Era una reunión imposible de entender al principio, ni siquiera para un curtido sabueso de L.A. como Lew: damas de la alta sociedad vestidas con conjuntos de los sótanos de Hamburger rechazados hasta por las flappers, flappers auténticas con disfraces de extras -tocados he____________________gar, se dinamitó a sí mismo igual de inequívocamente.te entendió de qué iba todo de verdad, y reconoció en ese instante el crimen que había sido su propia vida, y al alcanzar esa lucidez sobre sí mismo, lucidez que era un pecado mortal en ese momento y ese lutras endurecidas de grasa y sangre pertenecientes a generaciones de ganado, desgastando pares y más pares de zapatos hasta que finalmenles más importantes, y Lew no tardó en empezar a hacerse una idea, pues ¿no eran ésos justamente los tipos que, hacía mucho tiempo, él había dedicado su vida a perseguir, a ellos y a sus primos del campo y la ciudad?, tipos a los que había perseguido por la maleza, por lechos de arroyos y por helados callejones de mataderos recubiertos de coslicía federal, a la estatal y a la local, insultando a los trusts empresariata de corcho, gritándose a la cara unos a otros, exhibiendo cicatrices y tatuajes, recordando en voz alta delitos imaginados o planeados pero raramente cometidos, insultando a los republicanos, insultando a la pocordar, y ahí estaban todos, comiendo enchiladas y perritos calientes, bebiendo zumo de naranja y tequila, fumando cigarrillos con la punbién podrían reconocerlo a él de historias pasadas que prefería no rebiera puesto, negros y filipinos, mexicanos y palurdos, rostros que Lew reconocía de las fotografías de los archivos policiales, rostros que tamlle, gorrones en trajes a medida y gafas de sol aunque el sol ya se hubreos, vestidos de bailarinas de la danza del vientre, pies descalzos y sandalias- que procedían del rodaje de alguna gran producción bíblica, viejos adinerados en jirones y sin afeitar como los pordioseros de la ca
Poco a poco comprendió que lo que tenían todos los presentes en común era haber sobrevivido a un cataclismo del que ninguno de ellos hablaba directamente: un atentado con bomba, una masacre tal vez orquestada por el gobierno de Estados Unidos…
– No, no fue Haymarket.
– No fue Ludlow. No fueron los disturbios de Palmer.
– No fue y no fue. -Regocijo general.
En el centro de toda la turbulencia estaba un viejo caballero con una barba blanca como la nieve y grandes cejas enmarañadas bajo un sombrero negro de ala ancha que nadie en la sala había visto que se quitara jamás. La luz incidía sobre él de un modo extraño, como si es__sonaje de anciano sabio que de vez en cuando había estado cerca del camino que Lew creía que estaba tomando su vida, pero cuando lo miraba le asustaba tanto que hizo cuanto pudo para evitar incluso un saludo amistoso. Resultó que era Virgil Maraca, el padre de Jardine.tuviera en otro sitio, prestando tan sólo su imagen a la reunión. A Lew le recordaba la carta del Tarot del ermitaño con la linterna, un per
– A veces -decía Virgil-, me gusta perderme en ensoñaciones de cuando la tierra era libre, antes de que la secuestraran los republicanos cristianos capitalistas para sus perversos propósitos a largo plazo…
– ¿Y para qué sirve eso? -objetó alguien-. No son más que sue_ños de viejo. De eso ya hay de sobras. Lo que tenemos que hacer es salir y matarlos, uno por uno, provocándoles tanto dolor como sea posible.
– Nada que discutir. Para ti es más fácil decirlo, claro.
– Empezando por el atentado del Times…, nunca me convencerás de que no lo organizó Gray Otis en persona, sobornó a los McNamara para que se comieran el marrón y al Hermano Darrow para que cambiara la declaración. Todo fue un plan urdido para destruir el sin____________________da o mantenida basándose en salarios de hambre.tróleo, los cítricos, toda gran fortuna de por aquí ha sido o financiadicato de trabajadores en el sur de este estado. Desde aquel fatídico diciembre de 1911, el negocio del cine, el crecimiento urbano, el pe
– Pero veinte trabajadores del periódico murieron en aquella ex_plosión.
