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– Viene a significar deseos de larga vida y prosperidad -explicó el Cohén al responder con el mismo gesto.

En un periodo anterior de su carrera, Clive Crouchmas había sido un funcionario público vulgar y corriente, irreflexivamente ambicio____________________tregaba el dinero a varios titulares de bonos en Gran Bretaña, Francia, Austria-Hungría, Alemania, Italia y Holanda. Sin embargo, nadie que conociera la Segunda Ley de la Termodinámica habría esperado una transferencia perfecta de los fondos, así que algunas de aquellas libras turcas se perdían siempre en los trámites, turar la deuda de su demasiado amplio Imperio. En teoría, la ADO recaudaba impuestos sobre las ventas de pescado, alcohol, tabaco, sal, seda y sellos, las denominadas «Seis Contribuciones Indirectas», y ennacional que había autorizado el Sultán Turco hacía unos años para recaudar y distribuir los ingresos fiscales, como un medio de reestrucbajaba en la Administración de Deuda Otomana, un organismo interso, pero sin tanta avaricia como demostraría no mucho más tarde. Tracreando oportunidades que sólo habría dejado escapar una persona que hubiera avanzado mucho más que Clive Crouchmas por el mal señalizado sendero que condu_cía a la santidad.

En circunstancias normales, Crouchmas poco tenía que ver con la metafísica, es más, no habría reconocido el menor tinte metafísico ni siquiera en el acto de morsus fundamento. Le resultaba tan ajeno como la frivolidad, la cual abundaba en los escenarios que frecuentaba esos días. «¡Oh, Clivey!», gritaban al unísono tres o cuatro voces femeninas al borde de la carcajada forzada por los rincones llenos de palmeras del salón de baile de algún hotel. Crouchmas ni siquiera tenía ganas de res_ponder: «¿Qué?». Eso abriría las puertas a demasiadas criaturas de la farsa, que empezarían a entrar y salir.

Pero, por extraño que parezca, se había resistido a la tentación ma____________________bajo todavía reclamaba prioridad sobre la búsqueda de los placeres.cia la señorita Halfcourt, y aprovechaba cualquier excusa para estar en su compañía, pues hasta entonces había practicado poco las artes de la lujuria adinerada, encontrándose en la fase de su carrera en que el tratada en toda su crudeza en las intrigas sobre qué nación se acabaría llevando la Concesión Ferroviaria «Bagdad», a Clive se le veía cada vez más por Chunxton Crescent silencioso, ataviado con una túnica, con todo el aspecto de ser alguien que buscara un sendero más espiritual, aunque según los cotilleos, esa costumbre secular que el CRETINO no podía trascender, estaba allí por la muda fascinación que sentía hacorosa pelea por las vastas riquezas del Imperio Otomano, manifesterial. A medida que la Cuestión Oriental degeneraba en una inde

Durante más de una década, la ADO también había estado re____________________sicamente con bonos de alto riesgo, considerados por la comisión asesora del Banco demasiado inestables para invertir en ellos, es más, no los quería ni regalados.damente vaga con el grupo bancario del Imperio Otomano en París, habían fundado una pequeña firma propia destinada a especular bámas. Utilizando pseudónimos y estableciendo una relación deliberacaudando diezmos locales destinados específicamente a garantías del ferrocarril, que se pagaban anualmente, a tanto el kilómetro de vía, a varias empresas ferroviarias europeas, antes de que nadie, ni siquiera el gobierno turco, llegara a ver una piastra. Eso no le había pasado por alto a una camarilla dentro de la ADO a la que pertenecía Crouch

– Es demasiado bueno para desaprovecharlo -gruñó en voz alta di_rigiéndose al Gran Cohén Nookshaft, su consejero espiritual-, ¿no?

– Lo estoy pensando -dijo el Cohén, cuyo dinero estaba en bonos consolidados al 3 por ciento desde hacía más tiempo del que recorda_ba, tanto que ni recordaba por qué-. Lo estoy pensando.

– Nunca he entendido -dijo Clive Crouchmas- por qué, con todo el talento de adivinación que hay por aquí, nadie ha… -se interrumpió, como si buscara unas palabras más diplomáticas con las que proseguir.

