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Eran unas treinta, colgadas de ganchos, en dos largas hileras entre las que estaban obligados a pasar. Los cuerpos quedaban ocultos por sá____________________mente, que estaban en México.nidad y la distancia, asumiendo con serenidad, pero sólo provisionallor. Todos parecían esperar algo con paciencia sobrenatural, los pies a unos centímetros del suelo, delgados y distraídos, manteniendo la digternas, inexpresivas, otras retorcidas con una terrible expresión de dobanas, sólo las cabezas estaban descubiertas, inclinadas hacia abajo, las caras en diferentes fases de momificación, algunas, a la luz de las lin

– El Panteón se está quedando pequeño -se apresuró a explicar Dwayne-, así que estos chicos se pasan cinco años curándose en el sue__ba, los desentierran y los cuelgan aquí hasta que alguien apoquina.lo, y luego, si las familias no pagan lo que llaman el impuesto de tum

– Creía que era algo religioso -dijo Ewball.

– Si quieres llamarlo así, pero todo se convierte a pesos y centavos, de agua a vino podría decirse, durante el día cobran a los visitantes que quieren verlo, nosotros hemos pagado la tarifa de las tres de la ma_drugada, aunque a juzgar por la expresión de sus caras, debemos de haber interrumpido algo.

– Ya está bien, Dwayne -murmuró Frank.

Llegaron a unas escaleras en espiral en un extremo de la cripta y subieron hasta salir a la luz de la luna.

Descendieron por el cañón a la vieja estación de Marfil, donde subieron al tren un poco después de la salida del sol, y viajaron todo el día, hasta bien entrada la tarde, Frank sumido en el silencio, negán__llos que no se había fumado con sus colegas de cárcel, que empezaron a preocuparse.dose a beber, a pagar copas, a fumar o incluso a compartir los cigarri

– Espero que no estés enamorado, 'compinche'.

– Estás obsesionado con algo -explicó Dwayne-. Tienes todos los síntomas. Algo que ocurrió en tu lamentablemente famoso pasado, algo que hay que resolver.

– Mira, Hermano Provecho, en la cárcel la cancioncilla del Kíd era una cosa, pero aquí fuera sencillamente cansa, eso es todo. Lamento no ser tu hombre, y más te convendría ir a dar la tabarra a alguien que lo aprecie más.

– Demasiado tarde. -Dwayne hizo un gesto hacia la ventana-. Se__darias habilidades con la dinamita…, Kid.gún mis cálculos, te quedan cinco minutos para refrescar esas legen

El tren estaba frenando, de eso no había duda, y Frank empezó a oír un alboroto cada vez más cerca. Se asomó por la ventana y vio una escolta a caballo, un par de docenas de hombres que parecían cumplir cierto juramento de sobriedad en cuanto a su aspecto personaclass="underline" labios superiores afeitados, alas de sombrero tan humildes que ningún 'charro' se hubiera puesto nada igual, camisas de algodón y pantalones de tra__signia, ningún signo que evidenciase su militancia.bajo en una gama de tonos terrosos, y además no llevaban ninguna in

– ¿Todo eso por mí? -dijo Frank.

– Yo voy contigo -anunció Ewball.

– No te queda más remedio. -En el transcurso de las últimas ho_ras, Dwayne había conseguido una pistola.

Al cabo de unos segundos, Ewball dijo:

– Vaya, ¿dinero de un rescate? Así que ésa es la historia, ¿con eso cuentas, con la legendaria fortuna de Oust? Pues no es un plan muy provechoso, 'vaquero'.

– A la mierda, se contentarán con lo que saquen. Son tipos felices. Lo que has visto ahí fuera hasta ahora no es más que una operación de poca monta, de un día para otro, y ningún rehén es insignificante siem_pre y cuando sea un burgués que pueda pagar.

– Ay, Jalisco -murmuró Frank.

