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Pero también se respiraba un ambiente de urgencia en el extran_jero, si bien nadie hablaba de ello sobre el terreno, como si el trabajo tuviera que hacerse rápidamente, antes de que el legado de canciones de cada pueblo se perdiera para siempre.

– Supongo que seré vuestro escolta -dijo Reef-, aunque no os haría daño a ninguno de los dos poneros al día en algún tipo de ferre__garás de la navegación, y Yash, bueno, supongo que habrá alguna tarea que te podamos encomendar…tería personal, a efectos de cubrirnos la espalda; Cyprian, tú te encar

Si no hubiera estado ya acostumbrada al concepto que Reef tenía de la burla cariñosa, Yashmeen habría reaccionado con rabiosa indig__malmente y dijo:nación ante un comentario como ése. Ahora se limitó a sonreír for

– En realidad, resulta que soy el verdadero corazón palpitante de esta misión. -Lo cual era cierto.

Como siempre, Reef se extendió sobre lo que, salvo por su caren__neral tenía más que ver con el modo en que un cabrón trajeado le había estado mirando ese día. Cyprian no tenía la menor convicción política, y los comentarios al respecto, si no podían convertirse en un chiste, no le merecían ningún interés. Yashmeen era, sin duda, la que compartía más profundamente las creencias anarquistas por aquí. No se hacía ilusiones sobre la inocencia de los burgueses, pero aun así se aferraba a una fe ilimitada en que era posible ayudar a la Historia a cumplir sus promesas, incluida, algún día, la justicia para los oprimidos.cia de análisis, habría pasado por hostilidad de clase, aunque por lo ge

Se trataba de la antigua necesidad que ella tenía de algún tipo de trascendencia; la cuarta dimensión, el problema de Riemann, el aná__rido que incluso el deseo erótico no tuviera consecuencias, al menos ninguna de tanto peso como el deseo de tener un marido, hijos y todo lo demás, que parecía acuciar a otras jóvenes de la época.lisis complejo, todo eso se había presentado como una vía de escape de un mundo cuyos términos no podía aceptar, donde habría prefe

Pero los amantes no podían contarse como influencias trascen__placable. Ahora, en Yz-les-Bains, Yashmeen se preguntaba si habría encontrado un tardío alivio temporal, una dentes, y la historia había seguido adelante con su propia agenda imesperanza de ir más allá de las formas políticas hacia una «unicidad planetaria», como le gustaba expresarlo a Jenny.

– Ésta es nuestra propia era de las exploraciones -decía- en el país sin cartografiar que espera más allá de las fronteras y los mares del Tiem_po. Emprendemos nuestros viajes hacia allí a la luz tenue del futuro, y volvemos a la época burguesa y su inmensa ilusión de seguridad para contar lo que hemos visto. ¿Qué son todos nuestros «sueños utópicos» sino formas defectuosas de viaje en el tiempo?

Tras una fiesta de despedida que se alargó toda la noche y sería recordada por una inocencia todavía a salvo de toda causa y efecto, salieron en un amanecer tormentoso y, cogidos del brazo, recorrieron los adoquines resbaladizos de las callejuelas, pasaron bajo puentes para peatones, subieron y bajaron tramos de escaleras iluminados por una luz húmeda, hasta sus habitaciones, para intentar dormir unas horas antes de partir para la Península.

Luego subieron al tren y las agujas les fueron dando paso una tras otra, como un mago que enseñara una carta a los espectadores sin es__bitual suspensión de la incredulidad del turista ante un espectáculo de variedades; en realidad ya no se trataba de «viajar», sino de tres tipos de necesidad.tar muy seguro de hasta qué punto querían que los engañara, porque esta vez ninguno de ellos encontraba el modo de disfrutar de la ha

Y no eran tanto las vistas de la Europa invernal que desfilaban aceleradas por las ventanillas cuanto el folleteo que tenía lugar cuan_do las persianas del coche cama se bajaban. La antigua fantasía del Orient Express disponible cualquier noche en cualquier music-hall de Europa.

A la salida de Zagreb, Yashmeen, como si percibiera que algo lle_gaba a su final, con su hermoso culo levantado por Reef, que acababa de penetrada, le hizo gestos a Cyprian para que se acercara y, sin más preliminares, por primera vez, se metió su pene, ya dolorosamente erecto, en la boca.

– Oh, vaya, Yashmeen, esto no es…

Ella se detuvo, desencajando la boca por un instante, y le clavó una mirada a un tiempo dura y cariñosa.

