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En 1893, después de que la nación entera, de un modo u otro, hu____________________do regresaban, hambrientos como osos.nualles de Jacktown le habían enseñado a añadir rodajas de manzana, aparte de la carne y las patatas; luego les preparaba algo caliente cuantacargas, una y otra vez. No tardó en aborrecer ese trabajo, y Webb, que lo entendía, nunca se lo recriminó. Cuando Webb y los chicos trabajaban en turnos distintos, Mayva casi no paraba las veinticuatro horas del día, cocinando empanadillas de Cornualles a docenas para que se las llevaran al agujero, empanadillas a las que las esposas de Corron a recuperarse, descendían a cualquiera de aquellos yacimientos en las laderas de las montañas; Reef, antes de irse de casa para siempre, trabajó una temporada en el mismo turno que su padre, recogiendo el mineral suelto, cargándolo en vagonetas que empujaba hasta el monche de las cocinas o, a medida que los campamentos de oro empezasero de una pensión que, de hecho, era poco más que una choza. Lake ayudaba en las tareas domésticas, Reef y Frank traían sacos de patatas de la carreta, aunque a veces también trabajaban en el turno de nobola, en parte tienda de campaña, en parte cobertizo, en el solar tratando. Más tarde, en Montrose, vivieron todos en una pequeña chafano, donde se trabajaba en la extracción de carbón, cuando Ed Farr era todavía sheriff, antes de que lo mataran ladrones de ferrocarriles cerca de Cimarrón, y Webb volvía a casa con la cara ennegrecida y tan irreconocible que los niños o se partían de risa o huían de él griranía, siguieron tiempos más tranquilos, y Webb y su familia viajaron constantemente de un sitio a otro, hasta llegar al condado de Huérbiera superado con un agotador ejercicio moral la abrogación del Acta de la Plata, que acabó con el Estándar Oro recuperando su antigua ti

A medida que Webb ascendía de peón de carga a barrenero y, más tarde, a ayudante del capataz, iba aprendiendo los arcanos de la dina____________________ría que alguno se metiera muy a fondo en el mundo de la dinamita.do la edad apropiada, empezó a llevarse consigo a los niños, uno por uno, y cada uno se lo tomó a su manera. No había forma de adivinar, sólo por las reacciones que veía, cuál de ellos se convertiría en un buen dinamitero. Y lo cierto era que Webb tampoco tenía muy claro si queguna de sus preciosas explosiones. Cuando creyó que habían alcanzate, lo que desquiciaba a Mayva, aunque ninguna de sus quejas tuvo el menor efecto, pues él siempre estaba fuera, en algún prado de hierba alta o en la parte trasera de algún vertedero, agachado detrás de una roca, con aquel brillo de zorro en la mirada, temblando, esperando alpo libre se lo pasaba en grande jugando con aquel material deprimenmita, hasta conocerlos todos. O al menos eso creía. Incluso en su tiem

Reef no decía gran cosa, pero sus ojos adoptaban una bizquera que, cuando la veías, aprendías a andarte con cuidado. Frank era más curioso, al modo de los niños atraídos por la ingeniería, y procura____________________cos senales de explosivos de Webb. Lake, bendita sea, no puso mala cara ni se tapó los oídos, ni suspiró aburrida ni hizo nada de lo que los chinamitar maestros de escuela, jefes de turno, dueños de almacén y a cualquiera que en algún momento le pudiera incordiar, y requirió una vigilancia especial para mantenerlo alejado de la serie de pequeños ardos, así que tras la primera lección estaba resuelto a ir corriendo a dimita había saltado por los aires y salido de la explosión como si nada, de lo cual coligió que podía volarse a cualquiera una y otra vez y que lo peor que podía pasarles es que resultaran cómicamente ridiculizatáculo de una verbena en Olathe, donde un titiritero cargado de dinaño Kit, al niño ya le hacía gracia por lo que había visto en un especba volar cualquier configuración del terreno que le dejara Webb, sólo por ver si había alguna regla general. Cuando fue el turno del pequeimaginaban que haría. Entendió el funcionamiento al instante, y la primera vez provocó una espléndida onda expansiva de gran radio, creando varias toneladas de roca trapeana…, tal vez sonriendo para sus adentros del modo en que ya había empezado a sonreír.

