En ese momento Lew andaba por allí, concretamente en Lodazal, Colorado, charlando con Burke Ponghill, director del Lodazal Weekly Tidings, el periódico de referencia en un pueblo que por aquel en____________________blecerse.biliaria. La tarea del joven Ponghill consistía en llenar páginas vacías con historias de fantasmas, con la esperanza de que lectores remotos se sintieran lo bastante intrigados para hacer una visita e incluso estatonces todavía era poco más que una ilusión de una iniciativa inmo
– Pero hasta ahora lo único que tenemos es una ciudad minera que ni siquiera está construida.
– ¿Oro?, ¿plata?
– Bueno, mineral en cualquier caso…, algo que contiene un ele_mento metálico que todavía no ha sido exactamente…
– ¿Descubierto?
– No, si descubierto sí ha sido; pero ¿cómo decirlo?, no refinado del todo.
– ¿Que sirve para…?
– ¿Aplicaciones que todavía están por concebir?
– Vaya, a mí me suena bien. ¿Dónde puede encontrarse una habi_tación para pasar la noche?
– ¿Un baño caliente?, ¿comida casera?
– Justamente.
El viento sopló entre la maleza quebradiza y ambos hombres en__miento del camino.cendieron sendos puros. Lew intentó no dejarse vencer por el agota
– La voz de estas cartas -dijo Ponghill dando unos golpecitos en el montón de hojas sueltas que tenía delante- dista de pertenecer a alguno loco y vehemente europeo del sur o a un semianalfabeto es_pecialista en reventar cajas fuertes; más bien muestra a un hombre que sabe perfectamente que le ha pasado algo, pero por más que se esfuer____________________dos claramente acusados, uno por uno.ciación de Propietarios de Minas», no, mire: los malvados aparecen toral como suelen hacer los dinamiteros, nada de «Wall Street» ni «Asoza no sabe el qué, ¿conoce esa sensación?, claro, ¿quién no?, e intenta aclarar, aquí, sobre el papel, cómo le han hecho eso y, más aún, quién se lo ha hecho. Pero, caramba, mire sus blancos. Fíjese que siempre los identifica con el nombre y el domicilio, pero no da ningún dato gene
– ¿«Malvados»?
– No se dedica a esto por diversión, señor Basnight, ni por la emo__cia civilizadora que se le atribuye…ción de la explosión, qué va, aquí tenemos a un hombre de principios. Un hombre un tanto apartado del mundo de los días laborables…, por no mencionar su falta de exposición al bello sexo, a toda esa influen
– Demasiado tiempo solo, los jugos semináticos se desbordan, pre_sionan el cerebro; aunque, bien mirado, ¿no puede decirse lo mismo de la mitad de los que viven en estas montañas? La verdad, parece una explicación bastante ingenua, ¿no cree, señor Ponghill? Espero que no sea suya.
– Es de una dama que conozco. Ella cree que si él sacara más…
– Ahora que lo dice, en la oficina de Denver cada día veíamos car____________________diente.res, raro pero cierto, y la mayoría le proponen matrimonio. De vez en cuando se le declara también algún tipo, pero eso va en otro expetas dirigidas a este pájaro, todas, salvo un par, remitidas por muje
– ¿Abren y leen su correo?
– No es que él tenga nombre y domicilio fijos, y tampoco es que nosotros seamos un mierdoso servicio de reexpedición de correo, ¿verdad que no?
– Eso no implica que no tenga derecho a su intimidad.
– ¿Derecho…? Vaya. Jesús, me siento rejuvenecer: una discusión sobre los derechos del delincuente retrotrae a cualquiera a las hogue_ras de los campamentos de su juventud, sólo que entonces Dios no tenía ni nombre ni domicilio.
Empezaron a beber y Burke Ponghill adoptó un tono más con____________________virtió en una casa dividida.das para que entregaran a sus ovejas negras como posibles candidatos o para protegerse ellas mismas de la ley. El conflicto entre el Estado y las lealtades de sangre era explícito. La residencia de los Ponghill se confesional. La búsqueda del misterioso dinamitero era tan implacable que había empezado a afectar a familias que nada tenían que ver con el caso, incluida la del propio Ponghill, sometiéndolas a presiones desconoci
– Es cretinismo moral, mamá, fíjate en el cráneo, no se ven por nin_guna parte los lóbulos del sentimiento social.
