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– Discúlpeme, signora, puede que le parezca una pregunta extraña, pero… ¿no habrá sentido alguna vez el deseo de desaparecer, incluso en una habitación llena de gente, así… -sacudió las manos para simu_lar humo que se desvanecía-, desaparecer por las buenas?

– ¿Yo? A todas horas, ¿por qué?

– ¿Es capaz de permanecer absolutamente inmóvil mientras al_guien le lanza cuchillos?

– Se me conoce por quedarme quieta en peores situaciones -res__versación y hubiera escogido a propósito ese instante.pondió desviando la mirada hacia Merle. En ese punto de la historia, Dally se despertó como si hubiera estado siguiendo el hilo de la con

– Ya me ocupo yo de ella -dijo Merle al irse sigiloso, la voz apenas un murmullo, dolorosamente consciente de la belleza que se había apoderado de la joven, algo que ocurría de vez en cuando, siempre inesperadamente, como una sombra galvánica, de su cara sobre todo, mientras su largo cuerpo no brillaba sino que adquiría una vibrante y oscura densidad, una dimensión que uno tenía que observar direc__cer. No sabía qué estaba pasando. Sí lo sabía.tamente, con cuidado, aunque fuera lo último que le apeteciera ha

Roxana, posiblemente a petición del saxo, se había llevado el tra____________________ta:guiente, sin palabras místicas ni ningún equipo especial, el mago y ella habían desaparecido, y Dally se quedó con una nota sujeta a su manmín, pero creyó atisbar en ella una sonrisa, casi cruel, que no había visto antes: segura de sí misma como siempre, sin duda, pero ahora también, resuelta; una sonrisa que no renunciaba a asumir un destino propio. De sus ojos, con los párpados y pestañas oscurecidos minuciosamente con hollín de chimenea y petrolato, no podía colegir nada. Al día siperación lo vaciaban del cuello a la ingle. Tal vez fuera sólo por el carreció bajo la luz del escenario, Merle sintió que el deseo y la desesje consigo, de manera que para la velada de esa noche Erlys tuvo que componer uno, pidiéndole las mallas prestadas a una de las bailarinas y un vestido corto de lentejuelas a una de las acróbatas. Cuando apa «Volveré por ella cuando pueda». Nada de «Buena suerte» o «Siempre te querré, Erlys», ni de lejos.

Merle esperó en East Fullmoon cuanto pudo, esperó correspon____________________rando suavemente, manteniéndose dentro ra en círculo desde los cielos invernales, y mientras tanto aprendió lo sencillo que podía ser todo, hasta ocuparse de su bebé, en tanto no se agobiara por el futuro o por ninguna necesidad que hubiera creído tener que satisfacer para realizar planes más ambiciosos -además, con Erlys fuera, cualquier cosa por el estilo había desaparecido por entero del horizonte-, y en tanto se contentara con seguir aspirando y espidencia, un telegrama, un jinete, una paloma mensajera que descendiede los contornos de lo im__cionaba muy escasas y nimias ocasiones para la queja, la amargura o nada similar.portante en cada momento; la vida con la pequeña Dahlia propor

