El Campanile osciló inmensamente hasta dibujar una pronuncia_da diagonal, ensuciado por las palomas, con manchas claras y oscuras; y tras haber perdido visiblemente la verticalidad, se inclinaba como si estuviera a punto de confiar un secreto, macilento como el borracho del pueblo…
Al instante, Padzhitnov vio que el antiguo edificio se deshacía lim____________________nes en un borrón ocre crudo de incertidumbre.zar su suave e inofensivo descenso, rotando y desplazándose de todos los modos existentes, como si se esforzara por satisfacer a un grupo enloquecido de análisis de teoría de grupos, hasta que lo absorbió la nube de polvo que se elevaba, oscureciendo todas esas consideraciopiamente en una multitud de agrupamientos de cuatro ladrillos, cada uno rodeado de un contorno luminoso, y quedaba suspendido por un momento en el espacio, mientras el tiempo se ralentizaba y se daban todas las permutaciones posibles de formas, para a continuación empe
Entre sus armas, los chicos habían subido a bordo su propio y ex_clusivo modelo de torpedo aéreo, inventado por el Doctor Chick Coun_terfly con el propósito no tanto de aniquilar, o siquiera de dañar, una aeronave enemiga cuanto de «recordarle su innata susceptibilidad a la gravedad». La versión normal la componían seis proyectiles, que los Chicos conocían como «peces del aire» y que constaban en la lista de la declaración de armamento del Inconvenience como Dispositivo Con__diodía, era si podría haber sido uno de esos proyectiles -disparado al travuelo. La cuestión que no se planteó durante la sesión de debate poscombate celebrada aquel día, justo después del rancho del meBol'shaia Igra sin tener en cuenta cierto número de factores críticos, como la humedad- lo que había derribado el Campanile.
– Lo que había permanecido en pie durante mil años -anunció Randolph-, lo que ninguna tempestad ni terremoto, ni siquiera el ca_tastrófico Napoleón Bonaparte, pudieron rozar, nosotros lo hemos derribado con nuestra torpeza en un instante. ¿Cuál será el próximo blanco de nuestra ineptitud? ¿Notre Dame? ¿Las Pirámides?
– Fue un accidente de guerra -insistió Lindsay-. Y ni siquiera es_toy seguro de que hayamos sido nosotros los responsables.
– ¿Quieres decir que de hecho viste algo, Noseworth? -preguntó Chick Counterfly.
– Lamento -dijo Lindsay sorbiéndose la nariz- que en el calor de la batalla raramente haya encontrado tiempo suficiente para la obser_vación científica, aunque la bien conocida propensión del otro Coman_dante a atacar sus blancos con mampostería caduca indicaría en gran medida, por no decir necesariamente, que…
– Pero ahí arriba no nos encontrábamos en la trayectoria de caída de la torre -señaló con paciencia Chick-. Teníamos el indicador del tiempo atmosférico. Nos abalanzábamos sobre ellos…
– …lo que, sumado a su rápida partida -proseguía Lindsay, ausen_te-, como si se avergonzaran de lo que habían hecho…
– Eh, Lindsay, todavía puedes alcanzarlos si te das prisa -se mofó Darby.
– O podríamos enviar tras ellos a tu progenitora, Suckling: con que sólo la atisbaran, sería lo bastante letal para comprometer su moral de combate, además de para transformarlos a todos en mampostería, claro…
– Pues tu madre -replicó el rápidamente ofendido joven- es tan fea que…
– Caballeros -les suplicó Randolph, en cuya voz no hacía falta mu__metido un gran agravio contra la Historia, en comparación con el cual esta riña mezquina se encoge hasta una insignificancia submicroscópica. Por favor, sean tan amables de guardársela para otro momento más tranquilo.cha clarividencia para detectar una postración neurasténica que sólo era capaz de resistir con gran dificultad-, puede que hoy hayamos co
Acordaron reunirse con el Capitán Padzhitnov y sus oficiales en un tramo casi desierto de la playa del Adriático sobre el Lido, hacia Malamocco. Los comandantes se abrazaron con una curiosa mezcla de formalidad y pena.
