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De vuelta en Nochecita, tras enterrar a Webb en Telluride y vo____________________bía hacer era guardar silencio y dejar que las cosas siguieran su curso como si él no estuviera.sato como para comprender que en ese momento lo único que detrañamente sereno. Los mormones y los predicadores se habían ido del pueblo, el bebé estaba a punto de llegar, y Reef fue lo bastante senpalmes de energía eléctrica, Reef encontró a Stray en un estado exlar unas cuantas instalaciones de la empresa durante el camino sólo como práctica, reduciendo a serrín los cobertizos donde se guardaban las herramientas, llenando los cielos de chispas verdes al saltar los em

Cuando nació el bebé, un niño al que llamaron Jesse, Reef pagó una ronda en el Double Jack y alguien dijo: «Se te acabó la juerga, Reef, ahora tienes que empezar a ser prudente», y en las noches en vela que siguieron no paró de darle vueltas, preguntándose si era estrictamen_te cierto.

¿Ser prudente? Tenía sentido hasta cierto punto. Tal vez más sen__bro del Sindicato casi equivalía a ser hombre muerto, había un deber más amplio, en el ancho mundo, que cumplir.tido en una ciudad como Denver que aquí. Aquí uno podía andarse con tanto cuidado como una cabra en la montaña y, aun así, acabar asesinado a tiros; la prudencia no te aseguraba ni un minuto más del tiempo que te había sido asignado. Del mismo modo que ser miem

Webb era, tenía que serlo, más importante de lo que nunca había parecido, o ellos no lo habrían hecho matar. Reef tal vez no fuera ca__rarse con Stray, o bien fingir que volvía a las andadas de juerguista para que ella creyera que cuando desaparecía durante días seguidos sólo se trataba de juego y diversión y nada más serio.paz de lograr el consumado disfraz de respetable obrero con esposa e hijos que había logrado Webb. Eso significaba que tendría que since

Una de esas situaciones en las que uno no se podía retirar de la par_tida. Dios, al otro lado de la mesa del Destino, se metía el dedo en la nariz, se rascaba la oreja, hacía señales con mano pródiga; eso tenía que significar algo, y una suposición errónea sería mejor que ninguna. Pero Reef encontraría su camino. Un paso más o menos torpe cada vez, como siempre, e iría encontrando las respuestas: por qué le quitaron la vida a su padre, por qué los propietarios no le permitieron seguir viviendo, por qué no le quisieron allá arriba, en esa región devastada por crímenes en nombre del oro, invadida por espíritus inquietos que, desde Coeur d'Alêne, Cripple y Telluride, llegaban superando la llu____________________bría abandonado nunca…das por los rayos, venían desesperadamente a mirar, ellos, todos los exhaustos, los amenazados, los expulsados al exilio, los muertos de Webb, las bajas de Webb, los perdedores de Webb a los que él no havia, los cegadores vientos del norte y las fachadas montañosas vidria

Y mientras tanto, el fantasma de Webb, el afanoso fantasma de Webb, continuaba moviéndose por todas partes, haciendo cuanto po_día para que las cosas siguieran agitándose.

– ¡Por fin en casa! -exclamó Neville-, ¡en casa, lejos de la inocente pero casi opresivamente sana América!

– ¡De vuelta a los placeres del mal! -añadió Nigel ostensiblemen_te aliviado.

A esas alturas, Lew había aprendido a mantener un rostro imper____________________go- en sus más o menos sorprendidos traseros.ban, buscándolo. En las raras ocasiones en que de verdad encontraran el Mal en cuestión, supuso que no tendrían mucha idea de qué hacer, aparte de ponerse a dar vueltas, intentando ver qué era lo que había hundido sus colmillos nacarados -o, en el caso del Diablo, verde musmás lo suficiente como para que ni siquiera se les pusiera la carne de gallina, pese a todo el tiempo que dedicaban o, si se quiere, malgastatante seguro de que ninguno de estos dos chicos se había acercado jatérrito cuando oía conversaciones como aquélla. En su trabajo -su antiguo trabajo- había tenido un par de altercados con lo que podría llamarse el Mal, tanto a plena luz del día en las plantas superiores como abajo, en los arroyos de desesperación al final de la jornada, y estaba bas

