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La tentación, para gran disgusto de Lindsay, se cernía sobre ellos a cada paso. Los pabellones de esa zona, más que a naciones del mun____________________tes de las solapas.res, esforzándose por persuadirlos, casi agarraban a los jóvenes paseando, parecían representar los diversos Pecados Capitales. Los voceado

– ¡Exóticas costumbres de fumar procedentes de todo el mundo, de gran valor antropológico!

– ¡Aquí tenéis una exposición científica, chicos: las últimas mejo_ras en la jeringuilla hipodérmica y sus numerosos usos!

Ahí estaban los waziris de Waziristán haciendo exhibiciones de di____________________gantesco que rezaba:tones y yeso de las cuevas de su Sierra Madre nativa, simulando que comían cactus que producían delirios y espectaculares convulsiones apenas distinguibles de las que padecía el «poseído» ya familiar desde hace mucho para los americanos que asistían a carnavales… Pastores tunguses de renos hacían gestos hacia arriba señalando un rótulo gimente desnudos, dentro de reproducciones confeccionadas con lisversas técnicas para retener viajeros, actividad que en aquel país se consideraba una fuente importante de ingresos… Indios tarahumaras del norte de México se agazapaban, hasta donde se podía ver total espectáculo especial de renos, y llamaban en su lengua nativa a los mirones congregados delante, mientras un par de mujeres jóvenes bastante ligeras de ropa -y que, al ser rubias y de__dolo con una intimidad escandalosa, y abordaban a los paseantes con frases muy sugerentes que vendrían a decir algo así como: «¡Entre y aprenda docenas de maneras de divertirse en Siberia!» y «¡Vea lo que pasa de verdad durante las largas noches de invierno!».más, no parecían, en realidad, compartir muchos rasgos raciales con los tunguses- giraban junto a un reno macho muy paciente, acaricián

– Esto no parece -dijo Lindsay oscilando entre la fascinación y la incredulidad- demasiado… auténtico, no sé.

– Acérquense, muchachos, la primera vez es gratis, si descubren el rojo, ¡un guiño del ojo!, si descubren el negro, ¡ni un céntimo pal sue__go levantándolas.gro! -dijo un jovial negro con un sombrero «chato» que había al lado, tras una mesa plegable, disponiendo unas cartas sobre el tablero y lue

– Yo diría que es uno de esos juegos de trileros -murmuró Lind_say reprimiendo educadamente su desaprobación.

– No, jefe, es un antiguo método de adivinación africano, le per_mite a uno cambiar su destino.

El fullero que les había hablado empezó a mover las cartas a una velocidad pasmosa. A veces había demasiadas cartas que tener en cuen_ta; otras, ninguna era visible, como si se hubieran desvanecido en una dimensión mucho más allá de la tercera, aunque bien podía ser todo un efecto de la luz.

– ¡Muy bien! Tal vez sea vuestra noche de suerte, decidnos dón_de está la roja, ahora. -Había tres cartas boca abajo ante ellos.

Tras un momento de silencio, fue Miles el que anunció con voz clara y firme:

– Las cartas que ha puesto sobre la mesa son todas negras. Su «roja» es el nueve de diamantes, la llamada «maldición de Escocia», y está aquí. -Alargó la mano para levantar el sombrero del fullero, se lo qui_tó de la cabeza y exhibió el naipe en cuestión.

– Dios sea misericordioso, la última vez que me ocurrió algo así acabé en la cárcel de Cook County, donde pasé unas largas vacacio__do -dijo extendiendo un billete de diez dólares.nes. Tenga, un reconocimiento a su aguda vista, joven, y todo olvida

– Oh, eso es…-empezó tímidamente Lindsay, pero Miles ya se ha__tras se alejaban:bía metido el regalo en el bolsillo y se despidió con amabilidad mien

– Buenas noches, señor.

En el rostro de Lindsay era visible una expresión de sorpresa.

– Eso ha estado… bien, muy bien, Blundell. ¿Cómo sabía dónde es_taba el naipe?

