– ¿Estás seguro?
– Oh, oh. Ewb, ¿qué es esa mirada en tu cara?
– El caballero resulta ser Foley Walker, el devoto secuaz del viejo amigo de tu familia, el señor Scarsdale Vibe.
– Bueno, eso da que pensar. -Frank se bajó el ala del sombrero y pensó en ello-. ¿Significa eso que Vibe también está en la ciudad?
– Alguien tiene que andar por ahí dirigiendo ese circuito de cham__sión. Rockefeller no pudo, pero el bueno de Vibe se siente tan feliz como una mosca en la mierda.pán y faisanes, asegurándose de que los patrones no pierdan su ten
Encontraron una cantina en la calle y entraron. Ewball parecía su_mido en un estado de impaciencia casi juvenil.
– ¿Y bien? -dijo por fin-, ¿qué?, ¿vas a hacer dos muescas o qué?
– Podrían ser tres si hay que llevarse por delante a ese Foley. ¿Es tan espantoso como parece?
– Peor. Dicen que Foley es un cristiano renacido, así que puede hacer el mal que le venga en gana porque Jesús está al caer y nada que pueda hacer un humano es tan terrible como para que Jesús no lo perdone.
– Pero tú andarás cerca cubriéndome la espalda, ¿verdad?
– Vaya, Frank, todo un detalle por tu parte pedírmelo.
Se registraron en el hotel Toltec. Frank sabía que al final se diri__dieron vigilar las idas y venidas del magnate.giría a Ludlow a buscar a Stray, pero en ese momento la posibilidad de que Vibe ofreciera un blanco bastante claro parecía prioritaria. Deci
Mientras reconocían el terreno, en una ocasión creyeron atisbar fugazmente a Mother Jones en persona, a la que subían a empujones a un tren que salía de la ciudad, una escena por entonces cómica por_que ella tenía amigos entre los trabajadores del ferrocarril por toda la línea, que la dejarían subir o bajar allá donde quisiera. Lo que a Frank le llamó la atención de esa dama de cabello cano fue su actitud de a-la-mierda, un amor a la travesura que debía de haber conservado in__pieran lo que era; un amor que debía de haber protegido como a un crío, como a la niña que ella había sido…tacto y protegido del paso de los años, de los plutócratas y de lo que los apólogos a sueldo de estos últimos llamaban la «vida», como si su
Una pequeña jauría de perros bajaba dando vueltas a toda velo__ra. Últimamente había más perros que nunca en la ciudad. Como si alguien hubiera considerado urgente sacarlos de los cañones, donde se avecinaban problemas que a ellos ni les iban ni les venían.cidad por Main Street, como si los empujara un tornado en miniatu
En estos establecimientos turísticos exclusivos siempre tenían habitaciones, pequeñas y despojadas, recámaras contiguas, antesalas donde ultimar sus asuntos letales, adonde los miembros de la troupe podían ir a prepararse, camerinos donde no había frase que recordar, capillas sin Dios…
Tras varias sesiones de cuidadosa observación, Ewball había deci_dido que la mejor hora para ir a por Scarsdale sería justo después de comer.
– Come en el hotel, luego Foley y él dan un corto paseo hasta la oficina de la Colorado Fuel and Iron, donde pasan la tarde estudiando qué maldades perpetrar. Hay un pequeño espacio entre los edificios, podría sorprenderlos ahí. -¿Tú?
Y así se planteó la delicada cuestión de quién dispararía a quién.
– Bueno, es tuyo si nos atenemos a las leyes de la venganza, claro -dijo Ewball-, en fin, si es eso lo que quieres.
– ¿Y por qué no iba a quererlo?
La desconfianza había empezado a rezumar y al poco saturó a Ewbalclass="underline"
– No lo sé. Sólo digo que es posible que Vibe sea un blanco fácil, el objetivo difícil sería Foley. Todo depende de cuánto quieras traba_jar tú.
– ¿Quieres cargarte a Vibe?, ¿y que yo me ocupe de Foley? Pues tienes mi bendición, Ewb, y sin resentimientos, me da igual lo que diga la gente luego.
– ¿A qué te refieres, Frank?