– Veinte o dos mil, ¿qué le importaba al bueno de Otis siempre que consiguiera a cambio su paraíso eterno de esquiroles, aquí mismo?
Lew no perdía de vista, aunque a distancia, a Jardine Maraca, que se movía sigilosamente entre los invitados, sonreía, bebía champán californiano en un vaso de zumo, que había venido para visitar a su pa_dre en esta reunión de forajidos…; pero de algún modo más intenso que los déjà vus cotidianos, le asaltó la vieja sensación de estar en dos sitios a la vez, revivida de nuevo, y ni siquiera estaba seguro de si re_cordaba esta situación o, peor aún, la preveía, de manera que tenía que preocuparse por la posibilidad de que no sólo Jardine Maraca estuvie_ra muerta sino también de que su asesinato no hubiera sucedido todavía… Se acercó aún más. Ella olía a humo de cigarrillo. Sweet Caporals. In_tensa, bruscamente, le recordó a Troth, su ex esposa de hacía tanto.
Ella alzó la mirada, directamente a sus ojos, como si le planteara un desafío. Como si, en este rincón templado del país, que no enve_jecía nunca, donde todo estaba permitido, ella estuviera sin embargo prohibida.
– Se supone que estoy intentando dar contigo.
– Para… -Si ella sabía el nombre, era reacia a decirlo en voz alta.
– Tony Tsangarakis. La vieja banda del Vertex Club, estaban preo_cupados por ti.
– Debes de ser lo bastante inteligente para no tragarte esa tonte_ría. ¿Cuánto hace que hablaste con Tony?
– No he hablado con él todavía. Pero un caballero negro llamado LeStreet…
– Ah…-Durante un instante su cara pareció vaciarse de esperanza. Pero al momento recuperó el viejo lustre de fotografía de publicidad.
– Chester y Encarnación estuvieron casados, durante un par de se__toria todavía le retumba en la cabeza. Así que no sería él precisamente el primero al que yo recurriría.manas. Eso no lo convierte en sospechoso, desde luego. Pero la his
– Bien, ¿y qué puedo hacer para ayudarte?
– Ya estoy perfectamente cuidada, lamento decirlo.
– Oh, oh.
– Encarnación sólo volvió por un tiempo -dijo Jardine-, sólo el ne____________________sores de la ley en L.A. son tan corruptos como los demás, pero sólo para los delitos menores.bierto, a cambio de una obediencia incondicional futura, pero lo que ha hecho le valdrá una sentencia de muerte. Nuestros heroicos defencesario para declarar quién fue. Un canalla que trabaja de sabueso para los estudios llamado Deuce Kindred. La policía lo acaba de detener por una serie completa de homicidios cometidos durante orgías. Una chica, hace mucho, tal vez alguien del estudio, podrían haberle encu
– Al menos necesitarás que alguien te saque de la ciudad.
Quedaron en un sitio a una determinada hora, pero Jardine ya te____________________cándose con ciones local recuerda haberla visto pasar sobre sus cabezas-; más tarde se informó de que había seguido las vías interurbanas hacia el este, acerpegó y se alejó volando a baja altura -la gente de un parque de atracnía otros planes. Como contarían los periódicos más adelante, fue al aeropuerto de Glendale, robó la avioneta Curtís JN de un actor, desespíritu despreocupado a los postes eléctricos, a las líneas de tejados, a las chimeneas y a otros objetos peligrosos, y cada vez se había alzado hacia el cielo en el último instante. Se desvaneció sobre el desierto, creando un silencio imponente.
La siguiente vez que Lew quedó con Merle en la playa, llevó una fotografía de Troth, un viejo retrato de estudio de gelatina de plata.
Lo había guardado en un viejo manual de alquimia, de manera que se conservaba en bastante buen estado. No sabía cómo preguntar, ni siquiera qué tenía que preguntar.