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– No sé lo que pasó -le dijo ella a Yashmeen-. ¡Me fascinó! -Y su vida dio un giro radical.

– El sueño de un viejo bribón -añadió Halfcourt cariñosamente. Pero Yashmeen estaba observando cómo la joven miraba a su pa__terio para ella.dre, y lo diagnosticó como un caso de auténtica manía erótica. Lo que Halfcourt sentía exactamente era, como siempre había sido, un mis

Encontraron a Reef en una taberna junto a la bahía de Garitsa. Ljubica, que estaba a punto de cumplir un año y acababa de ponerse en pie, se agarró a un taburete del bar y, con una sonrisa ladeada que sugería que eso no era nada nuevo para ella, contempló a su padre, que bebía ouzo y ponía al día a unos corfiotas en las complejidades de Leadville Fan-Tan.

Yash presentó a Umeki con las cejas levantadas y un discreto ges____________________risa como siempre hacía con cualquier joven atractiva al alcance de sus coqueteos.cero amputando un pene, mientras Reef se limitaba a devolver la sonto con la mano que curiosamente recordaba a un cuchillo de carni

– Tu hermano -sonrió Umeki- es… camarero… ¡y un alcahuete!

– Ya sabía yo que todo aquel rollo de las matemáticas serviría para algo. Ten, permíteme que libere indecentemente a estos señores de un par más de leptas, quizá tengamos bastante para la cena.

Se sentaron en una mesa larga y comieron tsingarelli, polenta, yaprakia y un estofado de pollo con hinojo, membrillo y panceta que Nikos, el dueño y cocinero, afirmó que era una antigua receta vene_ciana de hacía siglos, cuando la isla pertenecía a Venecia; y Reef le dio a su hijita sorbitos de Mavrodaphne, que no la durmieron sino que, de hecho, la alborotaron, pues empezó a tirar de la cola de Hrisoula, la por lo general imperturbable gata de la taberna, hasta que empezó a maullar quejándose. Una pequeña banda de rembetika llegó con un cantante, y al instante Yash y Ljubica estaban bailando juntas una es_pecie de karsilamás.

Avanzada la velada, Halfcourt llevó a Yashmeen aparte.

– Antes de que me preguntes por Shambhala…

– A lo mejor no iba a preguntarte. -Le brillaban los ojos.

– Pues mira, para mí Shambhala resultó no ser un objetivo sino una ausencia. No el descubrimiento de un lugar sino el acto de aban_donar el lugar sin futuro donde me hallaba. Y en esa transición llegué a Constantinopla.

– Y tu línea de universo se cruzó con la de la señorita Tsurigane. Y así.

– Y así.

Cuando convinieron en separarse, Stray y Ewball ya no se acor_daban de por qué habían huido juntos. Stray recordaba que tenía algo que ver con sus primeras nociones de la vida anarquista y la promesa de una mayor invisibilidad, que, por lo que ella sabía, podía extender____________________bilidad de una vasta red de apoyo oculta tenía su atractivo práctico.precisas de la revolución al norte de la frontera, y ciertamente la posira utilizaba su talento como negociadora para conseguir comida y medicinas allá donde se necesitaran en aquellas campañas todavía imbía tenido el don de saber en quién confiar y hasta qué punto, y ahonistros médicos, iniciada en la época de la revolución de Madero y que llegó a contar con un médico local, un hospital del sindicato y un farmacéutico por aquel entonces comprensivo. Stray siempre hase al mundo entero. En la época de los conflictos en las minas del sur de Colorado, ella había establecido su propia red de fuentes de sumi

No se trataba exactamente de una experiencia religiosa, pero de al____________________ritos, entonces había muy pocos límites al bien que era posible hacer.poco para que se lo agradecieran. Su primera norma era «No me lo agradezcas». La segunda, «No te atribuyas el mérito de nada que salga bien». Un día se despertó comprendiendo con la claridad del aire que si una persona estaba dispuesta a renunciar a que se reconocieran sus mégún modo, poco a poco, acabó entregándose a su antigua necesidad de cuidar de la gente. No lo hacía por una compensación económica, tam

