– ¿Lew?
– Sinceramente, este caso es un lío, y cada día se vuelve más enre_vesado. Allí trabajo solo, y hay veces en que no me importaría que El Ojo Insomne, con todos sus recursos, se ocupara del asunto entero otra vez…
– Eh, eh, para el carro, Lew, así no es como va la cosa y, además, los clientes todavía están pagando, ¿sabes?, cada mes… y están satisfe_chos, te lo aseguro, no hay motivo para no seguir adelante, tal como hasta ahora…
Se interrumpió como si se hubiera dado cuenta de que había sido indiscreto.
– ¡Vaya! Así que se trata de eso -dijo fingiendo que se le acababa de ocurrir en ese momento-. Sois unos cabrones.
– Mira…, no hace falta…
– Todo este tiempo perdido por aquí, lejos, lejísimos de las luces de Michigan Avenue sin sospechar ni una vez…, vaya, así que nunca se tra_tó más que de una mierdosa cortina de humo cargado de opio…
– No estarás resentido, ¿verdad que no, Lew?
– Estoy sonriendo, ¿no me ves?
– Mira, en Chicago sólo valemos tanto como nuestra credibilidad, que es lo que el Agente Regional al Mando, Lew Basnight, nos ha es_tado dando, con el respeto que te has ganado en la profesión…
– Que enculen a tu madre, Nate. O a ti, ya puestos. Sin rencores.
– A ver, Lew…
– Buena suerte, Nate.
La noche siguiente, en el Walker's, de la calle Arapahoe, mientras in____________________ces el punto en que nadie tenia una oportunidad frente altavos, encajado entre otros cinco bebedores rápidos, que eran todos los que podía acoger aquel local de bolsillo, comprendió en un sentido casi religioso que eso tendría que haber sucedido hacía años, que él o lo que fuera que estaba viviendo su vida se había tomado un tiempo excesivo, que podría haber trabajado para el bando correcto desde hacía mucho; ahora tal vez fuera ya demasiado tarde, tal vez hubiera superado con crehalaba, uno tras otro, chupitos de bourbon de un dólar veinticinco cen juggernaut que se había abatido sobre el país y lo había confiscado por la cara.
Más tarde regresó a la cantina de los anarquistas, y allí, casi como había esperado, estaba aquel cliente clavándole una de esas miradas que indican que se tiene un asunto pendiente con alguien. Probablemen__mido en un estado de ánimo experimental, decidió comportarse como si lo fuera.te no era el Kieselguhr Kid, pero Lew, que a esas alturas se sentía su
– ¡Te invito a una cerveza!
– Sólo si has recuperado ya la sensatez.
– Pongamos que sí.
– Pues entonces muy pronto se enterarán todos, y para ti la vida será, como la de todos los anarquistas, una huida perpetua, Hermano Basnight.
– ¿Te importa que te haga una pregunta? No es que lo tenga muy claro todavía, pero debes de haber prendido un par de cartuchos de dinamita con, digamos, ciertas intenciones concretas. ¿Te arrepientes de ello?
– Sólo si hubieran caído vidas inocentes. Pero nunca ha pasado; al menos, no a mí.
– Pero «si ningún burgués es inocente», como creen muchos anar_quistas…
– Ya veo que no sales del tópico. Bueno. Es posible que no reco__ne ser cuidadoso.nozca un burgués aunque tropiece con él y me muerda, porque no había muchos donde he estado, allí sólo vivían lo que consideraríamos campesinado y proletariado. Por eso, con el trabajo que hago, convie
– Tu trabajo. -Lew escribió una larga nota en el puño de su ca_misa, luego levantó la vista candorosamente-. ¿Y qué pasa conmigo? ¿Conmigo o con cualquier otro como yo que resultara herido?
– ¿Te consideras inocente? Mierda, tío, si trabajas para ellos…, me habrías matado si hubieras tenido la ocasión.
– Te habría entregado.
– Tal vez, pero no con vida.
– Me confundes con Pat Garrett, Wyatt Earp, los tipos duros de la frontera a los que no les importaba ni probablemente sabían de qué lado estaban. Aun sin contar con ese lujo, no habría tenido más in_tención de liquidarte entonces que ahora, cuando sé a qué atenerme.
– Me tranquiliza. Ten, estás seco. Herman, ponle otra a esta aullan_te amenaza Roja para la sociedad.
Poco a poco, el local se fue llenando y se convirtió en una espe__vaneciendo en aquel movimiento, y Lew lo perdió de vista durante un tiempo.cie de sala de baile country; el Kid, o quienquiera que fuese, se fue des
De vuelta en Chicago, Nate, en su patria de papel otra vez, em__cibir de Lew a partir de entonces, bien podría haber matones a sueldo con cortaalambres en cada poste de telégrafos a lo largo de los casi dos mil kilómetros que los separaban.pezó a gastar dinero de la Agencia enviando un telegrama tras otro. Imaginaba que nada había cambiado, que la oficina regional seguía al cargo, que todo estaba tranquilo. Pero, por la información que iba a re
Fue en esa época cuando comenzó lo que Lew acabó consideran____________________tro y nos nunca se tragarían ese cuento); manipulaba pentrita, por lo que podía recordar, bueno, a lo mejor algo un poco más experimental, pues últimamente frecuentaba a un científico loco muy respetado, el Doctor Oyswharf, posible fuente involuntaria del material para los atentados con bomba relacionados con el Kieselguhr Kid, del que se rumoreaba que trabajaba en diferentes mezclas de compuestos de nido su Hábito Vergonzoso. Se encontraba en el pequeño y agradable oasis del desierto de Los Fatzos, manejando explosivos la mayor parte del día, y debía de haber olvidado ponerse los guantes (aunque algupolimetilenos. Unas sustancias letalmente delicadas. La tarde dio paso a la hora de la cena y Lew debió de olvidar lavarse las manos por____________________pel pintado no presentaba un motivo repetido sino una única vista, al estilo «panorámico» francés, de una tierra ciertamente muy lejana, tal vez incluso de fuera de nuestro planeta tal como lo concebimos, en la que seres que parecían, aunque no del todo convincentemente, humanos hacían su vida -turales, que no estaban allí cuando había llegado. En concreto, el paque, casi sin darse cuenta, empezó a percibir el restaurante del hotel en una amplia gama de colores, por no mencionar de referencias culen movimiento, entiéndanlo- por una ciudad nocturna imponente, llena de torres, cúpulas y delgadas pasarelas, todo ribeteado de una espeluznante iluminación que no siempre procedía del alumbrado municipal.
Al instante llegó la «comida» de Lew, que inmediatamente atrajo su atención: cuanto más los miraba, menos parecían apuntar los detalles de su «bistec» a los orígenes animales que un hombre esperaría razona____________________mónicamente complejos coros con voces mínimas y aceleradas, cuyas palabras resonaban con luminosidades de sentido cada vez más policristalinas:cientes de que los estaban mirando, cantaban en diminutos aunque arte visibles que, mientras se agitaban bulliciosos y, según parecía, inconslografía, y cada corte que hacía con el cuchillo revelaba nuevas vistas, entre las intrincadas disposiciones de ejes y poliedros, de las afanosas actividades de una raza de habitantes minúsculos aunque perfectamenblemente; más bien apuntaban a los reinos más alejados de la crista
Somos los Castores del Cerebro,
no nos rascamos la barriga,
aunque a menudo se diga
que sólo trabajamos por dinero.
Mantén ese Bulldog en la funda de cuero,
y no nos vengas con pamemas
o te meterás en problemas
con los Castores del Cerebro…