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– En Little Hellkite están buscando un amalgamador, visto lo que pasa con la altitud y la aspiración de esos vapores; al actual se le metió en la cabeza que es el Presidente.

– Vaya, ¿el Presidente de…?

– Digámoslo así, un chiquillo con una armónica le sigue a todas partes tocando Hail to the Chief. Desafinando. Lanza largas peroratas que nadie entiende, la semana pasada le declaró la guerra al estado de Co__brehumanos.lorado. Hay que sustituirlo, y rápidamente, pero nadie quiere recurrir a la fuerza, dado que se dice que este tipo de gente tiene poderes so

– No lo sabe usted bien. Eso sería por Telluride, me ha dicho.

– Es un pueblo precioso, con iglesias, escuelas, un entorno saluda_ble para una jovencita.

Dally resopló.

– Pues a mí me suena más bien al infierno con luz eléctrica, y la escuela tampoco es que sea mi cerveza preferida, caballero, si quisie__tero, créame.ra perder el tiempo preferiría buscar trabajo de ayudante de dinami

– Pues seguro que pueden conseguírselo -dijo Webb-, pero no hace falta que mencionen mi nombre en Little Hellkite, ¿entendi_do? Allí no se me considera precisamente el minero del mes ahora mismo.

– No se preocupe -dijo Merle-, siempre y cuando la parte de la alquimia tampoco se comente por ahí.

Los dos hombres se miraron, cada uno de ellos bastante seguro de quién era el otro.

– Los ingenieros de minas lo ven con malos ojos -intentó explicar Merle-, todo eso de la antigua superstición de la Edad Oscura, ni por asomo tan científica como la metalurgia moderna. -Hizo una pausa como si quisiera recuperar el aliento-. Pero si se fija en la historia, verá que la química moderna sólo empieza a sustituir a la alquimia casi al mismo tiempo que el capitalismo se pone en marcha definitivamen_te. Extraño, ¿verdad? ¿Qué le parece?

Webb asintió mostrando su acuerdo.

– Tal vez el capitalismo decidió que ya no le hacía falta la vieja ma__mir el sudor de los pobres y convertirlo en billetes de banco, y así se guardaban el plomo para mantener el orden.gia. -Un énfasis cuyo desprecio intencionado no escapó a la atención de Merle-. ¿Por qué preocuparse? Inventó su propia magia, y les va bien, gracias; en lugar de transformar el plomo en oro, podían expri

– Y el oro y la plata…

– Una maldición que ni se imaginan, tal vez. Acumulados ahí, en la cámara acorazada, esperando a…

– ¡No lo diga!

Pero Webb se marchó con esa espléndida posibilidad repicándole en la cabeza como un latido: la Anti-Piedra. La Anti-Piedra. Magia útil que podría funcionar mejor que el tan admirado principio mexi____________________te» había sido sustituido, claro, por Merle Rideout.vería tan loco como el actual amalgamador de Little Hellkite, quien al poco tiempo pasó a ser el «antiguo» amalgamador, ya que la siguiente ocasión en que Webb pasó por allí, se enteró de que «el Presidenpartida y la promesa, una vez hechos añicos los templos de Mammón -los pobres en marcha, un ejército más numeroso que el de Coxey avanzando entre los escombros-, estaba mucho más cerca. O se volte, serían incluso mejores, y anunciarían que el día de la riqueza comcano de la química al servicio de la política. Y no es que la vida no fuera ya bastante peculiar en esas montañas, pero ahí estaba este mago del azogue de lengua suelta, con noticias frescas que tal vez, con suer

Y así fue como Merle y Dally, tras una larga racha yendo de em____________________do por esos mundos no era la consecuencia de una deriva ociosa, sino que se debía a un imperativo secreto, como la fuerza de la gravedad, a causa de toda la plata que había utilizado para revelar las fotografías a lo largo de esos años, como si la plata estuviera viva, poseyera alma y voz propias, y él hubiera trabajado para ella tanto como ella para él.tales preciosos. Y tal vez el largo camino que Dally y él habían recorrisación de que «la fotografía» y «la alquimia» eran sencillamente dos medios para llegar a lo mismo: redimir la luz de la inercia de los mepleo en empleo, acabaron en el condado de San Miguel durante los dos años siguientes, que resultarían ser de los peores en la historia de esas desdichadas montañas. Más adelante, Merle tendría la extraña sen