– Esto es espantoso -dijo Randolph.
– No fue el Bol'shaia Igra.
– No. No lo pensábamos. Tampoco fue el Inconvenience. Pero, en_tonces, ¿quién?
El aeronauta ruso parecía debatirse con algunas dudas éticas.
– St. Cosmo, usted sabe que ahí fuera hay alguna otra cosa.
– ¿Cómo qué…?
– ¿No ha visto nada? ¿No ha detectado nada extraño?
– ¿Quiere decir sobre la Piazza?
– Quiero decir en cualquier sitio. En esto la geografía no importa.
– No estoy seguro.
– Aparecen salidos de…, de algún otro estado, y se desvanecen de vuelta allá de donde vinieran.
– ¿Y cree que fueron ellos los que derribaron el Campanile? -pre_guntó Chick-. Pero ¿cómo?
– Rayos vibratorios, es todo lo que hemos podido averiguar -dijo el tripulante homólogo de Chick, el Doctor Gerasimov-. Ajustables a la frecuencia simpática exacta del blanco, lo que induce una oscila_ción divergente.
– Qué oportuno -susurró lúgubremente Lindsay- que no puedan analizarse los escombros para buscar pruebas de los trozos cuádruples de ladrillos que ustedes se solazan en lanzar sobre cualquiera que les de_sagrade.
El ruso, acordándose de la imagen del derrumbamiento, sonrió lánguidamente.
– Sólo recurrimos a los tetralitos cuando nos enfadamos -dijo-, un detalle que aprendimos de los japoneses, quienes nunca, a menos que quieran insultar, regalan nada por cuatro, pues la letra japonesa para «cuatro» es la misma que para «muerte».
– ¿Ha estado en Japón, Capitán? -preguntó Randolph mientras le clavaba una mirada asesina a Lindsay.
– En estos tiempos, en una profesión como ésta, ¿quién no ha es_tado?
– ¿No conocerá al señor Ryohei Uchida…?
Asintió, y los ojos le brillaron con un odio entusiasta.
– Un cabrón al que llevamos intentando asesinar desde hace dos años. Casi lo pillamos en Yokohama con un bonito fragmento en án_gulo recto, estuvimos tan cerca que, de hecho, él se encontraba dentro del ángulo, pero fallamos por milímetros, polny pizdets! ¡Menuda suer_te tiene ese hombre!
– Pues parecía un caballero educado cuando nos entrevistó para la misión.
Padzhitnov entrecerró los ojos cansinamente.
– ¿La misión?
– El año pasado su gente, ¿una organización llamada la Sociedad del Dragón Negro?, quiso contratarnos para una vigilancia aérea rutinaria.
– St. Cosmo, ¿está usted loco? ¿Por qué me cuenta eso? ¿Es que no sabe quiénes son?
Randolph se encogió de hombros.
– Una organización patriótica de cierto tipo. Quiero decir que pue_de que sean japoneses, pero se enorgullecen de su país como lo haría cualquiera.
– ¡Smirno, joven globero! ¡Se trata de una cuestión política! El propósito del Dragón Negro es alterar y destruir la presencia rusa en Manchuria. Manchuria es rusa desde 1860, pero tras la guerra con China, los japoneses creen que les pertenece. Incumpliendo los trata____________________ta creer que llegara siquiera a plantearse trabajar para esa gente.ras para luchar allí contra nosotros. Le respeto, St. Cosmo, y me cuesdos y pasándose por el forro el Ferrocarril Oriental Chino, los deseos de las Potencias Europeas, e incluso su propia promesa de respetar las fronteras chinas, los japoneses están reuniendo a los peores criminales de Manchuria, armándolos e instruyéndolos como fuerzas guerrille
– ¿Manchuria? -preguntó desconcertado Randolph-. ¿Por qué? Es una ciénaga miserable. Helada la mitad del año. ¿Por qué iba a to_marse nadie tantas molestias por ella?
– Por el oro y el opio -dijo Padzhitnov encogiéndose de hombros, como si todos lo supieran.