La cuestión de qué partido debía tomar -en oposición al que de hecho tomaba- había atormentado a Webb durante buena parte de su vida, desde los tiempos de los Billares de Shorty en Cripple, una cues____________________bre temas más profundos, como en qué seguir insistiendo, qué pasar por alto, cuánto debía a quién, sólo pudo plantearla sobre la marcha, con gente de la que, como mucho, esperaba que no le delatara.frutado del lujo del tiempo, y no hubiera tenido nada más que hacer que apoyar los pies en la barandilla de madera de un porche, liar un cigarrillo, contemplar las colinas, dejar que la brisa le acariciara, claro que lo habría resuelto; pero tal como fue su vida, no dispuso ni de un minuto que no perteneciera a otra persona. Cualquier discusión sotión que, en realidad, nunca llegó a resolver del todo. Si hubiera dis

– No tengo claro si a veces no hubiera estado mejor sin todas esas obligaciones familiares -reconoció en una ocasión ante el Reveren_do Moss, quien carecía de autoridad para absolver los pecados de su rebaño de dinamiteros, pero lo compensaba con un apetito sin fin de escuchar sus lamentos-. Poder trabajar solo -murmuró Webb-, con margen de maniobra.

– Tal vez no. -Y el Reverendo soltó su teoría y práctica de la re____________________garse a perder tanto.rían, porque tienes demasiado que perder; nadie, ni siquiera el más duro, puede ser tan duro, es lo que creen, nadie está dispuesto a arriessistencia al poder-. Si llevaras una vida clandestina, irían a por ti. Odian a los solitarios. Los huelen. El mejor disfraz es no disfrazarse. Debes formar parte del mundo normal, cotidiano, estar en él, ser de él. Un hombre como tú, con mujer e hijos, es el último de quien sospecha

– Pues no se equivocan, yo no lo estoy.

El Reverendo se encogió de hombros.

– Entonces no seas más de lo que pareces.

– Pero es que no puedo…

El Reverendo, que casi nunca sonreía, estaba a punto de esbozar una sonrisa en ese momento.

– No, no puedes -dijo asintiendo-. Y Dios te bendiga por eso, her_mano de clase.

– ¿Le importaría decirme cuándo voy a dormir?

– ¿Dormir?, pues cuando te duermas. ¿Es eso lo único que te preo_cupa?

– Lo que pasa es que no me gustaría dormir donde pudieran pi_llarme, necesito una cama segura en algún sitio.

– Algún lugar secreto. La palabrita otra vez… Si quieres aparentar que eres normal no puedes tener demasiados secretos, ¿verdad?

Y sin embargo, ¿qué seguridad podía ofrecer el Mundo Normal de Colorado, con la muerte acechando en cada esquina, cuando todo podía perderse en un suspiro, con tanta rapidez como una avalancha?

No se trataba de que el Reverendo quisiera el Paraíso, se habría dado por satisfecho con algún sitio donde los hombres no tuvieran que en____________________larios dignos y existiera el derecho a organizarse, porque un hombre solo era una muía trastabillando por el filo del sendero montañoso de la vida, a punto de ser aplastada o empujada a patadas al vacío.tos dólares y cincuenta centavos al día, un lugar donde se cobraran sazarzarse como perros en una refriega por empleos que destrozaban los pulmones y que reportaban, en el mejor de los casos, tres bendi

Resultó que el Reverendo era una víctima más de la Rebelión.

– Y así encontramos de nuevo nuestro querido y viejo Sur, aun____________________mente dirían: pues muy bien, ahí os pudráis, siempre encontraremos a otros que trabajarán barato…cluso con menos piedad, nos ridiculizaban y asustaban tanto como nuestros padres habían hecho con los esclavos una generación antes, y la gran diferencia radicaba en que si huíamos, ellos con toda seguridad no correrían a perseguirnos, no les harían falta leyes de fugas, simpleque no exactamente el tipo de redención en el que pensábamos. En lugar de la vieja plantación, esta vez era más probable que se tratase de una mina de plata, y los esclavos Negros éramos ahora nosotros. Los propietarios descubrieron que podían explotarnos igual, peor aún, in