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– Un momento -dijo Chick con el ceño fruncido como si estu__tual? Nada más que una alegoría y un simbolismo oculto…viera desconcertado-, me da la impresión de que esta conversación está tornándose, cómo decirlo, abstracta… ¿Resultará que este Itinerario de Sfinciuno no es un mapa geográfico sino un relato de un viaje espiri

– Y ni un oasis perdido en el que puedas conseguir una auténtica copa -añadió con amargura Darby-, Muchas gracias, Profesor. Ahora nos dedicamos al negocio de mercancías religiosas.

– El terreno es real, de este mundo, y en eso, como verán, radica precisamente el problema. Hoy en día, como en la época de Sfinciu_no, hay dos versiones distintas de «Asia» ahí fuera: una es el objeto de lucha política entre las Potencias de la Tierra, y la otra una fe atemporal en cuyos términos toda esa lucha terrenal no es más que ilusión. Aquellos cuyo persistente objetivo es el poder en este mundo están encantados de usar sin remordimientos a los otros, cuyo propósito es, por descontado, trascender cualquier disputa de poder. Cada grupo considera al otro una pandilla de ilusos.

»El problema radica en la proyección. El autor del Itinerario ima_ginaba la Tierra no sólo como una esfera tridimensional sino también, más allá de eso, como una superficie imaginaria, y las disposiciones óp_ticas requeridas para su proyección definitiva en la página bidimensional resultaron ciertamente extrañas.

»Así que tenemos una especie de anamorfoscopio, o, dicho sin duda con más propiedad, un paramorfoscopio, porque descubre mundos que están situados a un lado del que hasta ahora hemos considerado el úni_co mundo que nos ha sido dado.

Los anamorfoscopios clásicos, siguió explicando, eran espejos, por lo general cilíndricos o cónicos, que cuando se situaban sobre, o en cualquier caso cerca, de una imagen intencionadamente deformada y se miraba desde la dirección apropiada, hacían que la imagen pare__ciese «normal» otra vez. El artilugio estuvo de moda en diversos periodos, desde fecha tan temprana como el siglo XVII, y los artesanos de la Isola degli Specchi no tardaron en aprender a suministrar mate____________________naba una libertad desconocida en Europa y, en realidad, en cualquier parte, hasta entonces y desde entonces.sibles». Estos especialistas siguieron en la Isola degli Specchi bajo una especie de reclusión tan estricta que, paradójicamente, les proporcioso más raras, incluyendo por fin lo que podríamos denominar formas «imaginarias», aunque algunos preferían el término de Clifford, «invirial a ese mercado especializado. Sin duda, cierto porcentaje de ellos se volvieron locos y acabaron en el manicomio de San Servolo. La mayoría de esos desdichados no pudieron volver a mirar a ningún otro espejo, y se les mantenía rigurosamente alejados de las superficies reflectantes de cualquier tipo. Pero algunos optaron por adentrarse en los dolorosos pasillos de su aflicción y con el tiempo descubrieron que podían pulir superficies cada vez más exóticas, hiperboloides e inclu

– El Itinerario de Sfinciuno -explicaba el Profesor-, en una com____________________cirse) a los diseños plano-convexos del mismísimo Griendl von Ach.jante y el artesano que creaba el instrumento se conformaban con la resolución proporcionada por los que en aquella época eran los más modernos microscopios complejos, importados de los Países Bajos, adelantándose (ya entonces superando incluso, como ha llegado a deyas identidades son todavía hoy objeto de vivo debate. En teoría, cada punto del endiabladamente codificado mapa tenía que ser reflejado, aunque en la práctica, dado que esto implicaba un grado del infinito que ni siquiera el Doctor Cantor en nuestra época conoce, el dibutógrafo y los artesanos, por lo demás completamente enloquecidos, que lo habían creado, así como los inevitables herederos y escogidos, cucuperar de la invisibilidad con la ayuda de una configuración concreta de lentes y espejos, cuyas especificaciones exactas sólo conocían el carpilación de sus fuentes originales de los siglos XIV y XV, se encriptó como una de esas deformaciones paramórficas para que se pudiera re