– El embarazo lleva a una mujer a hacer cosas extrañas -se expli_có-. Concédemelo. -Y reanudó la mamada y, para el inmenso goce de Cyprian, también le mordió, primero con suavidad pero al poco cada vez con mayor fuerza, así que él no tardó en alcanzar el clímax sobrecogido por ese dolor hábilmente calculado, con Reef, excitado por lo que veía, no muy a la zaga, gritando «¡Yuuupi!», como tenía por costumbre.

– Sí, debería haberlo imaginado -añadió Cyprian, casi sin aliento.

– La norma -le recordó ella cuando parecía a punto de plantear la cuestión de los papeles y «lugares» un poco más tarde, al acercarse ya a Beogrado- es que no hay normas.

Y más o menos en ese instante, y por accidente, claro, Cyprian captó la mirada de Reef.

– Que no se te ocurran ideas raras -dijo Reef en un tono inme_diatamente hosco.

– La verdad es que tienes un culo atractivo -musitó Cyprian-, del tipo musculoso y tirando a pequeño…

– Mierda -dijo Reef negando con la cabeza-. Se me ha acabado el apetito. A ver si os aclaráis los dos, voy al salón de fumadores, a echar_me un purito.

– Pues aquí tienes un bonito panetela -Cyprian no pudo evitar el comentario- a tu entera disposición.

– ¿Eso? Eso ni siquiera es un Craven A. -Y Reef se fue indigna_do, pero ni de lejos tan irritado como fingía. Porque Yash tenía razón, claro. No había normas. Ellos eran quienes eran, y punto. Desde hacía cierto tiempo, cada vez que Yash y él follaban cara a cara, ella se las componía para echar la mano hacia atrás y meterle un dedo, mierda, a veces hasta dos, allí mismo, bien adentro, y a él le parecía que no siem____________________bías pensado, dirigiéndose a troneras que nunca habías imaginado…presa que veías por el rabillo del ojo volviendo hacia ti para chocar en ángulos imprevistos, desde bandas en las que a veces ni siquiera hañaban, pero aparte había que esperar carambolas, massés y bolas sorba cómo sería si Cyprian se lo follaba a él para variar. Claro. No tenía por qué pasar, pero, bien pensado…, era como el billar, supuso, tenías los tiros directos, con los cortados y efectos laterales que los acompapre estaba tan mal. Y, para ser sinceros, de vez en cuando se pregunta

Y la verdad era que Reef, pese a lo mucho que hablaba, se había encariñado del chico. Había cabalgado con hombres cien por cien 'machos', de pelo en pecho, con los que resultaba infinitamente más difícil llevarse bien. Susceptibles, sentimentales ante cualquier tonte__ban a sus mujeres con lágrimas en los ojos mientras recogían el dinero, y si pasabas cierto tiempo en compañías así o acababas desarrollando una inmensa paciencia o te volvías violento.ría -música de cantina, historias de animales-, malvados que chulea

Lo que le sorprendía de este trío, lo que en realidad no entendía, era que seguía esperando sentirse celoso por algo, pues en el pasado se había portado siempre como un mezquino hijoputa cuando se da____________________cían entre murmullos, o los flâneurs que hablaban enjerga se sumían en el silencio y se les borraba la sonrisa de la cara, sabedores de que Cyprian había entendido cada una de sus palabras, pero sin ganas de averiguar hasta qué punto se las iba a tomar como algo personal.sionales que rondaban delante de los casinos, entre las sombras, esos que esperaban a los incautos y los pagados de sí mismos, se desvaneradamente, lo había visto abandonar la pose de histeria teatral que utilizaba en el día a día y mostrar un frío dominio de sí mismo: lo vio tensarse y respirar controladamente, mientras los acechadores profeprian? Pero a medida que lo iba conociendo, Reef vio que Cyprian sabía defenderse cuando era menester, y no todo tenía que ver con el Webley que Reef sabía que llevaba encima. Un par de veces, inespero, ¿cómo va a sentir celos un hombre de un mariquita como Cyrecer nunca. En el pasado habría pensado algo así como: bueno, clapado en vómitos, no siempre suyos. Pero entre ellos tres la cosa era distinta, los celos ni siquiera habían aparecido, es más, no podrían apana de una ventana, o dos cabezas juntas en una calesa a un kilómetro de distancia, había sido presa de un arrebato homicida por culpa de los celos. Y después se despertaba en cualquier antro con el pelo empadaba cuántas noches, el atisbar una lámpara que se apagaba tras la cortiban este tipo de situaciones con tres implicados, ni siquiera recor