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En Colorado encontraron los restos de una granja, abandonada años atrás, cuando la explotación decayó y la casa sufrió un incendio que dejó tan sólo una nave inmensa e inútil. Merle se dedicó a lle____________________cirlo en términos legales.tizaba hasta que se marchaban, decepcionados como siempre. Otros días, los visitantes se veían polarizados en el sentido inverso, por dese a horas intempestivas, y a veces, dependiendo de cómo fuera el día, Merle les endilgaba una farragosa charla científica, lo que los hipnodaras pasmado mirándolas. La mayoría de los que pasaban por allí creían que tenía un alambique; a los chicos del Sheriff les gustaba presentarnaban los marcos de las ventanas con telarañas que, cuando la luz de primera hora de la mañana incidía correctamente, hacían que te queria de gas y otros chismes que Merle casi había olvidado que tenía. Enredaderas cargadas de bayas crecían en las grietas, y las arañas adorbajo cubierta de lentes, cubetas de revelado, exposímetros, bandejas de secado, lámparas de flash de magnesio, una máquina de bruñir giratodor eléctrico enganchado a una vieja bicicleta, pilas secas y húmedas, electroimanes, quemadores, un horno de recocido, una mesa de traparcidos por todas partes, una pequeña forja en un rincón, un generatos de alquimistas: todo tipo de recipientes que abarcaban desde latas abolladas de verduras hasta tarros y botellas que contenían líquidos o polvos de diferentes colores, pasando por vasijas de barro barnizado, de doscientos litros o más, que uno podría levantar vacías pero no tendría por qué, o tubos de cristal de esmeradas curvas y rollos de cobre esnarla hasta el techo de material fotográfico o, si lo prefieren, de obje

– No pude evitar oler lo que estaban preparando aquí. A decir ver__yo. Ahí hay nitro, ¿no?dad, lo he olido desde la cumbre de la montaña, al otro lado del arro

Merle había visto ya bastante locura rural como para no quitarle ojo a la escopeta que guardaba bajo la mesa.

– Casi. Forma parte de la familia de la nitro. Un pariente lejano, el tipo de pariente al que le pagas para que ni se acerque.

– De vez en cuando me tropiezo con él en mi trabajo.

– Que es…

– Digamos que soy una especie de ingeniero de minas. No tan bien pagado, pero el concepto es el mismo. ¿Le suena la explotación Little Hellkite, de Telluride?

Iba al grano y, que Merle supiera, no llevaba armas de fuego; pasó a presentarse como Webb Traverse.

Dally entró con el ceño fruncido, tras algún encuentro entre la maleza que la había puesto de mal humor.

– Vaya, papá, no tenía ni idea de que hubiera invitados. Déjame que prepare un poco de té y traiga unas galletas, sólo tardaré un mo_mento.

– Oh, no -dijo Webb mirándola con recelo-, en qué estaría pen_sando, usted debe de estar ocupado…

– Qué va, estaba distraído, acabando el trabajo de la semana. Qué_dese, veo que su curiosidad es legítima -dijo Merle resplandeciendo como un predicador itinerante ante un pecador prometedor.

Webb hizo un gesto hacia un tarro de azogue comprado en una tienda que había sobre la mesa.

– He visto mucho de eso en el laboratorio -dijo cautelosamente, como si esperara que Merle lo corroborara.

– Los antiguos -dijo Merle, cauteloso también- creían que si se extraía del mercurio todo cuanto no fuera esencial, es decir, el oro____________________riales reales, sólo que no es fácil alcanzarlas, aunque los alquimistas no cejan en su empeño, y es lo que hacemos.no como la roca trapeana. Mercurio Filosófico, así lo llamaban, que no se encuentra entre los metales de la metalurgia, los elementos de la tabla periódica, los catálogos de la industria, aunque muchos afirman que en realidad no es más que una figura retórica, como la famosa Piedra Filosofal, que supuestamente representaba a Dios o el Secreto de la Felicidad o la Unión con el Todo, y demás. Cuentos chinos. Pero lo cierto es que estas cosas llevan ahí desde siempre, son cosas matetural para la que todavía no se ha hecho ninguna copela que pueda contenerla, algo que haría que esto de aquí pareciera tan mortecipel de metal líquido, el brillo, el tacto grasiento, el peso, en fin, todo lo que lo convierte en «mercurio», quedaría esa forma pura sobrena

