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A ratos perdidos, se descubría mirando al cielo, como si intentara localizar en algún lugar la inmensa aeronave. Como si esos chicos fue_ran agentes de una especie de justicia extrahumana que tuviera la ca__ra capaz de entenderlos. Y a veces, en el cielo, cuando la luz adquiría matices extraños, creía ver algo familiar. Nunca se prolongaba más de un par de tictacs de reloj, pero era persistente. «Son ellos, papá», decía asintiendo por encima del hombro. «Nos están vigilando, claro. Y esta noche te leeré más. Ya verás.»pacidad de acompañar a Webb a través de lo que pudiera aguardarle, e incluso de darle sensatos consejos a Reef, aunque no siempre fue

Al salir de Cortez por la mañana, miró la punta más alta de la Sleeping Ute y vio una nube en el pico.

– Hoy va a llover, papá.

– ¿Eres Reef? ¿Dónde estoy? Reef no tengo ni puta idea de dón_de estoy…

– Tranquilo, papá, estamos en las afueras de Cortez, vamos a Telluride, llegaremos muy pronto…

– No. No estamos donde dices. Aquí todo se ve desencajado. Nada está quieto. Me pasa algo en los ojos…

– No pasa nada.

– Los cojones no pasa.

Se arropaban unos a otros en el Cementerio Lone Tree, el cam_posanto de los mineros en la punta de la ciudad, Mayva, Lake, Frank y Reef, bajo los grandes picos, y a sus espaldas la larga caída de agua de las cataratas Bridal Veil susurraba irregularmente bajo la fría luz del sol. La vida y la obra de Webb habían acabado así.

Frank había venido de Golden, sólo para una noche. Estaba pe_gado a Mayva, sin hablar mucho, imaginando que su papel consistía en, aunque fuera temporalmente, ser la expresión viviente contraria de cuanto les rodeaba.

– Ojalá estuviera con él -dijo Mayva en voz muy baja, casi sin aliento.

– Pero no lo estás -comentó Frank-, y tal vez sea por algún motivo.

– Oh, hijos. No quisiera ser ninguno de los que lo hizo. Dios se encargará de hacer justicia, aunque a veces sea espantosamente lento. Se toma su tiempo. Y a lo mejor, si se retrasa lo bastante, alguien de aquí abajo tendrá la ocasión de ocuparse antes de que él se ponga…

Estaba muy tranquila, nada que ver con el tipo de espectáculo que dan las viudas mexicanas. Las lágrimas que asomaban a sus ojos resul____________________tas en la cuneta del camino.fermedad a la que ningún médico tendría la valentía de dar nombre. Si aquellos pistoleros a sueldo hubieran estado cerca, la fuerza de su rabia callada los habría dejado fritos en el sitio. Reducidos a cenizas grasientaban alarmantes por lo repentino de su aparición y por su silencio; se las veía allí, en la cara de Mayva, como si fueran síntomas de una en

– Pensaba que el Sindicato mandaría al menos unas flores.

– Qué van a mandar ésos.

Es una mezquina falta de respeto, pensó Reef, que les den por culo. En cierto momento recorrió con la mirada la ladera de la colina, y en la Tomboy Road vio a quienes, estaba casi seguro, eran miembros de la banda de Jimmy Drop, que se habían descubierto la cabeza y tal vez guardaran un momento de silencio, aunque, conociéndolos, era más probable que estuvieran discutiendo, y sobre algo más trivial que la vida y la muerte.

– Está bien así, mamá, es sólo para nosotros, no tiene que ser uno de esos funerales donde la mitad de la ciudad se presenta para un des_file y un picnic… Ahora él ya ha acabado con todo esto. Estará bien. Y Frank y yo pillaremos a los que lo hicieron.

