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Se dio la vuelta y se dirigió a zancadas hacia Miles, mientras Pug_nax, cuya cola había recuperado su animación habitual, se quedó para vigilar las lindes del campamento, buscando rastros de otros perros y sus dueños que pretendieran entrar sin autorización.

Darby, que se quedó solo junto al resplandor del fuego de la guar____________________cerse… como si sólo fuera un suceso que el imberbe hubiera leído en algún libro de aventuras juveniles…, como si esa página de sus crónicas hubiera sido pasada para siempre y la orden de «media vuelta» hubiera sido pronunciada por un poderoso aunque invisible Comandante de los Días Terrestres, hacia el que Darby, en gesto de afable obediencia, se había vuelto otra vez…la de hidrógeno principal, cuya alteración mecánica poco antes había resultado casi fatal. El desagradable recuerdo, al igual que los daños en la máquina bajo los dedos ágiles de Darby, no tardaría en desvanedia, se dedicó, con su vivacidad habitual, a la reparación de la válvu

Acababa de terminar la reparación cuando, al levantar la vista, vio a Chick Counterfly junto a la hoguera, preparando café.

– ¿Quieres un poco? -le ofreció Chick-, ¿o todavía no te dejan beber de esto?

Algo en aquel tono indicaba que se trataba tan sólo del tipo de burla amistosa que un chico de la edad de Darby debía esperar y so_brellevar.

– Gracias, no me vendría mal una taza.

Se sentaron ante el fuego durante un rato, callados como un par de vaqueros acampados en la pradera del oeste. Finalmente, para sor_presa de Darby, Chick le confió de sopetón:

– Echo de menos a mi padre.

– Supongo que debe de ser muy duro para ti, Chick. Yo casi no puedo recordar al mío.

Chick contempló fija y melancólicamente el fuego. Al cabo de un rato, dijo:

– Lo que pasa es que creo que él habría aguantado. Si hubiera po____________________cipal antes de que hubiera bajado.bía y, ¡pum!, sobamos salir pitando por la puerta y estar en la calle prinllos juzgados de pueblo. El juez nos echaba una mirada, el martillo subía muy bien cómo buscarse la vida. No siempre a gusto del sheriff", pero sacaba lo bastante para ganarse los garbanzos. No me molestaban los traslados a medianoche, pero jamás pude acostumbrarme a aquedido. Éramos socios, ¿sabes? Siempre teníamos algo entre manos. Sa

– Buen ejercicio, no me cabe duda.

– Sí, pero el caso es que papá parecía estar perdiendo su agilidad. Me pregunto si sería por mí. Ya sabes, los problemas por duplicado y todo eso.

– Más bien parece que se debiera a todo ese lío de los chinos que mencionaste -dijo Darby-, no fue culpa tuya. Ten, ¿fumas de esto? -preguntó encendiendo una especie de cigarrillo y ofreciéndole otro a Chick.

– ¡Por mi tía abuela Petunia! -exclamó Chick-, ¿a qué huele eso?

– Es pimienta de Java. Sólo para uso medicinal. El tabaco no está permitido a bordo, como debes de recordar de cuando prestaste ju_ramento para ser miembro de los Chicos del Azar.

– ¿Que yo presté juramento? Debía de estar totalmente confuso. ¡Nada de tabaco! Así que también tenemos aquí la maldita Cura de Keeley. ¿Cómo se os hacen llevaderos los días?

De repente se oyó ladrar furiosamente a una perrera entera, o eso parecía.

– Pugnax -explicó Darby al ver la expresión de alarma de Chick.

– El ¿y cuántos más?

– Sólo el viejo Pugnax. Es uno de sus muchos talentos. Supongo que será mejor que echemos un vistazo.

Encontraron a Pugnax erguido sobre las patas, tenso y alerta, vi__llo que se aproximara a su perímetro.gilando con intensidad la oscuridad exterior y, por lo que los chicos veían, preparado para lanzar un contraataque masivo contra todo aque

– Ahí tienes -dijo una voz invisible-, ¡buen perrito!

