– Eehhyyhh, y tu madre es una Pinkerton, mira tú.
– Vaya comunista que estás…
– Me gustaría saber sobre qué estáis discutiendo -se quejó Ran__janos parajes, al viento.dolph St. Cosmo sin dirigirse a nadie en concreto. Tal vez, en esos le
Pero la pirotecnia de esa noche fue, después de todo, algo más que una explosión. A medida que, una tras otra, las violentas candelas ro____________________tos invisible pero presente, justo antes de que aparezcan cientos de luces…cha lenta haya encendido el fuego artificial, ese momento implícito de pasaje hacia arriba, por el cielo oscuro, un continuo lineal de punpués de que la carga propulsora se extinga pero antes de que la mehete, en concreto sobre la extensión oculta de la estela visible, desmanas eclosionaban ensordecedoramente sobre el volcán en ruinas, Miles rogó a la compañía, con un tono de apremio que raramente se le oía, que reflexionara sobre la naturaleza de la ascensión de un co
– ¡Basta, para ya! -gritó Darby apretándose las orejas cómicamen_te-, ¡Parece chino!
– Fueron los chinos quienes inventaron los fuegos artificiales -coin__tras propias vidas? ¿A alguien le sugiere algo? ¡Pensad, grandílocuos, pensad!cidió Miles-; pero ¿qué os sugiere eso sobre las trayectorias de vues
Se aproximaba la hora del gran experimento en la otra punta del mundo. Olores que no procedían precisamente de la cocina se espe__mico hubiera sido repetidamente incapaz de dar un resultado concluyente. Los electrodos chisporroteaban y soltaban llamaradas, y las saban al abrigo del destrozado volcán, como si un largo proceso quíbobinas del gigantesco transformador zumbaban afligidamente, casi con tonos humanos, alimentadas por generadores eléctricos cuyo va____________________multáneamente en cada parte del circuito?tenas transmisoras y receptoras para el equipo sin cables alrededor del cono de lava, y ya había comenzado la comunicación, mientras, casi exactamente en los antípodas de la Tierra, el personal de radio de los Chicos del Azar aguardaba en la cabaña impermeabilizada situada en la cima del Pike's Peak, aunque las opiniones sobre la naturaleza de la conexión divergían: ¿la señal daba la vuelta al planeta o lo atravesaba, o en absoluto se trataba de una progresión lineal y todo sucedía sipor proporcionaban las aguas termales locales. Se habían instalado an
Cuando el Inconvenience estuvo preparado para partir una vez más a los cielos, la discusión sobre el mascarón de proa se había resuelto amistosamente -los chicos habían llegado al compromiso de poner un personaje femenino cubierto, puede que más maternal que eróti__nes edificantes.co-; se intercambiaron disculpas, reiteradas hasta aburrirlos a todos, y entonces se requirieron nuevas disculpas por esas reiteraciones, y las jornadas laborales se saturaron de formalismos celestes. Con el paso del tiempo, los chicos recordarían el episodio del mismo modo que otros recuerdan un periodo de enfermedad o de locura juvenil. Como se encargaba Lindsay Noseworth de repetirles, ese tipo de dificultades siempre surgen por una buena razón, a saber: proporcionar leccio
– ¿Como por ejemplo cuál? -se burló Darby-, ¿«ser amable»?
– Se ha supuesto siempre (quién lo supone no está tan claro) que debemos estar por encima de ese comportamiento -afirmó lúgu_bremente el segundo de a bordo-, literalmente por encima. Ese tipo de rencillas puede que sean propias de la gente del suelo, pero no de nosotros.
– No estoy tan seguro, a mí casi me divertía -dijo Darby.
– Pese a todo, debemos esforzarnos siempre por minimizar la con_taminación procedente de lo secular -afirmó Lindsay.
Cada uno de los chicos se tomó el comentario a su manera.
– Nos hemos salvado por los pelos, amigos -dijo Randolph St. Cosmo.
– Establezcamos unos protocolos -añadió Chick Counterfly- para evitar que se repitan estos incidentes.
– Gloimbrugnitz cidfusp -asintió enérgicamente Miles.