– Oh, vais a conocer a El Nato. -Una presencia vigorosa había irrumpido en el vagón, con una chaqueta de oficial perteneciente al difunto ejército de un país no demasiado cercano, gafas ahumadas, objetos prácticos de acero donde uno habría esperado adornos de pla__narse hacia delante y gritarle al oído.ta y, posado sobre una charretera, un loro tropical enorme, es más, tan desproporcionado que para conversar con su dueño tenía que incli

– Y éste es Joaquín -dijo El Nato sonriéndole al pájaro-. Cuénta_les algo de ti, 'm'hijo.'

– Quiero joder un coño gringo -confesó el loro.

– ¿Cómo? -preguntó Ewball parpadeando ante el teatral acento británico, que recordaba noches libertinas y de vodevil shakespeariano.

Una carcajada repugnante.

– ¿Algún problema, 'pendejo'?

El Nato sonrió con cierta inquietud.

– Vale, ya está bien, Joaquín, no debemos causar mala impresión a nuestros invitados; no fue más que una vez, con aquella gata casera, en el Corpus Christi, hace mucho, mucho tiempo.

– 'Sin embargo, mi capitán', la aventura me ha obsesionado.

– Claro, Joaquín, y ahora, caballeros, si no les importa…

Había caballos ensillados que esperaban a Ewball y Frank, y les in_dicaron que los montaran.

– ¿No vienes con nosotros, Dwayne? -preguntó Frank mientras se subía a una silla de montar de cuero negro, con un arzón de estilo mi__bar ni más ornamento que los bocados y las «tapas» mexicanas sobre los estribos.litar, se fijó, un poco inesperado tan lejos de la ciudad, sin tallar ni gra

– Sed buenos, chicos -respondió Dwayne desde la puerta del va_gón-, y a lo mejor volvemos a vernos algún día por las vías.

Cuando el tren arrancó, El Nato le lanzó una saca de cuero, pe__máticamente y se diera la vuelta a la vez que gritabaqueña pero de cierto peso, e hizo que su caballo se encabritara dra «'¡Vámonos!'» a sus jinetes. El loro aleteó como si señalara a un colega en la lejanía. Los guerrilleros rodearon a los americanos y se pusieron en marcha, alerta, silenciosos, adoptando un aire marcial, hasta que al poco el tren a sus espaldas pareció un insecto estival cuyo chirrido se perdía en la maleza lejana.

– Y ahora cabalgando con anarquistas, joder, nunca creí que aca_baría así…

– ¿Qué pasa? -le pinchó Ewball-, ¿es que te sientes más cómodo con tus bandidos de siempre?

– Los bandidos puede que maten, puede que acuchillen, pero al menos no van volándolo todo por ahí cada vez que se les presenta la oportunidad.

– ¡Nosotros jamás hemos volado nada! -se quejó El Nato-. ¡Na_die de aquí entiende nada de explosivos! Puede que se robe un poco de dinamita de las minas, que se lance un cartucho aquí, otro allá, pero ahora todo eso cambiará, ahora cabalgas con nosotros, '¡el Famoso Chavalito del Quiselgúr!', ¡ahora sí nos respetarán!

Cabalgaron hasta mucho después de que oscureciera, cenaron, dur__tó de la cabeza la idea de compartir siquiera unamieron, levantaron el campamento, reemprendieron la marcha horas antes del amanecer. La escolta era un grupo arisco, y pronto se le qui 'copa' con ellos. Fue____________________dido hace mucho que intentaba ganarse de nuevo a la familia que creía propia. Más extraño aún: El Nato y sus comandantes parecían tragárselo, e incluso no tardaron en animar a Ewball a que se uniera a ellos y cabalgara con su unidad guerrillera.taba cada vez menos como un rehén y más como un hermano perta el punto de que Frank nunca hubiera creído que nadie pudiese cabalgar tanto sin dar con una costa; por su parte, Ewball se comporron pasando los días, idénticos, mientras se adentraban en México, has

– Tendrás que moverte rápido, mantener el ritmo. Pero no siem__tra algo es el primero en disfrutarlo,pre conseguimos comida ni encontramos un pueblo en el que hacer una requisa, y la norma en la unidad es que el primero que encuen 'pues'…, bueno, ya lo entende_rás, creo.