Webb no estaba muerto del todo cuando sus asesinos lo llevaron a la ciudad, por eso Reef llegó a Jeshimon a tiempo para arrancar el cadáver de su padre a los carroñeros; luego, la gran decisión era si ca____________________tro con los asesinos, si no se habría mezclado la cobardía con el deseo de honrar a su padre, pero cuando tuvo tiempo de pararse a pensarlo, ya no tenía a nadie con quien hablar.cisión, se preguntaría si en realidad no había querido evitar el encuenbalgar detrás de Deuce y Sloat o llevar a Webb de vuelta al San Miguel para un entierro decente. En los años venideros se cuestionaría su de
Tal vez lo peor fue que, de hecho, llegó a verlos alejándose hacia la región de rocas rojas, sombras todavía cercanas que no eran más que ju____________________biera sido una divertida travesura y Reef su malhumorada víctima.do a pacer. Como si les ofendiera la moralidad laxa de Jeshimon, Deuce y Sloat no quisieron apretar más el gatillo. Aunque Reef era sólo uno, optaron por huir. Se alejaron galopando entre risas, como si todo huga que había llevado a Webb vagaba suelto y se paraba de vez en cuanguetes a merced de la implacable luz del día, mientras el caballo de car
Los buitres sobrevolaban el paisaje en círculos, majestuosos y pa__brosa y desvencijada.cientes. Los ciudadanos de Jeshimon le miraban con indiferencia. Nadie se ofreció a ayudarle, claro, hasta que Reef se encontró a los pies de la torre en cuestión, donde un mexicano se le acercó furtivamente en la penumbra y le hizo gestos para que le siguiera por un par de esquinas hasta una ruina sin tejado llena de todo tipo de quincalla herrum «'Quieres un cloque'», repetía sin cesar el hombre, apenas un niño en realidad. No parecía una pregunta. Reef creyó que quería decir «clock», pero luego, al asomarse a las sombras, vio por fin de qué se trataba: una serie de palos con garfios en las puntas. Cómo habrían llegado tan tierra adentro, a qué tipo de barco habrían perte____________________nían nombres, les parecían una compañía agradable, y por lo que Reef sabía, habrían apostado por ellos contra él.donado. Muchos de esos niños tenían buitres como mascotas, les pomales se habría ganado la simpatía, pero la amabilidad le había abandad y golpeaban ruidosamente en el polvo fino. Sus tentativas pronto atrajeron público, casi todos niños, de quienes en circunstancias norzar los garfios de hierro al estilo vaquero, tenía que apartarse cada vez que no alcanzaba el borde de la torre y los garfios caían en la oscurilla, Reef empezó a desesperarse cuando se encontró con que, al lanredes prohibidas, reacios a dejar las cosas a merced de Jeshimon. Y así, mientras el ocaso recogía los restos del día y aparecía la primera estretear, sin que le sorprendiera la existencia de ese mercado negro, pues suponía que habría bastantes supervivientes dispuestos a escalar las patancia aquí. La cuerda costaría un extra. Reef soltó el dinero sin reganecido, por qué mares habrían navegado; todo eso carecía de impor
Al final, los garfios se engancharon y se mantuvieron fijos. A esas alturas estaba muy cansado, en condiciones lamentables para escalar, pero no le quedaba más remedio. El mexicano que le había vendido el 'cloque' seguía allí, cada vez más impaciente, como si Reef le hubie_ra alquilado el artilugio por horas. A lo mejor era lo que había hecho.
