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– Por todos los diablos -exclamó el Counterfly mayor-, mira que ha llovido desde los tiempos de Thick Bush, Alabama.

– Casi treinta años de agua.

– Creía que serías más alto ahora.

– Parece que le van bien las cosas, señor.

– Llámame Dick, todo el mundo me llama así, hasta los chinos. Mierda, a ellos les va mejor. El tratado de estado de Mississippi fue el principio de nuestras respectivas fortunas. ¿Ves aquella maravilla de ahí?

– Parece un Packard.

– ¿No es una hermosura? Anda, iremos a dar una vuelta.

«Dick» vivía en una mansión estilo Beaux-Arts en West Adams con su tercera esposa, Treacle, que era de la edad de Chick, o puede que más joven, y se mostró excepcionalmente atenta con él.

– ¿Otro gin fizz, Chick?

– Gracias, ya me he tomado uno -dijo Chick, que añadió-: Trea_cle -en voz más baja.

– ¿Qué haces con las pestañas? Pareces lo bastante mayor para jueguecitos.

– Venid. -«Dick» los condujo a una sala contigua tenuemente ilu__na de agujeros redondos dispuestos en espiral con una luz de arco muy brillante por detrás, y una batería de pilas de selenio que cubría una pared entera.minada, donde había una enorme máquina, dominada por un disco metálico que giraba a toda velocidad, de casi dos metros de alto y lle

«Dick» se acercó a un panel de interruptores y a unas esferas de indicadores pálidamente iluminadas y empezó a darle a la manivela del armatoste.

– No es que en realidad haya inventado nada, todas las piezas esta_ban ya en el mercado; por ejemplo, ese disco de Nipkow lleva por ahí desde 1884. Lo único que hice fue ver cómo todo encajaría en un único paquete, por así decirlo.

Chick miró con gran curiosidad científica la imagen parpadean____________________nero con el ala hacía abajo que caía de un palmera sobre un hombre más viejo muy sorprendido, el patrón de algún bajel, a juzgar por el sombrero que llevaba.torio, y vio lo que parecía un mono alto con un sombrero de marite que apareció en una pantalla al otro lado de la sala del disco gira

– He captado a ése cada semana por esta hora -dijo «Dick»-, pero a veces parece proceder, ya sé que te parecerá raro, de algún sitio que no está en la superficie de la Tierra sino en…

– Perpendicular -sugirió Chick. Se dio cuenta de que Treacle se había sentado muy cerca de él en el sofá, se había desabotonado mu____________________rando fijamente a Chick.mano podía seguir, parpadeando con distintas intensidades una tras otra para crear una única imagen en movimiento enmarcada, estaba michos botones del vestido y parecía muy agitada. Y en lugar de mirar los puntos de luz, que se revelaban más rápidos de lo que el ojo hu

Este esperó hasta el final de la transmisión, significara lo que hu_biese significado, y se disculpó por no poder acompañarlos esa noche. Treacle le enrolló la corbata y le besó en la boca. Al día siguiente, «Dick» estaba en el campo aeronáutico de Van Nuys antes del toque de diana, haciendo ruidos impacientes con el motor del Packard.

– Me gustaría que conocieras a un par de tipos.

Aceleraron hacia el océano y más o menos a medio camino de la curva de la Bahía de Santa Mónica, encontraron un complejo de co__sultaron ser un centro de investigación dirigido por dos excéntricos ancianos, Roswell Bounce y Merle Rideout.bertizos y laboratorios galvanizados, justo encima de la playa, que re

– Hola, Roswell, ¿qué haces con la escopeta?

– Creía que eras otra persona.

– Han vuelto los matones, ¿eh? -dijo «Dick» con expresión pre_ocupada.

– Comentaste que si alguna vez necesitábamos refuerzos, nos po_drías recomendar a alguien -dijo Merle.

– Y el momento ha llegado, sin duda -dijo Roswell.

– Sí. Bueno, en la ciudad hay un detective que es un genio -dijo «Dick»-, él sabrá qué hay que hacer. Yo también lo tengo a sueldo. Le echa un ojo a Treacle por mí.

Chick lanzó una mirada inquisitiva a su padre. Estaba a punto de comentar lo animada y sociable que parecía la chica, pero se lo pen_só mejor a tiempo.

– ¿Y si, pongamos, las cosas llegan a un punto en que haya que uti_lizar armas de fuego? -murmuró Roswell.

– No le hagáis caso -dijo Merle en tono de susurro-. Una antigua forma de paranoia.

– Mejor que anclar por ahí creyéndome que estoy a prueba de balas.

– Bueno, armado o no, Lew Basnight es vuestro hombre. -De una ajada cartera, «Dick» extrajo un fajo de tarjetas de visita y las hojeó-. Aquí está su número de teléfono.