Stray se había acostumbrado a descubrir los intereses reales que subyacían tras aquellos que se manifestaban, y buscaba formas de conciliarios. Aunque los intereses en conflicto en la región minera estaban bastante claros, a ella le costó bastante descifrar cuáles eran los motivos de Ewball para querer volver ahí. El beneficio y el poder no eran ob__ciones anarquistas, fueran cuales fuesen, eran invisibles. A ella nunca se le pasó por la cabeza que a él sencillamente le gustara meterse en líos.jetos del deseo para él, aunque Stray nunca se creyó que no quisiera ser líder de algo, o tener acceso a recursos de algún tipo. Pero sus motiva

Sin que le causara una decepción especialmente amarga, enseguida se dio cuenta de que Ewball también asumía la visión anarquista del amor, el matrimonio, el tener hijos y demás.

– Considérame un recurso educativo -le dijo.

– Por Dios, Ewball, sabes muy bien que todo se reduce a tu polla -le replicó ella.

Sin embargo, debido a ciertos sentimientos ambiguos que por entonces estaba empezando a comprender, a Ewball se le ocurrió un día, tras una ausencia medible en años, hacer una visita a su familia en Denver, pues se le había metido en la cabeza que Stray tal vez qui__fono de su visita con apenas media hora de antelación, se presentaron ante su familia.siera conocer a sus padres, lo cual no era cierto, ni de lejos. Y así, un día de entre semana con nubes de lanilla, habiendo avisado por telé

La residencia de los Oust era todavía bastante nueva, grande y con tejado cruzado a dos aguas, una torre redonda y un montón de or__dar un número indeterminado de Oust y Oust políticos en cualquier momento dado.namentos de torneados y tablillas, y lo bastante espaciosa para acomo

La madre de Ewball, Moline Velma Oust, abrió la puerta en per_sona.

– ¿Ewball Júnior? Bueno, pasa tu trasero al salón.

– Esta es mi madre. Ma, la señorita Estrella Briggs.

– Bienvenida a nuestra casa, señorita Briggs. -Los Oust llevaban cierto tiempo viviendo en Denver, pues Leadville se encontraba en franca decadencia, había montones de casas en venta allá donde mira__locaron el rótulo deras, sin compradores-. ¿Te acuerdas de la que teníamos enfrente? Co en venta, cogimos un cronómetro, llevaba me_nos de cinco minutos en el mercado y ya la habían vendido por diez mil. Pues ahora ni pagando conseguirías que alguien viviera en ella.

Moline había tomado como modelo a la leyenda del Condado de los Lagos, Baby Doe Tabor, y se veía a sí misma vestida de luto, pero con estilo, en una bocamina, con un rifle sobre las rodillas, defendien__rido, Ewball padre, había mostrado poco interés en ser Haw Tabor, es decir, en estar muerto.do la propiedad familiar y, por extensión, los días de gloria de una ciudad legendaria, hasta el amargo final. Pero por el momento su ma

– Veo que admira nuestro piano Steinway, señorita Briggs. ¿Sabe tocar, por casualidad?

– No mucho, acompañamientos de canciones básicamente.

– Soy una auténtica entusiasta de los Heder de Schubert… Oh, tóquenos algo, ¿quiere?

Stray apenas había tocado cuatro compases de una melodía de la época titulada I'm Going to Get Myself a Black Salome cuando Moline recordó que tenía que ver la mayólica, a la que quitaban el polvo hoy.

– Refugiados mexicanos, ya sabe, a veces es tan difícil…, oh, que_rida, sin ánimo de ofender, espero que usted no sea una de sus…, quiero decir…

Habiéndose topado con este tipo de situaciones un par de veces, Stray intentó salvar ésta como pudo.

– Ewball es un encanto -dijo de repente-, pero ¿no es verdad que a veces trae a casa a chicas de lo más peculiar?

Moline pareció relajarse y le regaló un guiño y una sonrisa la_deada.