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Las multitudes vespertinas fluían sin prisas por el parque. En al_gún lugar un acordeón tocaba un hopak con modulaciones de jazz. Niños pequeños jugaban a tirar de las trenzas a las niñas y escapar corriendo, y parejas poco mayores se apartaban de la luz, abrazándo_se. Tiempos de paz.

– Los chicos andan cerca. -El Profesor Vandeijuice escrutó sere__do es así. A lo mejor los conoces y te das una vueltecita. Te llevarán a donde quieras.namente el cielo todavía pálido-. Suelo tener un presentimiento cuan

Siguieron surgiendo más implicaciones de lo que Kit había em_pezado a considerar como una «Situación Zermelo».

– Nos decimos que Lemberg, Léopol, Lvov, Lviv y Lwow son to_dos nombres distintos de la misma ciudad -dijo E. Percy Movay una noche-, pero lo cierto es que cada una es una ciudad diferente, con normas muy precisas de transición de unas a otras.

Desde Tuva, donde había escuchado el canto inexplicablemente ar____________________lo el tiempo suficiente, empezaba a sentir que entraba en un estado nítidamente distinto.cía una imagen muy clara de dónde era eso. Cuando lograba emitircierto, mientras otros hombres, perplejos, maldecían rutinariamente o buscaban sus penes sin darse cuenta o rompían a llorar sin razón aparente, Kit había empezado a emitir desde el fondo de la garganta un único tono grave, tan profundo como podía, tan prolongado como le permitía el aliento. A veces creía que si lo consiguiera hacer bien le transportaría a «donde debía estar verdaderamente», aunque no se haticulado por partida doble, y a lo largo de aquellos tiempos de descon

Un día, el Profesor Vandeijuice desapareció. Algunos afirmaban haber visto que se lo llevaban por los cielos. Kit fue a Glowny Dworzec y subió a un tren que se dirigía al oeste, aunque pronto se bajó, cruzó las vías para cambiar de andén y esperó otro que se dirigiera al este, hasta que al cabo de un rato se encontró subiendo y bajando de trenes con destinos de los que cada vez estaba menos seguro.

Era como la convergencia de una función compleja. El recupera____________________gientes, y el río, batido hasta quedar bía dónde estaba o, algo especialmente inquietante para un viejo vectorista, en qué dirección iba. Podía recuperar vagamente el sentido y descubrir que viajaba por el Danubio, a través de la Puerta de Hierro, en la barandilla de un vapor bamboleante mientras miraba las paredes de roca del Desfiladero de Kazán, llevado al interior de los rápidos ruba la conciencia durante breves intervalos y luego volvía a sumirse en un régimen de hambre, alucinación y ausencia mental. No siempre saconvertido en bruma, se elevaba para envolverlo, como la capa protectora de un dios…; otras veces po____________________dar por qué.rante los breves periodos en que recuperaba la lucidez, sólo pensaba en Dally, consciente de que estaban separados, pero incapaz de recordía hallarse de repente viendo el lago Baikal, o ante una frontera fría al menos igual de pura e intransigente. Comprendía que la otra orilla de este «Baikal» sólo era accesible a los espíritus intrépidos. Llegar hasta allí y volver sería como sobrevivir al fin del mundo. Desde ese lugar preciso en la costa era posible «ver» en la otra orilla una ciudad, cristalina, redentora. Había música, misteriosamente audible, tonal pero deliberadamente quebrada en disonancias, exigente, como si cada nota se empeñara en que le prestaran atención. Y de vez en cuando, du