El 4 de Julio empezó caluroso y se fue haciendo más caluroso to____________________cho la imaginación, también de los dinamiteros.taba más bien de la Fiesta Nacional de la Dinamita, aunque muchos católicos sostenían que ésa debía celebrarse el 4 de Diciembre, fiesta de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, los armeros y, sin forzar mucida como «Navidad del Cowboy», pero para Webb Traverse se trallera. Entre los ganaderos y los jinetes del rodeo, la jornada era conomo de promesa de lluvia; la nitro empezaba a rezumar de los cartuchos de dinamita mucho antes de que el sol hubiera dejado atrás la cordicendió, invasora; había unas pocas nubes brillantes, estilizadas, sin asodavía, la luz que a primera hora de la mañana iluminaba los picos des

Hoy todo el mundo, vaqueros y camareros, empleados de oficina y curtidos rufianes, amables ancianos y atolondrados jóvenes boquia____________________ria de la Propaganda por el Hecho, que se fundía perfectamente con toda la demás percusión.tonante y la mecha, los encendían y se los tiraban unos a otros, o los arrojaban a un estanque y tenían fritura de pescado a cualquier hora, o con las explosiones dibujaban en el paisaje formas pintorescas que al día siguiente habrían casi desaparecido, o los metían encendidos en barriles de cerveza vacíos que arrojaban rodando por las laderas de las montañas, y apostaban sobre cuánto se acercarían a la ciudad antes de que todo saltara hecho pedazos…; un día perfecto, ideal, para esa histobiertos, acabarían dejándose llevar por la manía dinamitera imperante. Cogían pequeños fragmentos de un cartucho, sujetaban la cápsula de

Webb se levantó de su petate, tambaleándose tras otra noche en la que, más que dormir, había pasado las horas intermitentemente cons____________________siaba ya pasar un rato en la cantina cuando hubiera acabado.lle. Hoy sería una jornada de trabajo bastante rutinaria, y Webb anciente del tiempo. Ya se oían las primeras explosiones por todo el va Zarzuela esperaba junto a la valla; conocía a Webb desde hacía ya el tiempo suficiente para imaginarse lo que le esperaba ese día: habría explo_siones, a las que la potra estaba acostumbrada y que incluso esperaba con ganas.

Webb recorrió el valle y luego subió por el Red Mountain Pass, con las cigarras chirriando a su lado como ecos prolongados de re____________________vantó y ladró un rato, no como advertencia ni tampoco irritado, sólo por mostrarse profesional.mica delicadamente allí preparada. Dejó que su caballo bebiera un poco de agua, pero con la turbadora presencia del deseo nasal, poco dispuesto a fiarse demasiado de su propia voz, se quedó erguido sobre la silla, con semblante serio y anhelante. El mulero también se dio por satisfecho con un simple asentimiento de cabeza, prefiriendo reservar la voz para la recua. Cuando Webb siguió su camino, el perro se letaba tan familiarizado con su opio como Webb con la sustancia quítadores animales, cargados de cajas de dinamita, cápsulas detonantes y mechas, ramoneaban por allí flores silvestres. Webb sintió una especie de vértigo y que le faltaba el aliento, debido a algo que poco tenía que ver con la altitud. Podía oler la gloria en esa nitro. Ningún chino esdos por allí como «Canarios de las Montañas Rocosas». Los encanta hacia abajo, con su perro y una recua de burritos sin atar, conocibotes de balas. Al detenerse al cabo de un rato a buscar agua, se topó con un mulero con guantes y zahones y un sombrero con el ala vuel

Como habían acordado, Veikko estaba esperando junto a una pila de desechos de la vieja mina de Eclipse Union. Webb, que era capaz de juzgar a casi cien metros de distancia el grado de desquiciamiento del finlandés en un determinado día, se fijó en una cantimplora de ocho litros, sin duda llena del licor de patata de elaboración casera que tan__do el fenómeno a una mala pasada de la luz. Por el aspecto de su rostro, Webb adivinó signos de un inminente dolor de cabeza a causa de la dinamita, después de haber andado mucho tiempo por ahí to gustaba a todos, colgada del arzón de su silla. También parecían salirle llamas de la cabeza, pero Webb rechazó esa posibilidad atribuyeninhalando vapores de nitro.