– Yo diría que hay marcadas disonancias entre los dones psíquicos y el capitalismo moderno -comentó el Cohén con cierta brusque__nos demasiado locos, como algunos de los suyos, con esa Concesión Ferroviaria.dad-. Son antagónicos, más bien. También procuramos no volver

– Si no estuviera aquí, moviéndome libremente entre vosotros -afir_mó Clive Crouchmas-, sería un alegre interno del manicomio de Colney Hatch. La otra noche, durante tan sólo medio segundo, vi…, creí ver…

– No pasa nada, Crouchmas, se oyen historias de ese tipo a todas horas.

– Pero…

– La Iluminación es una proposición incierta. Todo depende de cuánto quieras arriesgar. No tanto dinero sino seguridad personal, tiempo precioso, contra algo que difícilmente saldrá. Sucede, claro. Surgiendo del polvo, entre las nubes de sudor y de respiración, entre el repiqueteo de los cascos, el animal se destaca, el último que habrías esperado, majestuoso, resplandeciente, inevitable, y adelanta a todos, pa__túpidos, una cosa de bobos, y puede que no tengas ni la voluntad ni la paciencia necesarias.sando entre ellos, como un rayo del sol de la mañana a través de los vestigios espectrales de un sueño. Pero aun así es una apuesta de es

– Pero imagine que destaco. Y siento curiosidad desde hace algún tiempo: a medida que los miembros de la Orden se acercan a la ilu_minación, ¿hay algún tipo de descuento en las cuotas que pagamos?

Llovía cuando Lew llegó a Cambridge. Los titulares de los perió_dicos anunciaban:

OTRA ENCÍCLICA DEL PROF. MCTAGGART ENÉRGICA PROTESTA DEL VATICANO G.H. HARDY, ILOCALIZABLE, NO HACE COMENTARIOS «Multi et Unus.» Texto completo en páginas interiores.

Escritas con tiza en las antiguas paredes, había pintadas como MÁS PELOTAS BRITÁNICAS y LANZAD LIMPIO, CABRONES.

Tras dejar a Yashmeen ante la caseta de entrada de Girton, Lew y Clive Crouchmas se encaminaron al Laplaciano, un relativamente le_jano pub de matemáticos junto a un canal, donde iban a reunirse con el Profesor Renfrew.

– Aquí viene sobre todo gente del Trinity -dijo Crouchmas-, no es probable que nadie lo reconozca.

– ¿Y por qué habría de preocuparle? -se preguntó en voz alta Lew, pero Crouchmas no respondió y asintió ante la puerta que daba paso a la noche.

Poco a poco, a través de la luz de ciénaga sucia, el rostro del Pro__lidad interior.fesor se fue haciendo visible, exhibiendo un brillo…, no, una negación de la visión ordinaria…, una sonrisa que no surgía de ninguna cordia

Tras las tres rondas obligadas de ese producto denso, caliente y sin gasificar que en esa isla conocen como cerveza, Crouchmas se perdió en sus propios tejemanejes, y Lew y el Profesor se dirigieron a las ha__dente silencio, Renfrew habló:bitaciones de Renfrew en uno de los patios interiores. Después de que ambos se encendieran un puro y dejaran transcurrir un latido de pru

– Tengo entendido que conoce a la pupila de Auberon Halfcourt.

Lew supuso que Crouchmas, fascinado por la chica, había sido in_capaz de evitar que se le escapara su nombre. Se encogió de hombros.

– Rutina de carabina, entrar y salir, el señor Crouchmas pensó que yo debía echar un vistazo, eso ha sido todo hasta ahora.

Comentario que no le ahorró una suspicaz mirada de reojo.

– Pobre Halfcourt. El hombre no entiende nada de nada. Peor que Gordon en Jartum. El desierto le ha provocado fantasías de poder que en Whitehall, piadosamente, consideran imposibles de llevar a la prác_tica. Y usted no se hace a la idea de cómo los protectores de la chica en el CRETINO me han arruinado una y otra vez la vida. Uno no puede hacer el menor movimiento, por inocente que sea, sin atraer su, digamos, solícita atención.

A Lew le dio la impresión de que las mandíbulas inferior y su_perior de Renfrew se movían disparejas, como las del muñeco de un ventrílocuo. Y la voz, a veces, parecía proceder de otro lugar.