Tras la clausura de la Exposición Colombina, una vez fuera de Chi____________________se silenciosas por las vías navegables, con sus damas con parasoles y sus hombres con sombreros de paja y sus niños con trozos de palomitas Cracker Jack enganchados en el pelo.dola la verdadera Ciudad Blanca otra vez, iluminada, toda espectral y elegante por la noche y resplandeciente por el día con la refulgente humedad de su red de canales, con las lanchas eléctricas desplazándoca, convirtiéndolos a ella y a su padre en tan sólo un tipo distinto de esquimal, eso era todo, y que el país que recorrían nunca llegaría a ser otra cosa que un lugar de exilio. De ciudad en ciudad, St. Louis, Wichita, Denver, Dally se sorprendía siempre esperando que en cualquier parte, en un barrio al final de alguna línea eléctrica, estaría esperánbién, habían sido expulsados sin causa justificada de la Ciudad Blanres del Sur, cuyos rostros le resultaban vagamente familiares a Dally, grababan los bíceps de los marinos de río con imágenes hieráticas que algún día, cuando menos se esperara, serían útiles para pequeños pero cruciales actos de magia. Dally supuso que esos vagabundos, ellos tamcar una cámara para captar una instantánea, pero para cuando la había preparado ya se habían ido. Bajo la nevada, Dally creyó ver tiros de perros y esquimales en silencioso retroceso siempre hacia el norte, y llamó la atención de Merle para que se fijase en los pigmeos que los miraban asomándose entre los troncos de los bosques de abedules. En las cantinas de las orillas de los ríos, los tatuadores de la Isla de los Magiados de las exposiciones «nacionales» que se habían distribuido a lo largo de la Avenida Plaisance, toda esa diversidad humana que no era del Medio Oeste, algunos en grupos, otros solos. Merle corría a buscago y en camino de nuevo, Dally y Merle empezaron a ver refu

A medida que pasaban los años, la imagen acabó pareciéndole casi el recuerdo de una vida anterior, deformado, disfrazado, con frag____________________le que a esas alturas seguramente la mayor parte del recinto ferial había sido reducido a cenizas, desmantelado, trasladado a vertederos, saldado, destrozado, con elpio le había suplicado a Merle, llorando como sólo ella sabía llorar, que por favor regresaran, por favor, y él nunca supo cómo explicarmentos olvidados, esa capital de los sueños en la que había vivido, en la que incluso había figurado entre su legítima nobleza. Al princi staff y las estructuras de madera a merced de los elementos, de los malos tiempos, traídos por la mano humana, que se habían abatido sobre Chicago y la nación. Al cabo de unos me_ses, sus lágrimas sólo reflejaban la luz, pero ya no caían, y ella se sumía en el silencio, y éste también, poco a poco, fue perdiendo su matiz de resentimiento.

Hileras de cultivos, alineados junto a las carreteras, giraban a su paso como radios gigantescos, uno tras otro. El cielo se veía interrum____________________go, una cas o amarillas como la mantequilla, helechos con forma de estrella en los rincones húmedos y oscuros, millones de velos verdes tendidos ante los secretos nupciales en el musgo y bajo la hojarasca rozaban las ruedas, que chirriaban y eran golpeadas por piedras en las rodadas, despidiendo chispas sólo visibles en la sombra fugaz que pasara de larrientas al final del día, flores en campanas y racimos, púrpuras y blando que la miraran. Hojas aserradas, espatuladas, largas y delgadas, con dientes romos, cubiertas de venas y aterciopeladas, aceitosas y polvobulencia, con demasiadas cosas que ver, y todas y cada una reclamansible era la carretera y el horizonte al que se enfilaba. A veces Dally se sentía abrumada por el verdor de la vida que pasaba en tal turgo de la pálida carretera, de manera que por momentos lo único vipido por oscuras nubes grises de tormenta que fluían como piedra fundida, arrastrándose líquidas, y la luz que podía filtrarse a través de ellas se perdía en los campos oscuros pero recobraba su brillo a lo larafanosa configuración de pequeñas formas junto al camino desplomándose con una precisión que, por fuerza, tenía que ser de__gaban a cruzarse, ya que ambos grupos vivían para futuros distintos, si bien eran la mitad secreta de un todo y no cabía la menor duda de que la fascinación que se daba entre ellos se iluminaba de gracia.liberada, hierbas cuyos nombres y precios de mercado conocían los recolectores de plantas silvestres pero cuyas propiedades mágicas sólo conocían las mujeres silenciosas que moraban en las estribaciones de las montañas, homologas con quienes los recolectores casi nunca lle

Merle había dedicado bastante tiempo a ese ingrato trabajo, había discutido con los intermediarios botánicos delante de los almacenes y aprendido un par de las indicaciones, pero nunca había creído poseer el talento de los verdaderos recolectores de hierbas silvestres, los pies infalibles, la nariz certera.