Reef, que no perdía ocasión de taconear, salió a bailar con una variedad de atractivas parejas que casi parecían haber formado una cola. Yashmeen, pasado ya la mitad del embarazo, se daba por satisfecha con sentarse bajo un toldo y ver lo que pasaba. Cyprian miraba y no miraba a los jóvenes del pueblo que en el pasado habría considerado deseables, cuando inesperadamente lo abordó un hombre delgado y bronceado, engalanado para la boda.
– Te conozco -dijo Cyprian.
– Salónica. Hace dos años. Me salvaste la vida.
– Vaya, eres «Flaco Gabrovo». Pero creo recordar que lo único que hice fue buscarte un fez que te encajara bien.
– Pensaba que a estas alturas estarías muerto.
– Hago lo que puedo. ¿Eres tú el que se acaba de casar?
– La hermana pequeña de mi mujer. Con un poco de suerte po_drá trabajar toda la cosecha antes de tener el primero. -Sus ojos no habían parado de desviarse hacia Yashmeen-, ¿Es tu esposa?
– No tengo esa suerte. -Y los presentó.
Flaco contempló sonriente el vientre de Yash.
– ¿Para cuándo?
– En mayo, creo.
– Ven a alojarte con nosotros cuando llegue. Mejor para ti, para el bebé y sobre todo para el padre.
– Aquí está el hombre en persona -dijo Cyprian con toda la ale_gría de que fue capaz.
Reef fue felicitado y convidado a quedarse con Flaco y su fami____________________car eltendía de este a oeste, entre los Montes Balcanes y la Sredna Gora, y ciertamente era un lugar tan probable como cualquier otro donde busbía estado habitando en un mapa personal de escala uno a uno de la Península desde que llegaron, se puso alerta al instante. El Valle se exlia, que tenían una pequeña granja de rosas cerca de Kazanlák, en el corazón del Rozovata Dolina, o Valle de las Rosas. Cyprian, que ha Interdikt.
Esperó el momento idóneo para abordar la cuestión con Flaco.
– ¿Habéis notado algo raro por ahí fuera?
Posiblemente con una vaga idea de la profesión de Cyprian:
– Es interesante que lo preguntes. Hemos visto gente que no de__rar directamente a Cyprian y añadir-: Traen maquinaria.bería andar por ahí. Alemanes, creemos. -Se interrumpió antes de mi
– Pero no maquinaria agrícola.
– Alguna parece eléctrica. También militar. Dínamos, largos cables negros que entierran. Nadie quiere desenterrarlos para ver qué son, aunque corrieron rumores de que algunos mutri locales tenían pensa____________________guien ve a esa gente asustarse por algo.sas suelen tenerse en cuenta, y se toman las medidas apropiadas, pero en este caso al día siguiente todo se olvidó. Es la primera vez que aldo ir a robar lo que pudieran y llevarlo a Petrich, en la frontera con Macedonia, donde puede venderse casi todo. En algún punto entre Plovdiv y Petrich, desaparecieron junto con lo que llevaran. No se los ha vuelto a ver. En el mundo de la delincuencia en Bulgaria, estas co
– ¿Crees que sería muy difícil echar un vistazo sin que nadie lo supiera?
– Puedo enseñártelo yo mismo.
– ¿No tienes miedo?
– Tú verás si hay algo de lo que tener miedo o no.
Pese a saber desde el principio que sucedería en algún momento del viaje, cuando anunciaron que había llegado la hora de marcharse, el Profesor Sleepcoat se mostró desolado.
– Debería haberme dado cuenta de que no tenía que salir esta vez -gruñó-. Es como el juego de las sillas musicales. Salvo que la música se paró hace dos años.
– Mantendremos el oído alerta, tal vez encontremos material lidio -prometió Yashmeen.
– Tal vez ya no exista. Tal vez haya desaparecido para siempre. Tal vez ese hueco en el contínuum musical, ese silencio, sea el primer anuncio de algo espantoso, de lo que ese silencio estructural sólo sea una inofensiva metáfora.
– ¿Contará en Yz-les-Bains que nosotros…?
– Es parte de mi cometido. Pero os echaré de menos.