– A veces -dijo Miles con una nota extrañamente aprensiva en la voz- me rodean esas peculiares sensaciones, Lindsay…, como cuando se siente la electricidad, como si pudiera verlo todo tan claro como el día, veo cómo todo… encaja en su sitio, se relaciona. Pero la sensación no dura mucho. Al poco vuelvo a tener los pies en el suelo, tropezándome como siempre.

En ese momento ya veían los haces de los proyectores que barrían los cielos desde el techo del inmenso Edificio de las Manufacturas y las Artes Liberales -una ciudad en miniatura, anidada dentro de la ciudad-dentro-de-la-ciudad que era la Exposición misma-, y empezaron a ver Guardias Colombinos con capa de patrulla, una visión tranqui_lizadora, al menos para Lindsay.

– Vamos, Lindsay -dijo Miles blandiendo el billete que habían con_seguido tan inesperadamente-, mientras nos dure este dinero caído del cielo, tomemos algún refresco y también unas Cracker Jack. ¡Vaya, quién lo diría! ¡Estamos aquí! ¡Estamos en la Feria!

Mientras tanto, Randolph St. Cosmo, aunque sin el uniforme, se__riedades y un fabricante de cigarros puros explosivos. El rótulo rezaba: guía de servicio. La agencia de detectives que buscaba se hallaba en una sórdida manzana del distrito New Levee, entre un salón de vawhite city investigations. Randolph bajó un poco más el ala de su sombrero, recorrió con la mirada la calle en penumbra llena de basura y se metió en la entrada. Una joven mecanógrafa que se las ingenia__rada de su máquina con apliques florales.ba para comportarse recatada y descaradamente a la vez levantó la mi

– Ya ha pasado la hora de acostarse, pequeñín.

– La puerta estaba abierta.

– Sí, pero no sé si te has fijado que esto no es la sede de la Liga Ju_venil Metodista.

– ¿El señor Privett no tenía una cita conmigo?

– ¡Nate! -chilló la joven sobresaltando a Randolph. Su sonrisa no dejaba de ser traviesa-, ¿Has traído una nota de tus papás, chico?

En el despacho de Nate había una combinación de aparador, estan____________________mulando que fruncían amenazadoramente el ceño. La fotografía llevaba una inscripción:redes de paneles oscuros, junto con fotografías de clientes notables, en algunas posando con el propio Nate, entre ellas una con Doc Holliday, en la calle delante del Occidental Saloon de Tombstone, en la que se veía a Doc y Nate apuntándose sendos Colt 44 a sus respectivas cabezas y sina y unas mil casillas, una ventana con vistas al bar alemán de enfrente, galardones y cartas de agradecimiento de los negocios locales en las patería y archivador con diversas botellas de whisky, una especie de diván en el rincón, un par de sillas con asiento de mimbre, un buró con persia soy algo más que un pistolero, recuerdos, doc.

– Desde la bomba de Haymarket -explicaba Nate- hemos teni____________________guemos a un acuerdo de pago aplazado, con un pequeño porcentaje de los beneficios futuros en lugar de dinero en efectivo en mano. Por no mencionar las propinas u otros ingresos informales que pudieran caerles.ba. No podemos pagarles tanto como los Pinkerton, pero tal vez lledo más trabajo del que podemos asumir, y la cosa va a ponerse todavía más frenética si el Gobernador decide indultar a esa banda de asesinos anarquistas. Sólo Dios sabe qué va a suponer eso para Chicago, para la Feria en particular. La seguridad antiterrorista será esencial, más que nunca a partir de ahora. Y bueno, ustedes, muchachos tienen la única perspectiva que anhelamos todos los que formamos parte de la comunidad de sabuesos «observadores», a saber: la visión desde arri

– Eso es un tema que debe usted tratar con nuestra Oficina Na__sación que recibamos no puede superar nuestros gastos legítimos.cional -supuso Randolph-, porque a nivel de la Unidad, la compen