A Reef le hubiera gustado que su voz sonara de otra forma, más firme. Su hermana, que parecía sobrellevarlo todo con tanta ligereza como si fuera sobre ruedas, ruedas que se deslizaban por raíles colo____________________bía preocupado por Webb cuando estaba vivo.do allí, se lo habría reprochado. Sobre todo, viendo lo poco que se hacados de noche por equipos de trabajadores que nadie hubiera visto jamás, con el rostro detrás de un velo, inexpresivo como una máscara de mármol, le lanzó en ese momento una de aquellas miradas suyas que venían a decir «no te lo crees ni tú», y si Mayva no hubiera esta

Lo cual no significaba que no estuviera emocionada, y avergon____________________taba mirando fijamente.nito vestido negro ceñido que debía de haber hecho acelerar muchos pulsos de los bajos fondos de Blair Street, pero que ahora utilizaba para honrar la memoria de su padre. Y él se jugaría lo que fuera a que ésta era la última vez que pensaba llevarlo. Ella vio que su hermano la eszada, por la intensidad del dolor de su madre. Lake había vuelto de Silverton, y para siempre, incluso Reef se daba cuenta. Llevaba un bo

– Al menos los dos lleváis sombreros negros -dijo-, ya es algo.

– El luto puedes guardarlo tú -dijo Reef-, Frank y yo haremos lo que Joe Hill llama «organizar». Hay un asunto pendiente. La intención es manteneros a Kit y a ti aparte, y cuanto menos sepáis, mejor.

– ¿Eso también va por mamá?

– No quiero que se preocupe.

– Muy considerado de tu parte. ¿No se os ha ocurrido a ninguno de los dos que a lo mejor prefiere tener a sus hijos vivos en lugar de por ahí buscando problemas?

– Estamos vivos.

– ¿Cuánto tiempo pasará antes de que os vuelva a ver a Frank y a ti? Salís a cumplir esa vieja venganza familiar que ahora os reclama y no podéis evitar, y os perdéis en un territorio del que no sabéis regre_sar. ¿Cómo crees que le va a sentar a ella? Bien mirado, es como si los dos estuvierais ya muertos. Idiotas.

El todavía no sabía qué se ocultaba detrás de ese apasionado dis_curso, nadie lo sabía, todavía no.

De vuelta en el salón de la casa lúgubremente iluminado por la luz del día.

– Ten -le dijo Mayva a Reef-, más vale que lleves esto.

Era el viejo Colt Confederado de doce disparos de Webb.

– No me parece bien. -Reef se lo pasó a Frank-, Si lo quieres es tuyo, Francis.

– Bueno, pero ya tengo mi Special del 38.

– Pero es sólo de cinco disparos, y, tal como tiras tú, la mitad da_los por perdidos, así que, necesitas al menos doce, Francis, y sólo para apuntar.

– Mira, si es demasiado para ti, para que puedas manejarlo, Reefer, lo entiendo, no te avergüences.

– Pero si siempre te ha puesto nervioso -dijo Reef ya con el arma.

La discusión se prolongó durante un buen rato. Mayva los mira____________________za como siempre había hecho,rara con los ojos entreabiertos a través del humo y sacudiera la cabeba, dando caladas a su vieja pipa, y sus ojos iban de uno a otro de sus hijos con maternal desesperación. Sabía que ellos querían que los mi ¿Qué voy a hacer con este par? Cuando oyeron acercarse el tren por el valle, Frank recogió su sombrero y dejó la pistola sobre la mesa de la cocina. Reef y él intercambiaron una mi____________________recía la pena la vida en la superficie.bos ya sabían, que el arma era en realidad de Mayva y que se quedaría con ella. Y, claro, un par de meses más tarde, Lake oyó unos disparos en el vertedero del pueblo, fue a mirar y allí estaba su madre, metiendo miedo en los corazones de las ratas que habían abandonado las minas después de la Abrogación, o al menos obligándolas a plantearse si merada rápida y silenciosa, sólo lo necesario para confirmar lo que am