiva sobre el reparto.bre 44 y hachas, visita que de repente dio a Con una nueva perspec
– Sólo eran un par de frases -se disculpó ante Dally-. Tú eres mu_cho mejor, qué duda cabe, pero así al menos sigo vivo. Supongo que podemos fingir que habla latín.
– Qué pena. Me gustaba esa historia de la llovizna de sangre so_bre el Capitolio.
– Bienvenida al negocio -le dijo Katie encogiéndose de hombros cuando Dally volvió a casa con el ceño fruncido-. Courage, mi que_rida Margarita Gautier, es sólo el primer acto.
– Mientras tanto -dijo aflojándose el corsé-, el tal Vibe celebra una fiesta el sábado por la noche y ha dicho que puedo llevar a una amiga. Probablemente no te interese, ya sabes, por la depravación de los ricos y todo eso…
– ¿Interesarme? ¿Lleva sombrero Lillian Russell? Es una historia completamente distinta, chica; veamos, Verbena me debe un favor, sé que podemos llevarnos prestado su vestido rojo de baile…
– Katie, por el amor de Dios.
– No, no es para ti, a ti te queda mejor el pelo caído, algo más, cómo lo llaman, más «ingénue»…
Fueron al centro a buscar vestidos de baile. Katie conocía a una costurera que trabajaba en un subsótano de los almacenes I.J. & K. Smokefoot y tenía contactos para conseguir conjuntos devueltos o re____________________tral de las Plantas luminosas y susurrantes.bles por todas partes, como espíritus laboriosos, a menudo separados tan sólo por unos centímetros, por cautelosos alientos, del bullicio tearos, mujeres que quitaban el polvo y recaderos que se movían invisinos piadosa que se extendía entre las paredes y bajo el departamento de gangas, poblada por el numeroso y silencioso regimiento de cajeras, fogoneros, pinches que envolvían paquetes, dependientas de pedidos, bordadoras, especialistas en plumas, mensajeros con librea, barrendete ilusorios preparados para las dientas del almacén y la topografía meseo de darse aires de grandeza, sino que más bien venía dictado por la necesidad de superficie de suelo para mantener rigurosamente tendido un velo que separaba dos mundos distintos: los espacios ingeniosamentrar y comprar. Pero el tamaño del establecimiento no se debía al demirar con los ojos desorbitados que un mercadillo real en el que ensitante de fuera que hubiera tenido la suerte de contemplarlo desde un lugar tranquilo le habría parecido más un monumento digno de adse imponentes, ocupando una manzana entera de la ciudad, a un vitero comprando. Casi completamente desprovisto de ornamentación en la fachada, con sus doce plantas de grisácea modernidad alzándoponer ninguna molestia a una dienta que quisiera pasarse el día enque no tan lejos de otros establecimientos de su tipo como para sukefoot estaba situado en la Milla de las Damas, lo bastante al norte como para evitar imputaciones de que la ropa estaba anticuada, auncién pasados de moda que podían comprarse tirados de precio. Smo