– Pararemos aquí -dijo Mihály Vamos- y seguiremos andando, con cuidado.
En fila india, avanzando en zigzag, como si contaran los pasos, se acercaron a una larga estructura de cemento erosionado, llamativa_mente oscuro en este desacostumbrado frío estival, una repetición de elementos que en su totalidad estaban lúgubremente dispuestos en la misma dirección, como si esperaran a intrusos desconocidos pero no por ello merecedores de misericordia.
Vamos los llevó a una especie de casamata ampliada, construida no hacía mucho pero que ya empezaba a herrumbrarse. Dentro, en las sombras ocres de la tarde, comunicados desgarrados que en el pasado habían voceado urgencias seguían sujetos a un antiguo tablón de anuncios enmarcado, aunque muchos ya se habían caído y habían ido a parar a los rincones. Los túneles conducían al interior de una oscu_ridad de piedra, hacia estructuras contiguas que no estaban indicadas, y se extendían a lo largo de kilómetros en lo que se anunciaba con toda claridad como una inmensa barrera fortificada.
En un almacén encontraron cientos de bombonas nuevecitas, sin rastro de polvo, todas con la etiqueta fosgeno.
– Son de verdad -dijo Vámos-. El fosgeno ya ha dejado de ser exótico, hay plantas que lo producen por todas partes, no es más que cloro y monóxido de carbono. Con acceso a la suficiente corriente eléctrica, es fácil producir cloro a partir del agua salada, y el monóxido de carbono puede recuperarse a partir de casi cualquier proceso de combustión. Los expones ambos a la luz, y ya tienes fosgeno.
– Nacido de la luz -dijo Cyprian como si estuviera a punto de entender algo.
– Parece que, después de todo, ésta no es un arma de gas -dijo el motoros-, «Fosgeno» es en realidad una palabra en código para luz. Aquí hemos aprendido que es la luz el verdadero agente destructi_vo. Aparte de eso, los creadores del Zabraneno se han movido en el mayor de los secretismos, aunque los pocos trabajos teóricos publica_dos parecen ser alemanes, y se remontan a los primeros estudios sobre el alumbrado urbano; sin embargo, por entonces le dedicaban gran atención al Éter, utilizando como modelo las ondas de choque que atraviesan el aire en una explosión convencional, buscando métodos similares para intensificar localmente la presión de la luz en el Éter… Por la experiencia militar con proyectores, se sabía con qué eficacia una luz de esa potencia podía producir desconcierto y miedo. El paso siguiente era encontrar un modo para proyectarla como una corriente de energía destructiva.
– El miedo en una forma letal -dijo Cyprian-. Y si todas estas unidades, a lo largo de esta línea, explotaran a la vez…
– Una gran cascada de ceguera y terror que arrasaría el corazón de la Península Balcánica. Jamás ha sucedido nada igual. La fotometría es todavía demasiado primitiva para que alguien sepa cuánta luz se desplegaría o lo intensa que sería…, se situaría en torno a varios mi_llones de candelas por pulgada cuadrada, pero sólo son suposiciones, expresiones de pánico militar en realidad.
– Dios -dijo Reef.
– Puede que no.
Flaco había mencionado unos cables negros.
– Pero por aquí no veo ninguna fuente de luz.
La mirada que recibió de Vámos no era de las que Cyprian re_cordaría con tranquilidad.
– Sí. Raro, ¿verdad?
Al salir, Vámos dijo:
– ¿Es esto lo que te mandó buscar tu gente?
– No dijeron nada de códigos -dijo Cyprian con una furia con_tenida-, más malditos códigos aún.
Los motoristas los dejaron en un cruce de carreteras cerca de Shipka.
– Sok szerencsét, Latewood -dijo Vámos asintiendo. Según el pro__vanecido y el viento reanudó su aleteo.tocolo de estas situaciones, puede que sobre todo en Tracia, uno no se daba la vuelta a mirar. Al poco, el ruido de los motores se había des
– ¿Qué vamos a decirle a Yash? -se preguntó Reef.