– Oh, ya sabes, esos rollos psicológicos. -Frank se fijó en que la sonrisa de Ewball ya no era lo que se diría amistosa-. Una forma de recuperar a tu padre y todo lo demás. Ideas del este, gilipolleces, claro.
Ewball pensó en ello un momento.
– Aquí -encontró una moneda de cuarto de dólar de plata-, lo echaremos a suertes, así de fácil.
Dos hileras enfrentadas de escaparates retrocedían hasta el fondo de la calle de tierra compacta. Allá donde acababan los edificios, no se veía nada sobre la superficie de la calle, ni horizonte, ni campo, ni cielo invernal, sólo un brillo intenso que ocupaba el vacío, un halo de gloria del que podía emerger o que podía absorber cualquier cosa, un portal de transfiguración plateada, como si se desplegara desde el punto de vista de (imaginemos) un pistolero abatido.
Frank decidió pedir prestado un Peacemaker del 44 a Ewball en lugar de utilizar su Smith & Wesson, que necesitaba un nuevo resor____________________tía alguna posibilidad de que Frank llegara a utilizarlos?bían dejado que Mayva guardara el viejo Colt Confederado de Webb, Frank había pensado en llevar encima los cartuchos que tenía todavía dentro. Habían tintineado por todas partes, entrando y saliendo de alfoijas, de bolsillos de guardapolvos, maletines y cartucheras, y Frank nunca los había utilizado, ni siquiera con Sloat Fresno, diciéndose que los llevaba encima sólo para recordar a Webb. No se trataba de que se estuviera engañando a sí mismo: estaban destinados a Deuce, claro. Pero a no ser que el pequeño reptil regresara a la escena del crimen, ¿existe de la varilla expulsora. Todos aquellos años, cuando Reef y él ha
A falta de Deuce, Scarsdale Vibe ya le servía, pero era inútil ex_plicárselo a Ewb, que se mantenía aferrado a extrañas variantes teóri__gares sobre Webb Traverse hacía diez años.cas de los principios anarquistas y no había forma de que se bajara del burro. Frank se apostó en el estrecho callejón, entre la tienda de un fotógrafo y un comercio de granos y semillas, mientras que Ewball se situó enfrente y esperó al magnate imperial que había bajado los pul
Pasaron por delante de la boca del callejón tan deprisa que Frank casi no los vio. Salió tras ellos y dijo:
– Vibe.
Los dos hombres se dieron la vuelta, Foley sacando ya lo que Frank tardó un segundo en reconocer como una Parabellum alema_na, segundo que bastó para informarle de que pasaba algo raro. Ewball se acercaba sin darse prisa desde el otro lado de la calle, utilizando una carreta que pasaba para ocultarse, con la mano izquierda apoyada sobre el cañón de su arma, casi como si rezara.
Incluso en una ciudad llena de anarquistas asesinos que lo odiaban más que a Rockefeller, Scarsdale no había creído necesario ir arma_do por aquellas calles. En su tono autoritario habitual, en el momento justo en que precisamente no debería haberlo adoptado, ladró:
– Bueno, los estás viendo tan claramente como yo, Foley. Encár_gate de ellos.
Como respuesta, Foley se apartó girando sobre sus talones, alineó la boca de la Luger con el corazón de su patrón y descargó la primera bala. Scarsdale Vibe le miró, casi como si sólo sintiera curiosidad:
– Señor, Foley…
– ¡Jesús es mi Señor! -gritó Foley, y apretó el gatillo, procediendo a vaciar las ocho balas en lo que, después de la primera, ya era un acto innecesario. Como si volviera a su hogar ancestral tras un largo y ago__mentos de caballos, para reposar.tador viaje, lo que había sido Scarsdale Vibe se acomodó boca abajo en la nieve y el hielo sucios de la calle, en el olor de caballos y excre
Foley se quedó un momento mirando el cadáver, mientras los ciudadanos huían a la carrera, algunos a buscar al alguacil, otros a es_conderse.
– Ah, y otra cosa -fingió que le hablaba, con un tono extraña_mente alegre.
Frank, que había contado los tiros, asintió.
– Usted dirá.
– Espero que no os importe, pero hoy es día de paga, y yo llevo en la cola muchos más años que vosotros.