Y así ascendió, hacia una noche que se hinchaba como las notas del órgano de una iglesia. Las suelas de las botas le resbalaban una y otra vez sobre la superficie de adobe, que no era lo bastante rugosa para per__nía calambres en los músculos de las piernas.mitirle una escalada fácil. Los brazos le dolían horrorosamente y te
En ese momento avistó al alguacil Grimsford, que se dirigía ha____________________gado hasta allí.temente le persiguieran y sólo con una leve idea de cómo había llecura de rojo sangre, robó un caballo, encontró otro fuera de la ciudad en el que cargó a Webb, tomó el camino hacia el sur sin que aparenridades que los perseguían. Descendió haciendo rápel por la pared ossar en el misterio que había sido Webb Traverse, convertido ahora en un simple artículo de contrabando que hurtar a la mirada de las automás aves, y se echó el cadáver sobre los hombros, sin tiempo para pende que dos, entre la gran masa negra que volaba sin las prisas de las dedantes, así que Reef y Webb -ésa al menos era la impresión que le daba, como si su padre estuviera vivo todavía y ésta fuera su última aventura juntos- debían huir sin demora. Abatió un carroñero, puecia allí con un pequeño grupo de ciudadanos designados como ayu
Durante el viaje de vuelta a Telluride, entre mesetas, cañones y res____________________miliar, es decir, convertirse en el Kid?nes junto a los riscos abandonadas hacía siglos por razones que nadie sabía, Reef por fin pudo pensar. Si Webb había sido siempre el Kieselguhr Kid, bueno, ¿no debería alguien proseguir con el negocio fablo antiguo cuyo nombre nadie conocía, torres circulares y poblaciotos de roca rojiza, pasando por las granjas de piedra, los huertos y las colonias mormonas del McElmo, bajo ruinas embrujadas por un pue
Puede que se debiera a la falta de sueño, al puro alivio de salir de Jeshimon, pero Reef empezaba a sentir una nueva presencia en su inte__mientos. De vez en cuando se daba la vuelta en la silla, que crujía, como si buscara el consentimiento o alguna aclaración en los ojos ausentes de Webb o en el rictus de lo que pronto sería la boca de una calavera. «Sólo estoy dándome ánimos», le dijo a Webb, «expresándome.»rior, que crecía, se hinchaba, grávida con el peso de lo que él sería en el futuro; encontraba excusas para apartarse del camino de vez en cuando, y entonces sacaba uno o dos cartuchos de la caja de dinamita que había robado del polvorín de piedra de una mina. Cada explosión era como el texto de otro sermón, recitado con voz atronadora por un profeta del desierto, sin rostro pero implacable, que cada vez más guiaba sus pensa
En Jeshimon había creído que no podría soportarlo, pero, a cada nueva explosión, a cada noche que pasaba en su petate con el cadáver deteriorado y maloliente que había desatado y depositado cuidadosa____________________do terrenal, el cambio de estatus de Webb allá donde estuviera ahora…peraba a lo largo del día alcalino, y hablaba más con Webb que cuando éste vivía, silbaba para ahuyentar los fantasmas de Azdán, entraba en una fase de austeridad y disciplina, como si experimentara ahí, en el munmente en el suelo, a su lado, le resultaba más llevadero, algo que casi es
Había llevado consigo una novela barata de la serie de los Chicos del Azar, Los Chicos del Azar en los confines de la Tierra, y un rato cada noche se sentaba al amor de la lumbre y leía para sí, aunque pronto empezó a leerle en voz alta al cadáver de su padre, como si fuera un cuento para dormir, algo que facilitara el tránsito de Webb al país de los sueños de su muerte.
Hacía años que Reef tenía ese libro. Se lo había encontrado, ya muy manoseado, garabateado, ajado y manchado por diversas sustan__do y, con reticencias, tras marcar la página, se dio la vuelta para pasar la noche sin que nada de todo aquello le pareciera raro. Durante el par de días siguientes, vivió una especie de existencia dual, en Socorro y en el Polo. Los compañeros de celda entraban y salían, y el Sheriff se asomaba de vez en cuando, perplejo.cias, incluida la sangre, mientras languidecía en una cárcel de Socorro, en Nuevo México, acusado de montar juegos de azar sin permiso. En la cubierta se veía a un joven atlético (que recordaba al audaz Lindsay Noseworth) colgado de un cabo de lastre de una aeronave de diseño futurista en pleno ascenso, tiroteándose con una banda de esquimales que había abajo, representados como seres feroces. Reef empezó a leer y pronto, significara «pronto» lo que fuera, se dio cuenta de que estaba leyendo a oscuras, de que la luz se había desvanecido más o menos, por lo que sabía, entre el Cabo del Norte y la Tierra de Francisco José. En cuanto percibió la ausencia de luz ya no pudo ver ni seguir leyen