– Que es un número considerable de personas -dijo el Doc Turnstone.
– ¿Te importaría decirme qué hace allá abajo?
– Hay una especie de plexo informal de gente trabajando cuanto pueden para ayudar a los huelguistas. Comida, medicinas, municiones, cuidados médicos. Todo es voluntario. Nadie saca provecho ni cobra nada, ni siquiera se lleva ningún mérito o agradecimiento.
– Me recuerda México.
– Me parece que tú ya has tenido bastante de esas historias.
– No, mierda. Ahora, chicos, a ver si me arregláis esta pierna.
– Casualmente hay un pequeño convoy que se dirige a Walsen_burg, y andan escasos de personal.
– Pues ya me estoy yendo.
– Anda por allí un viejo colega tuyo, Ewball Oust.
– Bueno. Esta debe de ser mi semana, ¿verdad?
Se encontraron, como habían quedado, en Pagosa Springs.
– ¿Cómo va la pierna? -dijo Ewball.
– Todavía patea cuando me pisa algún cabrón del norte. -Frank asintió vagamente en dirección al pene de Ewball-. ¿Y cómo va esa tercera pierna?, ¿o no debería preguntar?
Si Ewball había esperado que la cuestión de Stray no surgiera, no lo dejó entrever.
– Oh -dijo fingiendo que examinaba el cañón defectuoso de un arma de uno de los cargamentos-, otro de los grandes errores de mi vida, supongo. Nunca debí interferirme como lo hice.
– Parecía una buena idea por entonces.
– Ya estamos otra vez. Pero ahora es toda tuya, socio. -Ewball dio un par de coces y añadió-: Siempre lo fue.
– Ahora me entero, Ewb. -Pero ¿quién, aparte de la propia Stray, lo podría saber mejor que Ewb ahí presente?, o eso empezó a pensar Frank, en cualquier caso.
Manteniendo un ojo alerta para evitar a los vigilantes de las mi__bandijas variadas, ascendieron con el pequeño convoy, formado por muías y carretas, hasta el Paso de Wolf Creek y luego descendieron al Valle de San Luis. Pasaban las noches sin dormir, pues sin duda los perseguían jinetes, aunque hubiera luna menguante.nas, a los Ku Kluxers, a los detectives de las compañías y a otras sa
– Otra cosa que tienes que saber. -Ewball removió reflexivamente los posos de la olla de café con el termómetro del Cuerpo de Trans_misiones que había robado y que le gustaba utilizar para alcanzar la temperatura correcta.
Frank resopló.
– Esto no tiene fin, ¿qué más?
– Tu madre. Está en Denver, trabajando para la mía…
– Vaya, no me digas que no es genial. -La respuesta habitual ha_bría sido algo así como «Creía que tu madre trabajaba en los bares de putas de Denver», pero ya había pasado la época para esos cumplidos.
– … y ella y Stray parece que tuvieron una larga y bonita charla.
– Llevaste a Estrella a conocer a tu familia.
– Ella ni siquiera quería, tenía que haberlo pensado mejor.
– Lo que deberías hacer es cuidarte mejor las espaldas, Ewb, es esa Fiebre Burguesa que te está corroyendo.
– Ahora todo eso pertenece al pasado. Sí, ha acabado del todo. Y otra cosa sobre Stray, ¿te he contado alguna vez que…?
– Ewb.
Y sin más demora, el sol había vuelto a salir y el café se había congelado en la olla tras la larga noche.
El paso por la Cuenca del San Luis fue nervioso. En la lejanía apa____________________pensa de esa bien conocida exaltación del espíritu cuando te disparan y no te dan.rillas de los tiradores y al tamaño de la descarga, o sencillamente a que el terreno elevado estaba demasiado lejos, contra la simple recomros estuvieran dispuestos a jugársela al viento, a la precisión de las miña elevación, le habría costado resistirse a la tentación de considerar a esos jinetes blancos para el rifle. Como si los jinetes más aventurete distinta, los menos reflexivos vistiendo ropa oscura que resaltaba contra el paisaje de ceniza, pues a cualquiera, incluso en una pequerecían de vez en cuando jinetes cuyos sombreros, guardapolvos y monturas se fundían con el terreno, recorriendo a toda velocidad la llanura sin árboles, cada uno encaminado en una dirección ligeramen
No se veía tanta vigilancia ociosa como en los viejos tiempos, ahora parecía haber mucho en juego. Allá donde no podían fiarse del telégrafo, los mensajes tenían que seguir llegando a su destino. Los Winchester, Remington y Savage tenían que hallarse en las manos apropiadas. Figuras importantes que procuraban eludir el Denver & Río Grande, infestado de hombres de Pinkerton, tenían que ser escolta_dos por esos senderos sin refugios.