Incluso para los autóctonos, acostumbrados a idiotas charlatanes del norte y del oeste con atuendo de turista, los tres parecían seria____________________do por ahí tan tarde, guos adoquines o la tierra abrasada, en regiones que con demasiada frecuencia presentaban resonancias angélicas…, qué andaban haciensando en la siguiente comida sólo cuando debían hacerlo, las caras ensombrecidas por las alas de los sombreros de paja urdida, visibles desde los lados o por debajo a la luz del sol que reflejaban los antimente apasionados, como si se comportaran no como querían sino como debían, en respuesta a las silenciosas voces del deber. ¿Quién podía saber, al encontrarlos en cualquiera de aquellos pueblos de las colinas, subiendo, descendiendo, sin dar un paso en terreno llano, pena una hora tan avanzada ya de la historia, cuando hacía tanto que todos los demás habían regresado, se habían retirado o volvían a estar inmersos en las ásperas certidumbres que sus tierras, más al oeste, estaban preparando o ya habían preparado…?
La granja de Flaco, por lo que Reef dedujo tras un rápido examen que a esas alturas ya hacía sin pensar, disfrutaba de una buena posi____________________minutivos.mados o irregulares, todos los cuales llevaban como mínimo un rifle, todos ellos conocidos de la zona, que se llamaban entre sí por sus ditera o escapaban de las emboscadas siseando y graznando, mientras que el tráfico que pasaba podía verse fácilmente a kilómetros de distancia, la mayor parte formado por carretas de las granjas y jinetes uniforbra, y había gansos por todas partes, que se movían junto a la carreción estratégica, en un pequeño valle, con un arroyo que corría desde la Sredna Gora bordeado por otras pequeñas granjas, cada una con su propio perro asesino, no muy lejos de una carretera que se desplegaba en curvas lentas, salpicada de vez en cuando con un árbol y su som
La granja era un hervidero de niños, aunque cuando Cyprian los contaba, nunca veía más de dos. Su madre, Zhivka, tenía buena mano con las rosas, y mantenía una parcela en la parte de atrás de la casa donde realizaba experimentos de hibridación, que había empe_zado hacía años cruzando R. damascena con R. alba. Tenía nombres para todas, les hablaba y al cabo de un tiempo, cuando la luna y el viento eran favorables, Cyprian oía que le respondían.
– En búlgaro, claro, así que no entendí nada.
– ¿Quieres contarme algo? -murmuró Yashmeen, enorme como una barcaza, tras haber pasado un día incómodo.
– Estaban hablando de ti y del bebé. Según parece será niña.
– Sí, ésta es una bonita maceta, espera un momento, no te muevas mucho…
A medida que se acercaba el momento, las mujeres de las granjas vecinas se acercaban más a Yashmeen, mientras Reef salía en busca de la diversión que hubiera en esas regiones y Cyprian se contentaba con las iglesias, los rosales de dos metros de alto, las largas puestas de sol, la noche de un azul acerado. Los hombres lo evitaban. Cyprian se preguntó si, en un trance que ya no recordaba, habría ofendido a alguno, quizá mortalmente. No se trataba, de eso estaba seguro -y tal vez fuera lo único de lo que podía estar seguro-, de que la severidad dibujada en los rostros que se volvían hacia él no fuera la del deseo. Esa era una ilusión cuyo consuelo ya no se permitía en las que a veces parecían ser sus últimas horas. Además, le importaba un pimiento.
Había dejado de buscar compañía erótica. Otra cosa, tal vez, pero fo_llar con desconocidos ya no le preocupaba mucho.
El bebé nació durante la cosecha de la rosa, a primera hora de la mañana, cuando las mujeres ya habían regresado de los campos; nació en medio de una fragancia todavía no adulterada por el calor del sol. Desde el primer momento sus ojos se entregaron abiertos y enormes al mundo que la rodeaba. Lo que Cyprian había imaginado como terrorífico o, en el mejor de los casos, repugnante, resultó ser a la hora de la verdad irresistible, con Reef y él a cada lado de la antigua cama, cada uno sosteniendo una mano de Yashmeen mientras ella se alza____________________día ser.muraban y querían a los hombres fuera de allí. En el infierno, si poba para afrontar las oleadas de dolor, a pesar de las mujeres que mur