– Que no pudimos encontrarlo. Fingiremos que seguimos bus_cando por un tiempo, pero en las direcciones equivocadas. Debemos mantenerla a ella y al bebé lejos de esto, Reef. En algún momento, diremos que la misión es un fracaso y volveremos a…
– ¿Has perdido el hilo, colega? -preguntó Reef al cabo de un rato.
– Me estaba preguntando qué le diremos a la gente de Ratty. Ellos tienen una impresión más que equivocada de lo que está pa_sando, ¿no?
– Suponiendo que esos chicos de las motocicletas nos hayan con_tado «la verdad verdadera».
– Ahora son los guardianes de la cosa. Ya puestos, de todo este tris__nen. No quiero creerles, pero les creo.te e incomprensible caos balcánico. No quieren la misión, pero la tie
A partir de entonces, en los momentos en que no tenía ningu__te un inmenso estallido de luz, tóxica e implacable, que despojaría el cielo de todo detalle, una imagen de la que ni siquiera se libraba en sueños.na ocupación urgente, Cyprian se encontraba esperando de repen
Cuando reanudaron la marcha, a Reef le encantó ver lo fácilmen____________________cisamente entonces, la niña le recordaba a su hijo Jesse en Colorado.tino de nómada y no viera motivos para oponer resistencia alguna. En cuanto aprendía a asir un determinado objeto, lo primero que hacía era tirarlo. Aunque era algo que Reef necesitaba y no necesitaba prezones que cualquier otro bebé, pero no más, como si conociera su deste que se adaptaba el bebé al viaje. Ljubica lloraba por las mismas ra
– Te estás comportando como si fuera tu segunda oportunidad -dijo Yashmeen.
– ¿Qué tiene de malo?
– El que te creas con derecho a tenerla.
«¿Y quién dice que no lo tenga?», estuvo a punto de espetarle, pero se lo pensó mejor.
Se dirigían al este, hacia el Mar Negro, con una vaga idea de es_tablecerse en Varna, para así reanudar la antigua vida de balneario, y ganarse unos cuantos leva con un poco de juego tranquilo y demás, siempre que se lo permitiera el bebé.
– Alguien dijo que el palacio de verano del Rey está allí.
– Y…
– Todavía es verano, ¿no? Cuando el Rey está en la ciudad, siem_pre hay moscas, ¿no lo sabías?, es un antiguo proverbio.
El tema del Interdikt no había vuelto a surgir. El nacimiento de Ljubica había situado la cuestión, al menos para Yashmeen, muy aba____________________to habría diagnosticado unamo. Hasta un neurópata aficionado que los observara en ese momenjo en su lista de prioridades. El que tampoco ninguno de los dos hombres sacara el tema le indicaba que tal vez todos pensaran lo mis folie á trois posparto. El resto del mundo buscaba dónde refugiarse, los sueños de los burgueses y de los traba_jadores adoptaban formas terribles, todos los profetas coincidían en que se aproximaba la tormenta… ¿en qué estarían pensando estos tres? Y, por si fuera poco, con un bebé al que cuidar. Menudos irres_ponsables, por no decir completamente hebefrénicos.
Había una carretera en perfecto estado que llevaba hasta el mar, pero por alguna razón no podían seguirla. Así que continuaron as_cendiendo, adentrándose en los Montes Balcanes, incluso volvieron sobre sus pasos hacia el oeste, como si obedecieran ciegamente a una brújula fatalmente sensible a las anomalías.
A ciertas horas del mediodía, ramas de pino con oscuras vetas de sombras se alzaban temblorosas hacia ellos como los brazos de los muertos incontables, no tanto suplicando como exigiendo, casi ame____________________bre él.ciones, de hecho nadie que estuviera vivo recordaba un tiempo en el que hubieran cantado, y esos cielos pertenecían ahora a las rapaces. El país estaba bien preparado para lo que no tardaría en abatirse sonazando. Los pájaros de la región no cantaban desde hacía genera