Unas semanas más tarde, empezó a recibir visitas de una especie de sombra enmarcada suspendida en el aire vacío, un umbral trans____________________rís, con alfombras del Asia Interior en un suelo de madera, olor a tabacopuso y él se encontró en una tranquila habitación de hotel de Paban como el latón a través de una neblina interior, luego se recomte, descubrió que seguía teniendo el mismo tamaño mientras la apertura luminosa empezaba a crecer, hasta que ésta se desbordó y lo envolvió en antiguos tonos herrumbrosos y rojos, que destellata o tal vez sólo distante ventana de plasma brillante. Kit, por su parguando hasta adquirir la forma de una especie de cono grácil y atravesó precipitadamente por la punta lo que parecía una diminures, se transformó en una parpadeante transparencia, que fue mennal, exclamando «¿qué es esto…?»; para asombro de los espectadoparente, que se le acercaba a tal velocidad que sabía que no siempre sería capaz de evitarla. Un día, por fin, todavía vacilante, decidió acercarse, y entonces, asustado, perdió el equilibrio y, atrapado de repente por la gravedad, cayó en la apertura curiosamente ortogo y ganja, y un viejo erudito que llevaba fez y gafas de media luna, inclinado sobre un álbum de sellos suntuosamente encuader____________________cenas genéricas del campo shambhaliano, flora y fauna, montañas, cascadas, gargantas que daban entrada a lo que los budistas llamaban tierras ocultas.fecto estado, sin fijasellos y soberbiamente centrados, todos con la goma original de árboles de la zona, emitidos en series completas que empezaban poco antes del Congreso de Berlín (1878), con esnado, lo que los coleccionistas denominaban un «clasificador», en el que Kit vio una serie de sellos de correos de Shambhala en per

El hombre del fez se dio la vuelta al fin y le hizo un gesto extra_ñamente familiar con la cabeza.

– Lord Overlunch. Encantado de conocerle.

– ¿Qué acaba de pasar? -Kit se sentía mareado. Miró a su alrede_dor un poco espantado-. Estaba en Lwow.

– Discúlpeme, pero usted estaba en Shambhala. -Le pasó una lupa a Kit y le señaló un sello en concreto, cuya viñeta delicadamente gra__mellos bactrianos bajo un cielo con sol y nubes.bada mostraba un mercado con varias figuras humanas. Caballos y ca

– Me gusta mirarlos con lupa al menos una vez a la semana, hoy he notado algo distinto en este sello de diez dírhams y me pregunta__tamente qué había cambiado, la cara que echaba en falta: la suya. Lo sé bien ahora, y es que es, si no le molesta que lo diga, el rostro de un antiguo conocido…ba si alguien, algún rival, habría entrado aquí mientras yo estaba fuera y lo habría sustituido por una variante. Pero, claro, descubrí inmedia

– Pero yo no estaba…

– Bueno, bueno. Un gemelo entonces, quizás.

Lord Gverlunch estaba en la ciudad por la venta de Ferrary, un acontecimiento importante en la historia de la filatelia, para echar un vistazo aunque no para pujar por el sello amarillo de tres skilling sueco.

– Y para reencontrar unos cuantos rostros del pasado, ya sabe. Des_de que pasó la Dama Española, lo bastante cerca para sentir la brisa de su vestido, e intenté no distinguir el rostro detrás de la mantilla negra, uno se ha obsesionado, me temo, con saber quién está encima de la tierra y quién debajo.

– ¿Y cómo he vuelto yo aquí?

– Así reaparece la gente últimamente. Los trenes no siempre fun____________________risa inequívocamente amistosa-, y tanto que sí, según me han dicho. Venga, ¿vendrá?lacionado con un marido…-y en ese momento dedicó a Kit una soncantadora amiga americana, la señorita Rideout, que fue una de las primeras que descubrió Montparnasse después de la Guerra. Algo repiado. -Miró su reloj-. Dios mío, llego tarde. Tal vez le apetecería ser mi invitado esta noche en Chez Rosalie. Le gustará conocer a una encionan. Los cambios de aguja no siempre se colocan en el lugar apro

Las parejas habían salido a bailar un vals titubeante en medio del tráfico, a pesar de los rótulos visiblemente situados que lo prohibían. De un night club cercano salían los compases acompañados de un 'ban_doneón', ubicuos en Montparnasse ese año, del melancólico pero pe_gadizo tango: