De golpe, irrumpiendo en escena como un cantante de ópera con un aria en la punta de la lengua, apareció el «señor As», como se lla_maba a sí mismo. Ojos negros brillantes, presentados como armas en un duelo. La mirada levemente dañada, irrevocablemente educada, que asociamos con los muertos ajenos. Cuando sonreía, o lo intentaba, no resultaba precisamente tranquilizador.
Prescindiendo de naderías fácticas, empezó a contar directamente la historia de su «pueblo».
– Hemos venido a establecernos entre vosotros buscando refugio de nuestro presente (que es vuestro futuro), una época de hambre en todo el mundo, de reservas de combustible agotadas, de pobreza terminaclass="underline" el fin del experimento capitalista. Cuando acabamos comprendiendo la sencilla verdad termodinámica de que los recursos de la Tierra eran limitados, de hecho se agotaron muy pronto, la ilusión capitalista se hizo añicos. Aquellos de nosotros que afirmaban esa verdad en voz alta fueron denunciados como herejes, como enemigos de la verdad eco_nómica dominante. Como a los Disidentes religiosos de otras épocas, se nos ofreció la posibilidad de emigrar, aunque con poca más opción que emprender viaje a través de ese oscuro Atlántico tetradimensional llamado Tiempo.
»La mayoría de los que optaron por la Travesía la superaron, pero algunos no. El procedimiento todavía es arriesgado. Los niveles de energía requeridos para dar ese salto a contracorriente, a través de ese intervalo prohibido, son inalcanzables aquí, en la actualidad, aunque algunas de vuestras grandes dínamos han empezado a acercarse a la cantidad de energía necesaria. Hemos aprendido a manejar ese gran peligro, nos formamos para ello. Con lo que no contábamos era con vuestra resolución de impedir nuestro asentamiento aquí.
– Primera noticia -dijo Chick por fin, todo lo comprensivamente de que fue capaz.
– La Fraternidad de los Aventureros…
– ¿Cómo?
Un extraño zumbido eléctrico cubrió y ahogó la voz del señor As durante un instante.
– ¿Los nzzt Chicos del Azar? ¿Es que no sabes que todas y cada una de las misiones que os encomiendan pretenden impedir nuestro em_peño de entrar en vuestro régimen temporal?
– Le aseguro que jamás…
– Has jurado obediencia, claro. -Siguió un esfuerzo intenso y si_lencioso, como si no quisiera reír, como si la risa fuera un vicio ajeno que pudiera hacerle daño y al que no debía arriesgarse.
– Le aseguro que todo esto es nuevo para mí -dijo Chick-. Y aun_que si lo que dice fuera cierto, ¿cómo podríamos servirles para nada?
Sus grandes ojos parecieron iluminarse de piedad.
– Podríamos pediros que aceptarais algún encargo nuestro de vez en cuando, aunque, lamentablemente, sin más explicaciones detalladas que las que recibís a día de hoy de vuestra propia Jerarquía.
Chick debió de guardar silencio durante un rato.
– ZZMrrí compensación…
– ¿Cómo?
– ¿No ha mencionado el señor Meatman la magnitud de nuestro agradecimiento?
– No fue demasiado claro. Sonó un tanto religioso.
– No te entiendo.
– La vida eterna.
– Mejor aún. La eterna juventud.
– Vaya, caramba. Eso sí que no podemos superarlo.
El señor As siguió explicando, o, más que explicando, alegando, que los científicos de su época, en el curso de su investigación inten_siva sobre el viaje en el tiempo, habían descubierto, a modo de premio no buscado, cómo transformar el tipo de reacciones termodinámicas conocidas en el pasado como «procesos irreversibles», entre las que destacaban el envejecimiento y la muerte humanas, para revertirías.
– En cuanto adquirimos la technique, el problema fue trivial.
– Eso dirá usted, supongo.
– Ahora no es más que una mercancía comercial, como las cuen__ban con los indios. Un regalo de poco valor, pero ofrecido con gran sinceridad.tas y los espejos que sus recién llegados a las costas americanas troca
– Así que debe de ser como la historia del indio Squanto y los Pe__mente la mañana siguiente-. Como si les ayudáramos a pasar el primer invierno o algo así.regrinos -informó Chick a la sesión plenaria convocada apresurada
– Pero ¿y si no es así? -dijo Randolph-. Imaginemos que no son peregrinos sino invasores, y que aquí hay algún recurso particular que ellos ya han agotado y quieren sacarnos para llevárselo.
– Comida -dijo Miles.
– Mujeres -sugirió Darby.
– Entropía inferior -aventuró Chick-. Como una sencilla función del Tiempo, su nivel de entropía sería más elevado. Como chicos ri_cos que toman aguas minerales en un «spa».
– Es nuestra inocencia -afirmó Lindsay con una voz desacostum__carnos, capturar nuestra inocencia y llevársela al futuro.bradamente alterada-. Han desembarcado en nuestras costas para bus
– Yo me refería a algo más tangible -dijo Randolph frunciendo el ceño reflexivamente-. A algo negociable.
– Sí, ¿y quién dice que seamos tan inocentes? -soltó Darby.
– Pero imagináoslos, a ellos -respondió Lindsay en tono acongoja____________________te escasos años que nos queden antes…, antes de que pase lo que vaya a pasar…za desesperados hacia el pasado, hacia nosotros. Hacia los penosamendo, como al borde de una iluminación insoportable-, tan caídos, tan corruptos, que nosotros, sí, incluso nosotros, les parecemos tan puros como corderos. Y la época en que viven es tan espantosa que los lan
– Vaya, Lindsay. -Lo dijo Darby; que nadie en el grupo recordara, era la primera vez que mostraba preocupación por su puritano com_pañero de tripulación.
Tras un momento de parálisis en la discusión, Chick señaló:
– Siempre queda la posibilidad de que sean tan sólo timadores, cómplices del Doctor Zoot o, lo que resultaría todavía más turbio, que se trate de un ejercicio teatral, una especie de Ejercicio Moral, plan_teado por la Jerarquía para detectar una potencial rebelión y suprimir la disensión. La creo perfectamente capaz de eso y más.
– Sea como sea -dijo Darby-, el caso es que estamos totalmen_te jo…
– No lo digas -le advirtió Lindsay.
Sabiendo que no podría sonsacarle al señor As más que las his____________________ba asombrado, pues las lágrimas eran lable y desoladamente, derramando lágrimas como un clérigo muy profesional tras recibir un mensaje directo de Dios… Chick lo miratorias que el siniestro viajero en el tiempo tuviera a bien contarle, Chick se presentó a la siguiente cita acompañado de Miles, que era el único de la tripulación que poseía la clarividencia que requería la situación. Nada más ver al señor As, Miles rompió a llorar, inconsoprácticamente desconocidas en la Unidad.