En algún momento, antes de que se tuviera noticia oficial de su existencia, allá por 1669, la calcita o espato de Islandia había llegado a Copenhague. Tras descubrirse de inmediato sus propiedades birrefringentes, pronto se disparó la demanda del fantasmagórico mineral en____________________tos de artesanos se unieran a las multitudes de sus hermanos que ya vagaban por los lejanos paisajes de la locura.jando con cristal, de ahí que docenas y, con el paso del tiempo, cientes, prismas y espejos de calcita cuidadosamente tallados, aunque las tolerancias eran todavía más sutiles que las que se encontraban trabados en un espacio bidimensional, se volvían accesibles mediante lentre los científicos ópticos de toda Europa. Finalmente se descubrió que ciertas líneas y superficies «invisibles», análogas a los puntos conjuga

– Así que -el Profesor seguía explicando-, si se acepta la idea de que los mapas empiezan como sueños, tienen una vida finita en el mundo y después se reanudan como sueños, podemos decir que estos paramorfoscopios de espato de Islandia, de los que no deben existir muchos ejemplares, si es que existen, revelan la arquitectura del sueño, de todo lo que escapa a la red de la latitud y la longitud ordinarias…

Un día, Miles Blundell, en una de sus habituales escapadas por Venecia para mirar los frescos en ruinas como si se tratara de mapas en los que las partes deterioradas por el tiempo fueran los océanos, o con__ralmente cursivas comentarios sobre una costa prohibida, se topó con algo que, en una investigación posterior, se revelaría como la visión profética de san Marcos,templar una extensión de piedra de Istria y leer en sus marcas natu pero invertida. Es decir, volvió a las ciénagas y la__cano, de los juncos bajo elgos del Rialto tal como eran en el siglo i: los cormoranes oscuros que se precipitaban a las aguas con torpeza, la cacofonía de las gaviotas, el olor a ciénaga, la inmensa respiración fricativa, como un susurro cer scirocco que había desviado a su buque de su rumbo…, y allí, hundido hasta los tobillos en el cieno, era Miles el que aparecía como un Ser claramente ajeno a la región. No muy lejos, a cierta distancia de la costa indistinta, fondeaba un curioso bajel que pa_recía el medio en el que había llegado el Ser. No se trataba de la vela latina habitual; es más, no parecía tener ni velas ni mástiles ni remos.

– ¿Estás seguro de que no era alguien que llevaba una máscara o algo así? ¿Y…, y qué me dices de ese león alado? -sobre el que Chick Counterfly, como Oficial de Interrogatorios, tenía un interés espe_cial-, ¿y del Libro, de la página en la que estaba abierto?

– Con su cara humana, sí, la sonrisa ambigua a lo Carpaccio, la Por_ta della Carta y demás, todo ello un capricho de los artistas, me temo… A menos que te refieras a lo que el Ser vio cuando me miraba.

– ¿Y cómo sabes qué veía cuando…?

– Sé lo que se me dio a entender. Se me permitió convertirme en, como dirían por aquí, aptótico, sin inflexión, a veces incapaz de dis____________________te de África, un falso desvío en el Peregrinaje en el que entonces creía que se encontraba.trimonios y concepciones, dinastías y batallas, convergencias de vientos exactas, flotas, clima y valores de mercado, cometas, apariciones, ¿qué importaba una promesa menor, incluso para el Evangelista? El había partido para Alejandría, ¿no? El sabía que su destino le aguardaba allí, que esto era tan sólo una interrupción, un viento perverso procedennocidos de la Tierra, cuyos nombres son igual de poco conocidos… ¿qué importancia podía tener «mi» promesa en sus páginas, una simple promesa de que «aquí reposará el cuerpo de nuestro visitante», aquí, en un desierto de sal húmeda? Mientras en cualquier otra parte del Libro esperaban su resolución asuntos mucho más importantes, como matinguir entre el sujeto y el objeto. Mientras seguía siendo yo mismo, era también el León Alado, sentía el peso añadido en los omoplatos, las obligaciones musculares imprevistas. El Libro, ¿qué quieres que te diga? De algún modo, me sabía el Libro de memoria, el Libro de las Promesas, las promesas hechas a salvajes, a remeros en galeras, a Dogos, a fugitivos bizantinos, a pueblos que vivían más allá de los límites co