Pugnax se mantuvo firme pero ya había dejado de ladrar, como si hubiera juzgado nasalmente aceptables a los visitantes. Mientras Darby y Chick observaban, de la noche surgió un bistec, que se elevó en el aire rotando lentamente y fue a parar al suelo casi exactamente entre las patas delanteras de Pugnax, que se lo quedó mirando un momento, con una ceja levantada y, se diría, casi con desdén.

– Eh, ¿hay alguien ahí?

En el círculo de luz de la hoguera aparecieron dos chicos y una chica con cestas de picnic y vestidos con uniformes de vuelo de al__tilo alemán, y varias plumas teñidas en un color verde eclipse claro.paca y mohair añil, con raya diplomática color púrpura, y unas gorras que no conseguían reproducir la sencilla geometría del famoso fez Shriner, pues estaban mucho más ornamentadas e, incluso para esos tiempos, podía afirmarse que no con el mejor de los gustos. Tenían, por ejemplo, una punta demasiado grande que salía por arriba, al es

– ¡Qué tal, Darb! ¿Cómo va por las alturas y las bajuras?

Darby, al reconocerlos como miembros del Club Aeronáutico de los Vagabundos del Cielo, un club de ascensionistas de Oregón con quienes los Chicos del Azar habían volado a menudo en maniobras conjuntas, esbozó una sonrisa de bienvenida, sobre todo dedicada a la señorita Penelope («Penny») Black, cuya apariencia de duendecillo di_simulaba un espíritu intrépido y una voluntad inquebrantable, y por la que él había estado «colado» desde que podía recordar.

– Hola, Riley, Zip…, Penny -añadió tímidamente.

– Para ti, «Capitán». -La joven levantó la manga para mostrar cua____________________rió-, me dieron elpetados por aceptar al sexo locuaz en estricto pie de igualdad con los varones, incluidas plenas oportunidades de ascenso-. Sí -Penny sontro galones dorados, en cuyos bordes podían verse todavía los restos de la costura reciente. Los Vagabundos del Cielo eran conocidos y res Tzigane; acabo de traer la vieja carraca hasta aquí desde Eugene, la amarré un poco más allá de aquel bosquecillo, sin que nadie saliera malparado.

– ¡Guau! ¡Tu primer mando! ¡Es espléndido! -Darby se dio cuen__cer con las manos.ta de que se removía nervioso y no tenía ni la menor idea de qué ha

– ¡Anda, bésame! -dijo ella-, es la tradición y eso.

Ni siquiera el tono burlón del coro de silbidos que estas palabras levantaron en los demás hizo que Darby se cuestionara si merecía la pena la fugaz caricia de la pecosa mejilla femenina en sus labios. Des__las sobre el trabajo e historias de los cielos.pués de las presentaciones, Chick y Darby sacaron sillas plegables, los Vagabundos del Cielo abrieron sus cestas llenas de exquisiteces y los colegas se acomodaron para pasar una velada de cotilleos, char

– Al venir hacia aquí, cuando pasábamos por encima de «Egipto», al sur de Illinois, por si no te sitúas, Darb, nos pilló un viento ascen____________________co que se arremolinaba alrededor de nuestras cabezas… ¡Ahh-chuuss!narse-, se nos helaban los mocos como carámbanos hasta las hebillas de los cinturones, y nos quedamos azules a la luz de aquel fluido eléctridente que surgía de un maizal en Decatur, y era tan fuerte que creí que acabaríamos en la maldita luna…, perdón -hizo una pausa para so

– Gesundheit, Riley -dijo Zip-, pero la última vez que contaste esa historia, lo que había era voces extrañas, entre otras cosas…

– Nosotros recogimos un poco de halo galvánico mientras nos aproximábamos aquí -dijo Chick-, por la velocidad y demás.

– Bah, ¡eso no es nada! -exclamó Riley-, ¡nosotros nos hemos pa____________________traña.cidad de la buena, id por Oklahoma alguna vez; para colmo, vuestras orejas pasarán un buen rato y seguro que no oiréis ninguna voz exsado casi todo el día esquivando tornados! Chicos, si queréis electri