– Tengo que quedarme aquí, eso es todo.
Aunque no osó decir nada, Yashmeen ya sabía que aquello suce____________________vocando recuerdos más remotos que su presente encarnación, había empezado, mucho antes de la llegada de Ljubica, a abrumarla.ra, y observó con impotencia cómo cada día la distancia se agrandaba un poco más. A pesar de sus esperanzas más temerarias. Si él hubiera estado gravemente enfermo, al menos ella lo habría reconocido y cumplido con su deber para con él, pero esa lenta partida, como si se alejara en las ciénagas del Tiempo, entre la miasma hedionda, entre olores que iban directamente a la parte más antigua del cerebro, insado por alto, y que le estaba esperando; y Yashmeen había acabado entendiendo poco a poco que no podría acompañarle allá donde fueperar una vida que podía haber olvidado o cuya existencia hubiera padería. Había empezado a sentir que Cyprian se iría ya desde su gira por los casinos franceses, como si él hubiera descubierto un camino de vuelta, no una reversión a nada conocido, sino un modo de recu
– Podría ser -dijo Cyprian todo lo amablemente que creyó nece_sario- que Dios no siempre nos exija que vaguemos por ahí. Podría ser que a veces se dé una… ¿dirías una «convergencia» a una especie de tranquilidad, no sólo en el espacio sino también en el Tiempo?
Amable o no, Yashmeen se tomó el comentario como un repro____________________tarían ahí cuando los necesitara.rias moradas para acogerla por un par de noches. Que no siempre esgabundeo en el que ella sólo consideraría su hogar la red de espíritus comprensivos que habían excavado espacios bajo sus propias precache personal. Su condición de apátrida se había desplegado para ella como un cielo desde el alba hasta el fin del día, sin sombras, un va
Por su parte, Reef pensaba que Cyprian tan sólo había descu_bierto una nueva forma de dar la nota, y que pronto se dedicaría a otra cosa.
– Así que estás pensando en hacerte monja. Y… ¿no se supone que te tendrían que cortar algo?, no sé…
– Me aceptan tal como soy -dijo Cyprian-; se acabaron para siem_pre esas agotadoras cuestiones de sexo.
– Eres libre -conjeturó Yashmeen.
Cyprian se disculpó.
– Sé que contabas conmigo. Aunque sólo fuera como masa corpo__me y te dejara al descubierto…ral, otro árbol en el cortavientos. Me siento como si acabara de caer
– Sabes que eres muy listo -dijo Reef-, es difícil creer nada de lo que dices.
– Otro vicio británico. Eso también lo siento.
– Bueno, no puedes quedarte aquí. Mierda, sé Bernadette de Lour_des si quieres, pero no aquí. Ya sé que es tu parcela particular, pero, por lo que más quieras, echa un vistazo alrededor. Se va a armar una buena, mi intuición nunca me engaña en eso. No es nada telepático sino profesional. Se ven malditos Mannlicher por todas partes.
– Oh, no habrá ninguna guerra.
Cualquiera de ellos podría haber dicho: «Pero ¿es que no ves que es imposible defender este lugar, que no hay vías de retirada claras, que no hay forma de escapar?». Cyprian debía de saber a esas altu__te siglos. Pero así era la política balcánica. Aquí eran más importantes otras cuestiones.ras lo que pasaba con los conventos en tiempos de guerra. Sobre todo por allí, donde no había habido más que masacres y represalias duran
– Han adaptado la oyrjpia -explicó Cyprian-, el rito de iniciación ortodoxo, a sus creencias, mucho más antiguas. En la historia órfica del origen del mundo, la Noche precedía a la creación del Universo, era la hija del Caos, los griegos la llamaban Nvi; y los tracios anti__den, la Noche es su prometida, su amada, aunque en realidad uno busca convertirse no en su novia, en absoluto, sino en una especie de sacrificio, de ofrenda a la Noche.guos la adoraban como una deidad. Para una postulante de esta or
– ¿Y a nosotros -Yashmeen hizo una pausa como para dejar que el término «ex amantes» resonara en silencio- se nos permitirá la en_trada?, ¿en tu ceremonia?