Dentro, Chick abrió los ojos de par en par: ¡era el laboratorio de los sueños de todo niño! Vaya, si el local hasta olía a científico, esa mez____________________dos y paras de arco enteras y en piezas, carbonos a medio usar, quemadores de calcio, pastillas oxono, imanes de alta tensión, alternadores comprataban repletas de voltamperímetros, reóstatos, transformadores, lámcla ya familiar de ozono, gutapercha, productos químicos disolventes, aislamientos. Los estantes y las superficies de las mesas de trabajo escaseros, bobinas vibradoras, fusibles e interruptores, prismas de Nicol, válvulas generadoras, sopletes para soplar vidrio, pilas Thalofide de la Marina, tubos Aeolight nuevos caídos del camión de reparto, componentes del Blattnerphone británico y toneladas de otras cosas que Chick no recordaba haber visto jamás.

Merle y Roswell los condujeron a la parte de atrás del laboratorio a través de puertas de triple cerradura, hasta un pequeño taller ocu_pado por una misteriosa máquina, cuya seguridad les había quitado un poco el sueño últimamente, pues había llamado la atención, según parecía, de cierta oscura empresa criminal con base en, los inventores tenían pocas dudas, Hollywood.

– Veamos, cado sujeto fotográfico se mueve -explicó Roswell-, aun cuando esté quieto. Respira, refleja la luz, pasa algo. Hacer una fotografía es como lo que los profesores de matemáticas llaman «cal____________________dríamos encontrar algún modo de hacer lo contrario, empezar con la foto fija y luegomar un foto es como hacer una primera derivada, entonces tal vez pocular la diferencial» de una ecuación de movimiento: congelar ese movimiento en el muy pequeño espacio de tiempo que requiere el obturador para abrirse y cerrarse. Así que pensamos lo siguiente: si to integrarla, recuperar su original primitivo completo y soltarlo de vuelta a la acción…, incluso de vuelta a la vida…

– Trabajamos dándole todas las vueltas posibles -dijo Merle-, pero no fue hasta que el viejo Lee De Forest añadió ese electrodo de reji__tor de entrada y un condensador de retroalimentación, por ejemplo, se podía construir un circuito en una placa de prueba tal que si elegías tu resistencia y capacitancia correctamente, podías pasar un sencillo voltaje alterno por la rejilla, llamémosla «seno della a la válvula de Fleming cuando todo empezó a adquirir sentido. Entonces pareció bastante claro que con una válvula triodo, un resis t», y conseguir me_nos coseno de t a la salida.

– De manera que, en teoría, el resultado -acertó Chick- puede ser la integral indefinida de cualquier señal que se introduzca en la rejilla.

– Ahí está -dijo Roswell asintiendo-. Ten mucho ojo con éste, «Dick». En cualquier caso, como la electricidad y la luz vienen a ser más o menos lo mismo, en reahdad sólo tramos diferentes del espec_tro, pensamos que si podíamos conseguir ese efecto de integración con la electricidad, entonces también podríamos hacerlo utilizando la luz, ¿o no?

– Mierda, tenéis mi permiso, faltaba más -exclamó «Dick» Coun_terfly.

Para alguien de temperamento profesoral, el paso siguiente habría sido encontrar analogías en el mundo de la óptica para el triodo de De Forest, el condensador de retroalimentación y otros componentes físi__brosamente avanzado de paranoiacos del circuito en cuestión. Pero con Roswell se daba un caso asom querulans que había que tener en cuenta. Uno veía crisparse sus orejas, siempre señal inequívoca de ac____________________res locos preguntaba: «¿Qué coño vamos a hacer con esto?», y el otro se encogía de hombros y respondía: «Nunca se sabe», y allí quedaba la pieza, encima de algún estante o dentro de algún armario, y, como era de esperar, un día necesitaban algo que convirtiera la luz infrarroja en electricidad, o que la refractara en un ángulo concreto de mente recordadas, florecían y fluían como un caleidoscopio ocupando y desocupando su atención. Rostros de abogados a los que les tenía algo menos que afecto, es más, a los que, pese a los años transcurridos, todavía soñaba con asesinar, flotaban ahora distorsionados a través de sus pensamientos. Por no mencionar la inspiración que sacaba, no siempre explicablemente, de las piezas de ferretería que no paraban de llegar, más o menos legalmente, al taller. Uno de los dos inventoriores aplicaciones, modulados por apariciones judiciales defectuosatividad mental, pero su mente no trabajaba, de eso ya se había dado cuenta Merle, en nada de una manera directa. Fragmentos de antepolari_zación, y allí, invisible bajo un montón de chismes acumulados con el paso del tiempo, estaría el objeto en cuestión.