El CRETINO, o Centro de Recogimiento para los Estudiosos del Tetractis Inefable (NeoOrden), tenía su sede principal en Londres, en Chunxton Crescent, aquella zona ambigua al norte de Hyde Park co____________________sionarios con atuendos de vertido en un refugio para todo tipo de peregrinos con sandalias, vinocida como Tyburnia, en una mansión atribuida a Sir John Soane, la cual, durante el último alquiler, que se remontaba aproximadamente a la partida de Madame Blavatsky del plano material, se había contweed y devotos de la chuleta vegetariana. En ese extraordinario momento de la historia de la investigación es____________________sado en el sagradodo por seguir un camino secreto neopitagórico al conocimiento, bacadores de certidumbres, de quienes parecía haber un número cada vez mayor a medida que el siglo se precipitaba hacia su final y franqueaba un impensable cero hasta salir al otro lado, el CRETINO había optaquica, la Orden del Alba Dorada y otras organizaciones para los buspiritual, en reñida competencia con la Sociedad Teosófica y sus restos posblavatskianos, así como con la Sociedad para la Investigación Psí Tetractis,

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al que sus lejanos predecesores habían prestado su más profundo jura____________________mensiones, y así sucesivamente, hasta que uno empezaba a sentir algo raro, lo que se interpretaba como una señal de iluminación inminente.sistía en considerar la serie de números como si ocuparan no dos sino tres dimensiones, dispuestos en un tetraedro regular, y luego cuatro dimento. El concepto, hasta donde Neville y Nigel podían explicar, con

Por el momento los jóvenes, que tenían intención de patrocinar la admisión de Lew en la Orden, estaban asimismo teniendo la amabili_dad de ofrecerle consejo sobre su guardarropa.

– ¿Y qué importa -quiso saber Lew-, si todo el mundo llevará lo mismo, lo que llamáis traje de «postulante»?

– Aun así -dijo Neville-, las botas de cowboy resultan letalmente inapropiadas, Lewis; aquí, en Chunxton Crescent, o vas descalzo o no entras.

– ¿Cómo…? ¿Sin calcetines siquiera?

– Ni aunque esa tela escocesa fuera auténtica -dijo Nigel miran_do intencionadamente lo que en ese momento lucía Lew en los pies.

Esa noche lo habían llevado al santuario del CRETINO, cuya fa_chada de piedra de Caen parecía absorber en el crepúsculo todo el color del entorno más inmediato, y que se alzaba un poco retirado tras unas vallas de hierro, dentro de un parque casi en miniatura, donde masas de sombras que podían o no haber tenido su equivalente en el reino animal se movían con una siniestra impaciencia.

– Una pequeña y encantadora hacienda -dijo Lew asintiendo.

Dentro había alguien que estaba tocando un dúo de lira y siringa. A Lew le pareció reconocer la melodía, pero al instante ésta se perdió en una dirección que no pudo seguir. Ingleses, no demasiado exóticos a primera vista, estaban tumbados sobre alfombras en posturas que le recordaban a los contorsionistas de un multitudinario número cir____________________cendían al misterio subterráneo.mían junto al fuego. Columnas de piedra se alzaban en los puntos más alejados de la sala, dando la impresión de que eran peldaños que desjaban ver y luego, con la misma brusquedad, desaparecían. Humanos reencarnados como gatos, perros y ratones se arrastraban por allí o dorcense. La gente paseaba por allí en ropa peculiar o, a menudo, casi sin nada. Se veían pasar caras muy conocidas en la prensa ilustrada. La luz sufría extrañas variaciones de las que no daba cuenta del todo el humo del ambiente, a la par que presencias brillantes surgían de la nada, se de