– Buddy, es tu hermano.
– No voy a dejar que lo atrapen y lo maten, ¿es que a estas alturas todavía no sabes cómo son esos cabrones?
– Y si lo entregas, lo colgarán.
– No si tiene un buen abogado.
– Esos hijos de puta no trabajan gratis.
– A veces lo hacen por razones de conciencia.
– Oh, Buddy. -Y en ese suspiro había una vida entera abrigando prometedoras expectativas y planes imposibles, pero él siguió adelan_te como si no la hubiera oído.
– Así que Buddy entregó a nuestro hermano menor -le dijo Burke a Lew-,y ahora lo mejor que puede esperar Brad es seguir con vida el tiempo suficiente para que trasladen el juicio a Denver, donde nues__nocer la historia…tra junta local no pinta mucho y los periódicos del este pueden co
Lew salió del cobertizo de planchas toscas de la oficina del im____________________tas de sol tendrían que pasar sin la mirada admirativa de Lew Basnight.sentimiento de que lo harían se había intensificado los últimos días, casi como una gastritis. Al principio de aquel trabajo había aprendido a fijarse en los paisajes urbanos y campestres sólo hasta donde llegaba el alcance de las armas de fuego que probablemente estuvieran en manos malintencionadas; más allá de ese radio, todas aquellas montañas y puesbían disparado, al menos no podía decirlo con seguridad, pero el prepresor y volvió por el valle. Hasta ese momento del viaje no le ha
Mientras la noche se extendía sobre el valle, los fuegos de las co____________________sillar de nuevo.vo de expedientes demasiado antiguos como para que requirieran enpíritu y también para el caballo, que le negaba incluso esa hora en la que todos los demás disfrutaban de cierto reposo doméstico. Pero la opción era o eso o Denver, sentado detrás de su mesa, quitando el polteadas, llenas de sombras…, Lew se sentía, como era habitual a esa hora del día, un poco irritado por ese trabajo agobiante, dañino para el esñidas del mismo amarillo anaranjado vivo, las cortezas casi negras, platanas, venciendo con su brillo a la luz del sol, que desaparecía sobre el revestimiento de madera de pícea, escurriéndose entre las hileras de verduras plantadas, las puntas serradas de troncos en pilas de leña tecinas de las granjas se avivaban hasta alcanzar el calor necesario y las lámparas encendidas dentro no tardaban en llenar los marcos de las ven
En la siguiente elevación que ofrecía unas buenas vistas, hizo una pausa y contempló el tranquilo valle. Puede que no lo hubiera visto todo todavía, pero Lew era reacio a jugarse más de un vaso de cerve_za a que Chicago, pese a todo su frenesí urbano, superara al paisaje que veía. Adivinaba que en cada cabaña, dependencia exterior, can____________________dos, atestiguando la velocidad del viento, saturando la luz, susurrando sobre las caras y entrando y saliendo de los pulmones de los intrusos blancos con una música tan átona como la de las cigarras, implacable como una tumba marcada o anónima.sas que habían introducido a sus maridos en los placeres culinarios de setas que ennegrecerían una moneda de plata; hortelanos que habían disparado a pastores por una mirada imprudente; dulces jovencitas convertidas de la noche a la mañana en esposas chillonas y aullantes que azuzaban a la multitud, forzando a los hombres de la familia a tomar medidas no siempre conducentes a la tranquilidad pública. Y, como fórmula invariable del contrato con su destino, la tierra contenía los espíritus sin reposo eterno de generaciones de utes, apaches, anasazis, navajos, chiricauas, olvidados, traicionados, violados, robados y asesinaloquecido, transformándose en bestias serpentinas, y arrancado a sus jinetes pedazos de carne del cuerpo que no volverían a crecer; espotina y granja que abarcaba su campo visual se ocultaban historias que distaban de ser pacíficas: caballos de inefable belleza que habían en