– Podrían faltar meses, incluso años todavía. En el rito Oriental, le cortan el pelo a la novicia, y luego ella misma se lo teje en una es_pecie de faja que lleva bajo el hábito, alrededor de la cintura, para siempre. Lo cual significa que antes incluso de que me tengan en cuenta como postulante, debo dejar que me crezca el pelo y, dada mi actual medida de cintura, podría requerir cierto tiempo.
– Si te oyeras… -dijo Reef.
– Sí, Cyprian, qué vano, de verdad, se supone que vas a renunciar a todo eso.
Cogió dos puñados de la grasa en cuestión y los contempló con dudas.
– El padre Ponko admite que la norma del largo del pelo no tiene nada que ver con la consagración, sólo sirve para concedernos un mar_gen de tiempo para pensar sobre el paso que vamos a dar, que no lo puede dar cualquiera.
– Que os corten el pelo no es nada -anunció el hegumeno un día a las postulantes reunidas- comparado con el Voto de Silencio. Hablar, para las mujeres, es una forma de respirar. Renunciar a eso es el mayor sacrificio que puede hacer una mujer. Pronto entraréis en un país que ninguna de vosotras conocéis y pocas podéis imaginar, el reino del silencio. Antes de cruzar esa fatídica frontera, a cada una de vosotras se os permite una pregunta, una sola. Pensadla bien, hijas mías, y no desperdiciéis esta oportunidad.
Cuando le llegó el turno a Cyprian, se arrodilló y susurró:
– ¿Qué es lo que nace de la luz?
El padre Ponko lo observaba con una expresión de pena excep__na manera, a no ser que quisiera provocar el cumplimiento de una profecía espantosa.cional, como si hubiera una respuesta que él no podía dar de ningu
– En el siglo XIV -dijo midiendo las palabras- nuestros grandes enemigos eran los hesicastas, unos monjes contemplativos que bien podrían haber sido budistas japoneses: se sentaban en sus celdas a mi_rarse, literalmente, el ombligo, esperando verse envueltos en una luz gloriosa que, creían, sería la misma que Pedro, Santiago y Juan habían contemplado en la Transfiguración de Cristo en el Monte Tabor. Tal vez se plantearan una pregunta parecida a la tuya, como una especie de koan. ¿Qué es lo que nació de esa luz? Curiosamente, si uno lee los relatos del Evangelio, en los tres casos el énfasis no se pone en el ex__jor de los casos, bajo una peculiar penumbra. «Llegó una nube y los eclipsó», según dice Lucas. Esosceso de luz sino en su falta, pues la Transfiguración ocurrió, en el me omphalopsychoi puede que vieran una luz sagrada, pero su vínculo con la Transfiguración es dudoso.
»Ahora tengo que preguntarte a mi vez: cuando algo nace de la luz, ¿qué nos permite ver esa luz?
Resultó, como Yashmeen no tardó en captar, que el padre Ponko abordaba el relato de la Transfiguración según la versión del Antiguo Testamento. El no se hacía ilusiones con respecto a la religiosidad de ella, pero siempre estaba dispuesto a charlar con los incrédulos.
– ¿Conoce la idea de la Shekhinah…, la que mora?
Yashmeen asintió; sus años en el CRETINO le habían propor__tánico.cionado un conocimiento amplio pero superficial en cabalismo bri
– Es el aspecto femenino de Dios. -Con los ojos encendidos, le habló del papel trascendental que se le daba en Chunxton Crescent a la carta número II de los Arcanos Mayores del Tarot, conocida como La Papisa, y de las debutantes de Mayfair que se presentaban allí los sábados por la noche con velos y peculiares tocados sin tener la me____________________plicaciones eróticas de una diosa judeocristiana, y esperaban orgías, azotes, atavíos de color negro brillante y demás, así que para ellos todo se desvanecía en una especie de bruma masturbatoria.gos de «igualdad»…, otros, sobre todo hombres, acudían por las imnor idea de lo que aquello significaba-. Algunos creían que tenía que ver con el movimiento de las sufragistas y hablaban en términos va