– «Alquimia», ¿es eso lo que se trae entre manos aquí? Pero, ha__cuentro a menudo, fulminato me parece que se llama…blando del mercurio, hay un compuesto interesante con el que me en

– Ingrediente básico del detonador Du Pont, por no mencionar de nuestro bien conocido calibre 44. También hay fulminato de plata, que no es exactamente lo mismo que la «plata fulminante», que esta_llaría con sólo rozarla con una pluma. Igual que el oro fulminante, si es que tiene gustos más caros.

– ¿Cuesta mucho prepararlo?

– Básicamente, tome oro y amoniaco, o plata y ácido nítrico, o mineral de mercurio y ácido fulmínico, que no es más que el viejo ácido prúsico, el amigo del suicida, patriarca de la familia del cianu_ro, con un oxígeno añadido, y cuyos gases son igual de venenosos si se aspiran.

Webb negó con la cabeza, como consternado ante el mundo y sus ironías, pero Merle había visto un brillo de gallinero sin vigilar en sus ojos.

– ¿Quiere decir que el oro y la plata, esos brillantes y maravillo_sos metales, fundamento de todas las economías del mundo…, que usted entra en el laboratorio, juguetea un rato con ellos, les echa un poco de ácido y todo lo demás, y obtiene un explosivo de gran po_tencia que, si estornuda en el momento inoportuno, pues 'adiós mu_chachos'?

Merle, con una idea precisa de hacia dónde derivaba la conversa_ción, asintió.

– Visto así, podría decirse que ésa es la vertiente infernal de la his_toria.

– Casi le hace a uno pensar que, si existe una Piedra Filosofal, ¿aca_so no sería posible que existiera también…?

– Cuidado -dijo Merle.

Webb le miró, casi divertido.

– ¿Es algo de lo que a ustedes no les gusta hablar?

– De lo que no podemos hablar. O, al menos, ésa es la tradición.

– Supongo que eso lo pone más fácil.

– ¿Para quién?

Webb pudo captar cierta cautela en su tono, pero continuó:

– Por si acaso algún hombre se sintiera tentado…

– Hum. ¿Quién dice que alguien no lo haya hecho ya?

– Ni idea. -Siguió un momento de reflexión, como si fuera inca_paz de dejar de pensar-, Pero si la una es una figura de la retórica para Dios y la salvación y todas esas historias, ¿la otra por qué no iba a…?

– Muy bien. Pero háganos un favor a todos, diga «Anti-Piedra». Tiene otro nombre, pero si lo pronunciamos en voz alta tendremos problemas. Claro, probablemente hay tantas almas en pena buscán_dola como alquimistas verdaderos. Si se piensa en el poder que puede proporcionar, vaya, es casi imposible resistirse a la recompensa.

– Pero usted está resistiéndose, ¿verdad?

– Si usted lo dice.

– No es nada personal. -Webb recorrió con la mirada el pequeño cobertizo.

– Esto es sólo temporal -explicó Merle-, la mansión tiene ratones y nuestros agentes nos están buscando una nueva.

– Ya, y si un camisón para un elefante cuesta dos centavos -inter_vino Dally-, ¿no podríamos comprar unos pañales para una hormiga meada?

– ¿Sabe algo de azogue? ¿Ha trabajado alguna vez de amalgamador?

– De vez en cuando -dijo Merle con cautela-. En Leadville, y en un par de sitios más: divertido mientras dura, pero no creo que pueda considerarse una carrera.