Fue un alivio superar Fort Garland, salir de la llanura y ascender de nuevo al terreno irregular. Llevaron la recua por la cordillera Sangre de Cristo sobre el paso North La Veta, bajo una luz acerada, con in__dían las cuencas mineras.tensidades amarillas entre las columnas púrpuras de nubes…, los Picos Españoles se alzaban por delante al otro lado del valle, y las cumbres nevadas de la cordillera Culebra se encadenaban y se perdían de vista hacia el sur. Y a sus pies, al momento, en un recodo del camino, los primeros tejados de Walsenburg, el tepe dejando sitio a las tablillas de las casas, más allá de las cuales, atrincheradas y desoladas, se exten
Scarsdale Vibe se dirigía a la sección local de la Alianza de Defen____________________ramente daltónicos. La clientela parecía compuesta mayoritariamente por blancos estadounidenses, de riqueza visible, rio montañoso como ilustraciones de postales teñidas a mano por un equipo traído del otro lado del mar y formado sólo por hombres ligetal. Unos enormes ventanales dejaban ver y enmarcaban un escenaplejo turístico de aguas termales cerca de la Línea Divisoria Continensa Patronal, la Confederación Huérfano-Las Animas, conocida como la CHULA, que se había reunido en el casino de un exclusivo comveraneantes del este y más allá, aunque a un observador podría perdonársele que creyera re__tros de Arapahoe.conocer rostros más habituales de los bares de los grandes hoteles de Denver o algunos que tampoco habrían desentonado en los peores an
Era una hora avanzada de la noche, las damas se habían retirado hacía mucho, y con ellas la necesidad de andarse con eufemismos.
– Claro que los utilizamos -Scarsdale bien metido en lo que ya era su habitual sermón político-, los enjaezamos y los sodomizamos, fo____________________masiado tarde. Porque puede que entonces ya no haya refugio.te conscientes de lo que pasa, y muy pocos, si alguno, con la sensatez de abandonar la partida a tiempo y buscar refugio antes de que sea demente, la mayoría carentes de oído musical y ni siquiera remotamenmamos lo que podemos mientras podemos. Miradlos, llevan la marca de su destino absurdo a la vista. La estúpida música del juego de las sillas está a punto de detenerse, y serán ellos los sorprendidos, torpelidad hay de que lleguen a la madurez, de que se eduquen, de que engendren familias, de que mejoren la cultura o la raza? Nosotros totra de nuestra generosidad unos años miserables de espigueo. Claro que lo hacemos. ¿Por qué no? Sirven para poco más. ¿Qué probabinas, cosechamos su músculo, su vista y su salud, dándoles como muestografiamos su degradación, los mandamos arriba, a las vías, y abajo, a minas, alcantarillas y mataderos, los ponemos debajo de cargas inhuma
»Lo acapararemos todo -añadió haciendo el esperado gesto con el brazo-, este país entero. El dinero habla, la tierra escucha, allá donde se agazape el anarquista, donde cabalgue el cuatrero, nosotros, pesca____________________mará fuerza y postrará a todo ante él. Es sencillo. Es inevitable. Ya ha empezado.rá como las campánulas azules en el prado, se extenderá, brillará y tojo y fiel secuaz. Raramente lo hacía ya-. El Anarquismo pasará, su raza degenerará hasta el silencio, pero el dinero engendrará dinero, creceto entre las sombras. Pero Scarsdale Vibe no buscó los ojos de su vietionarnos? -Podía haber echado una mirada provechosa a Foley, atennos y criarnos, recorrer las vallas remotas de nuestras fincas, hacer guardia entre nosotros y aquellos que pudieran entrometerse o cuesmente hasta el estupor, el llanto de niños cuyos buches nunca fueron satisfechos, cuyo futuro, el de aquellos que sobrevivieron, se redujo siempre a trabajar hasta reventar para nosotros, servirnos, alimentargrimas helándose en el rostro de una mujer desgastado prematuraran soportar el viento implacable bajo el tejado desvencijado, las ládáveres congelados cuyos nombres, falsos en cualquier caso, se habrán desvanecido para siempre?, ¿a quién le importará que en el pasado unos hombres lucharan como si una jornada de ocho horas, unas cuantas monedas más al final de la semana, lo fueran todo, mereciellantes del teleférico hayan sometido todas las laderas, y todo sea fiesta y deporte saludable y ganado eugenésicamente seleccionado, ¿quién quedará ya para recordar a la farfullante basura del Sindicato, a los canados acaudalados a las diversiones invernales, cuando los ramales briboriosos, cristianos, mientras nosotros, mirándolos en sus pequeños bungalows de vacaciones, moraremos en los palacios suntuosos que corresponden a nuestro rango, cuya construcción pagará el dinero de sus hipotecas. Cuando las cicatrices de estas batallas se hayan borrado hace mucho, y las escorias estén cubiertas de matojos de hierba y flores silvestres y la llegada de las nieves ya no sea la maldición anual sino una promesa, esperada ansiosamente por la afluencia de aficiodores de americanos, lanzaremos nuestras redes de malla perfecta de diez acres, nivelada y a prueba de gusanos, preparada para construir sobre ella. Allá donde indeseables y patanes desconocidos se arrastren tras sus miserables sueños comunistas, los buenos ciudadanos de las praderas llegarán como redes desbordantes a estas colinas, limpios, la