¿Puede sorprender a alguien que, a la primera oportunidad, como no tardaría en ocurrir, los chicos aprovecharan irreflexivamente la oca__ganización, a su país y hasta a la mismísima humanidad?sión de trascender «lo secular», incluso a costa de traicionar a su or
Las órdenes habían llegado con la habitual falta de ceremonia o de simple cortesía siquiera, vía el Caldo de Ostras que preparaba tradicionalmente los jueves como Plat du Jour Miles Blundell, quien esa mañana, mucho antes de que saliera el sol, había visitado el mercado de marisco en las callejuelas estrechas y atestadas de la ciudad vieja de Surabaya, en Java Oriental, donde los chicos disfrutaban de unos días de permiso en tierra. Allí, un caballero de origen japonés y excep____________________mente, había un perla de un tamaño e iridiscencia poco comunes; de hecho, parecía resplandecer desde cho que tenía ante él, en el punto donde acababa de escupir enérgicaguido por medio minuto de atípico blasfemar. En la bandeja del ranro. Miles no recordó el encuentro hasta que el rancho del mediodía se vio interrumpido por un grito agónico de Lindsay Noseworth, seponesa», palabras estas que, a fuerza de ser sinceros, serían las únicas en inglés que Miles recordaría que había pronunciado el citado caballedo, a lo que ciertamente pareció un precio muy atractivo, dos cubos llenos de lo que él describió repetidamente como «Ostra Especial Jacional capacidad persuasiva había abordado a Miles y le había vendidentro, y los chicos, reunidos alre_dedor, la reconocieron inmediatamente como una comunicación de la Jerarquía Superior de los Chicos del Azar.
– No me imagino que, siquiera por casualidad, consiguieras el nombre o la dirección de ese vendedor de ostras -dijo Randolph St. Cosmo.
– Sólo tengo esto. -Miles enseñó una pequeña tarjeta comercial, llena de texto en japonés, lengua que, lamentablemente, ninguno de los chicos sabía leer.
– Menuda ayuda -se burló Darby Suckling-. Pero qué más da, a estas alturas ya sabemos cómo va esto.
Chick Counterfly ya había sacado de su taquilla un artilugio óp____________________saje impreso.tante dispuesta en un mamparo, donde, al instante, como una imagen fotográfica que emergiese de su solución, empezó a aparecer un mendíbula en incómoda postura dental y murmurando agraviado, bajó las persianas del comedor para resistir la marea luminosa del mediodía tropical, y los chicos concentraron su atención en una pantalla reflectico de peculiar apariencia, con prismas, lentes, lámparas de Nernst y tornillos de reglaje, y dentro del receptáculo apropiado del artilugio colocó cuidadosamente la perla. Lindsay, que seguía apretando la man
Mediante un proceso técnico altamente secreto, desarrollado en Japón por la misma época en que el doctor Mikimoto producía sus primeras perlas cultivadas, porciones de la aragonita original -que formaban las capas nacaradas de la perla- habían sido selectivamen____________________fractada, cualquier perla modificada podía utilizarse para transmitir un mensaje.yectando sobre una superficie apropiada la luz intrincadamente retructura de capas de la perla hubiera uno de los miles de diminutos cristales astutamente dispuestos. Iluminándola de cierto modo y propiedad que los científicos japoneses habían explotado para crear un canal suplementario de comunicación óptica allá donde en la esto de Islandia. La luz normal, al atravesar este mineral, se dividía en dos rayos distintos, llamados «ordinario» y «extraordinario», una protales microscópicos de la calcita birrefringente conocida como espaformado en una forma distinta de carbonato cálcico, es decir, en criste cambiadas aquí y allá mediante un «paramorfismo inducido», como lo denominaban los taimados hijos de Nipón, lo que las había trans
Para una mente tan diabólica como la oriental, no supuso más que un paso trivial combinar esta codificación paramórfica con el proceso de Mikimoto, y a partir de ese momento cada ostra que aparecía en los mercados del mundo se convirtió de la noche a la mañana en una potencial portadora de información secreta. Si las perlas así tratadas se utilizaban más tarde para la joyería, razonaron los ingeniosos japone____________________finitas de las perlas, y a cambio de qué ofrenda votiva?llas. ¿En qué grado sería entonces posible liberarse de las maldades indonaban mensajes de anhelo o llamadas de socorro sellados en botete industrial podrían proporcionar un medio incluso menos piadoso que el mar, a cuyas corrientes veleidosas todavía se arrojaban y abanses, entonces los cuellos y los lóbulos de las mujeres ricas del Occiden