Выбрать главу

Aunque un pretexto legal habría despojado el exultante acto de su matiz cruel, apenas importaba que el Cafre hubiera robado o no la piedra; tal vez sólo había estado esperando la oportunidad de llevár__ra robado a él, algún otro Cafre con los pulmones menos cargados de humo desela, y era probable que en cuestión de minutos alguien se la hubie dagga y más capaz en ese momento; en tal caso las cosas se habrían puesto mucho más feas para el pobre desgraciado y todo ha__cluso se sentiría como si volviera a un útero oscuro…bría sido más doloroso que ese largo descenso relativamente humano al abismo, a través de la tierra azul, con los túneles laterales silbando a su lado cada vez más rápido -bastante agradable, imaginó Fleetwood, pues a medida que cayese iría haciendo más calor, ¿verdad?, tal vez in

Eso lo pensó más tarde, en sus sueños, en los que se cernía sobre él la inevitable cara del muerto, emblanquecida por el polvo. Como si miraran a través de los agujeros de una máscara, los ojos se movían y brillaban, tan asombrosamente vivos que bien podrían haber sido ar_tificiales. Parecía susurrar un consejo. Advertirle que había un grave desequilibrio en la estructura del mundo que debía ser corregido.

Y entonces, cada vez más, Fleetwood se sintió no tanto abruma__prano, acababa dependiendo de algún acto criminal, raramente de uno solo. Aprendió a esperar esa revelación, aunque a veces se despertaba demasiado pronto.do por los remordimientos como deslumbrado por haber accedido al territorio original y secreto de la riqueza, y saber que ésta, tarde o tem

Le consolaba imaginar que, en el libro mayor kármico, el Cafre y el Judío se compensaban. Pero, como supo Fleetwood por esos lúci__dría comprar la remisión de un solo minuto de lo que le aguardaba. Se reía irritado. «¿El purgatorio?, ¿una ley superior?, ¿los parientes del Cafre persiguiéndome por todo el mundo? Seamos serios.»dos sueños que tenía antes del alba, ni todo el oro del Transvaal po

Los pigmeos del Club lo miraban con aborrecimiento silencioso. Los chinos lo maldecían por la calle y, pese a que sólo conocía algunas palabras, creyó reconocer «asesinar», «madre» y «joder». Corrió la voz de que Alden Vormance estaba reuniendo un grupo para ir al norte y recuperar un meteorito. No habría oro, ni diamantes, ni mujeres, ni humo que provocaba sueños, ni culis, ni negros, aunque seguramen_te sí algún que otro esquimal. Y la pureza, la geometría y el frío.

Al echar rápidas miradas a su espalda, Lew Basnight acabó por ver en el camino cosas que no tenían por qué estar necesariamente allí. La figura de un jinete con sombrero y guardapolvo negro, siempre inmó____________________nocido como el Kieselguhr Kid.paldas, siempre al límite del alcance de su vista, pertenecía al mismo y único sujeto, el famoso dinamitero de las montañas de San Juan coda con forma de estrella, como si eso fuera todo a lo que jamás había aspirado. Lew no tardó en convencerse de que tal presencia a sus esvil, recortada de perfil en la lejanía iluminada por un sol implacable, con el caballo inclinado hacia la tierra yerma. No le prestaba la menor atención, como mucho parecía replegarse en su propia silueta ladea

El individuo resultó ser objeto de sumo interés para White City Investigations. Casi al mismo tiempo que Lew se apeaba del tren en la Union Station de Denver y los problemas en Coeur d'Alêne empeza____________________guhr Kid.cargos de alto riesgo, incluido el del tanto tiempo perseguido Kieselblecidos, y por tanto más ávidos de trabajo, como White City, sus ennejar sus casos sin resolver del mismo modo que un banquero sus instrumentos de deuda, empezaron a revender a grupos menos estasaba un día sin una explosión de dinamita imprevista, la filosofía de las grandes agencias de detectives con sede en la ciudad, como la de Pinkerton y la de Thiel, tuvo que cambiar para hacer frente al exceso de trabajo que se les vino encima. Aplicando la teoría de que podían maban a salpicar de sangre toda la región minera, donde ya raramente pa

«Kieselguhr», una especie de barro delicado, utilizado para absor____________________terse, pues ya era lo bastante mayor para saber que ambas cosas eran fáciles de encontrar en cualquier sitio. No, era por otra cosa. Y en este punto difieren los distintos narradores de la historia.dillera de Sangre de Cristo, eso se contaba al menos, se encaminó de nuevo hacia el oeste, soñando con las montañas de San Juan, pero no por el dinero de las minas de plata, ni por los líos en que podía metas, no tardó en abandonar, y luego, tras una breve estancia en la corber la nitroglicerina y estabilizarla en dinamita, era el único nombre por el que todo el mundo parecía conocerle. Según se decía, la familia del Kid había llegado procedente de Alemania en calidad de refugiada poco después de la reacción de 1849 y se había establecido cerca de San Antonio, población que el futuro Kid, atraído por tierras más al

– No lleva pistolas, no tiene ni escopeta ni rifle; no, su marca, lo que siempre le encontraréis dentro de esas fundas repujadas de pisto_la son cartuchos gemelos de dinamita, con una docena más en…

– Dos docenas, en grandes bandoleras que le cruzan el pecho.

– Entonces será un tipo fácil de reconocer.

– Eso parecería. Pero no ha habido jamás dos testigos presenciales que coincidieran. Es como si la sacudida de las explosiones lo volvie_ra borroso en todas las memorias.

– Pero, dime, ¿es que ni un buen tirador podría abatirle antes de que encendiera la mecha?

– Yo no me jugaría nada. Lleva un ingenioso percutor a prueba de viento en cada funda, como una cerilla de seguridad, así que lo úni__dido y listo para lanzarlo.co que tiene que hacer es desenfundar, y el cartucho ya está encen

– Y mechas rápidas. Algunos chicos de la meseta de Uncompahgre lo comprobaron el pasado agosto: no quedaron más que espuelas y he_billas de cinturones para enterrar. Incluso el viejo Butch Cassidy y los suyos se ponen a cacarear como un gallinero lleno cada vez que el Kid está en el condado.

Por descontado, tampoco nadie sabía muy bien quién formaba par__chos legendarios, pero ningún testigo presencial podía jurar sin asomo de duda quién, en cada caso concretamente, había hecho qué, y, más que por miedo a las represalias, se diría que la apariencia físicate de la banda de Butch Cassidy. Por la región no había escasez de he cambia_ba realmente, haciendo que no sólo los alias fueran atribuidos con in____________________gendraban revolucionarios y forajidos. Eso era en Italia, claro. Los teóricos del recientemente descubierto subconsciente, reacios a dejar pasar cualquier variable que pudiera parecerles útil, no se olvidaron de la altitud, ni de la presión barométrica que la las y respetuosas con la ley, mientras que las regiones montañosas encoherencia, sino que hasta la misma identidad variara. ¿Le ocurría algo, algo esencial, a la personalidad humana por encima de cierta altura sobre el nivel del mar? Muchos citaban la observación del Doctor Lombroso de que las gentes de las tierras bajas tendían a ser tranquiacompañaba. Al fin y al cabo, se trataba del espíritu.