– Pues, al parecer, el cadáver estaba en un contenedor, y cuando fue a vaciarlo…
– ¡Dios! ¡Qué espanto! -exclamó Anna sin dejar de mirar a Erica-. ¿Y de quién es el cadáver? ¿Será un asesinato? Bueno, claro, supongo que sí -se respondió a sí misma-. De lo contrario, ¿cómo iba a aparecer nadie en un contenedor? ¡Dios! ¡Qué espanto! -repitió.
Justo en ese momento entró Dan en la cocina. Las miró sin comprender y, sentándose junto a Erica, preguntó:
– ¿Qué es un espanto?
– Llamaron a Patrik del trabajo. Leif, el del camión de la basura, encontró un cadáver en el camión -explicó Anna adelantándose a Erica.
– ¡Anda ya! ¿Estás de broma? -preguntó Dan estupefacto.
– Por desgracia, no -intervino Erica sombría-. Pero os agradecería que no lo divulgarais. Ya se sabrá, a su debido tiempo, pero no tenemos por qué darles a las chismosas del pueblo más material del necesario.
– No, claro, no diremos nada -aseguró Anna.
– No me explico cómo puede Patrik tener el trabajo que tiene -observó Dan cogiendo un bollo de canela-. Yo no lo resistiría. Tener que enseñarles gramática a los adolescentes ya me parece bastante dramático.
– No, yo tampoco lo resistiría -confesó Anna con la mirada perdida. Tanto Dan como Erica lanzaron una maldición para sus adentros. Hablar de cadáveres y de asesinatos no era, quizá, lo más indicado para Anna.
Como si les hubiese leído el pensamiento, los tranquilizó:
– No os preocupéis por mí. No pasa nada porque habléis de ello. -Sonrió levemente y Erica se imaginó las escenas que pasaban por la mente de su hermana.
– ¡Niños! ¡Aquí están los bollos! -gritó Anna una vez más, rompiendo la tensión. Oyeron el tamborileo de dos pares de pies y un par de manos y otro de rodillas y, pocos segundos después, entró por la puerta el primer aspirante a un bollo de canela.
– Bollo, yo quiero bollo -canturreó Adrian mientras, con una agilidad asombrosa, trepaba a su silla. Poco después llegó Emma y, finalmente, gateando, apareció Maja. La pequeña no había tardado mucho en aprender el significado de la palabra bollo. Erica ya se disponía a levantarse cuando Dan se le adelantó.
Cogió a Maja, no pudo evitar darle un beso en la mejilla, la sentó despacio en su trona, partió un bollo en pedacitos y empezó a dárselo a la pequeña. Tanta muestra de dulces hizo que Maja sonriera de tal forma que dejó al descubierto el par de granitos de arroz que tenía en el labio inferior. Los mayores no pudieron evitar romper a reír. Era una monería de niña.
Nadie habló más de asesinatos ni de cadáveres. Pero todos siguieron pensando en aquello a lo que Patrik debía enfrentarse.
Todos aguardaban apáticos en la sala de descanso de la comisaría. Martin seguía luciendo una palidez antinatural y parecía tan cansado como Hanna. Patrik estaba apoyado en la encimera del fregadero, con los brazos cruzados, y esperó hasta que todos se hubieron servido café. Después de haber recibido la señal de aprobación de Mellberg, tomó la palabra.
– Esta mañana, muy temprano, Leif Christensson, propietario de una empresa de recogida de basuras, encontró un cadáver en su camión. En realidad, lo habían dejado en un contenedor, pero, al vaciarlo, cayó en el camión. Os puedo asegurar que está totalmente conmocionado. -Patrik hizo aquí una pausa y tomó un sorbo del café que tenía a su lado en la encimera. Luego prosiguió-: Acudimos enseguida al lugar del hallazgo y constatamos que se trataba de una mujer. A partir de las circunstancias hemos llegado a la conclusión preliminar de que se trata de un asesinato. El cadáver presenta, además, una serie de lesiones que apuntan a que fue agredida, lo cual confirmaría la hipótesis provisional. Sin embargo, no lo sabremos con seguridad hasta que no tengamos el resultado de la autopsia. En cualquier caso, trabajamos partiendo de la base de que la asesinaron.
– ¿Sabemos quién…? -comenzó a preguntar Gösta, pero Patrik lo interrumpió con un gesto.
– Sí, hemos identificado el cadáver de la mujer. -Patrik se volvió hacia Martin, que a duras penas podía combatir las náuseas ante el solo recuerdo de las imágenes que había visto. No parecía estar en disposición de hablar aún, de modo que Patrik continuó-: Parece que se trata de una de las participantes del programa Fucking Tanum. La chica a la que llaman Barbie. Pronto sabremos cuál era su verdadero nombre. No me parece lo bastante digno llamarla Barbie dadas las circunstancias.
– Pero… nosotros… Martin y yo la vimos ayer -balbució Hanna. Tenía la cara tensa y miraba a Patrik y a Martin alternativamente.
– Sí, lo sé -dijo Patrik con un gesto afirmativo hacia Martin-. Fue Martin quien la identificó. Por lo visto, hubo una pelea, ¿no? -preguntó enarcando una ceja y animando así a Hanna a que continuase.
– Sí… -respondió como pensándoselo, como si quisiera elegir sus palabras con sumo cuidado-. Sí, la cosa se puso bastante seria durante un rato. Los demás participantes se ensañaron con ella, pero lo que yo presencié fue más bien verbal, algún empujón, nada más. Martin y yo entramos y los separamos, y lo último que vimos fue que Barbie echó a correr llorando en dirección al pueblo.
Martin asintió para confirmar sus palabras.
– Sí, así fue -aseguró-. Hubo muchos gritos e insultos, pero nada que ocasionara las lesiones que presentaba el cadáver.
– Bien, tendremos que hablar con esa pandilla -resolvió Patrik-. Y averiguar de qué iba la pelea. Y si alguien vio adonde… -vaciló un instante a la hora de decir el nombre, pero aún no tenían otro por el que llamarla-… adonde se fue Barbie. También hemos de hablar con el equipo de televisión, e ir a buscar lo que grabaron ayer y echarle un vistazo.
Annika iba anotando mientras Patrik enumeraba las tareas que deberían abordar. Antes de dirigirse a Annika, reflexionó unos segundos, transcurridos los cuales le dijo:
– También debemos encargarnos de informar a la familia. Y averiguar si la gente observó algo raro ayer por la noche. -Volvió a guardar silencio, antes de añadir, en un tono grave-:
Cuando esto se sepa, y no tardará más de un par de horas, se organizará un buen caos. Esta noticia tendrá repercusión a escala nacional, y debemos contar con que estaremos prácticamente sitiados todo el tiempo que dure la investigación. Así que tened cuidado de con quién habláis y lo que decís. No quiero que circule por ahí un montón de información que yo… -Aquí dudó un segundo y añadió enseguida-:… que Mellberg y yo no hayamos sancionado.
Para ser sincero, sólo le preocupaba lo que Mellberg pudiera ir diciendo por ahí. A su jefe le encantaba estar en el candelero, y un periodista que supiera darle coba podría sonsacarle, en principio, toda la información que tenían del caso. Sin embargo, nada podía hacer él al respecto. Mellberg era el jefe de la comisaría, al menos nominalmente, y Patrik carecía de autoridad para ponerle una mordaza. Sencillamente, tendría que cruzar los dedos y confiar en que Mellberg tuviese un ápice de sentido común. Aunque, desde luego, no apostaría un céntimo por ello.
– Haremos lo siguiente. Yo iré a hablar con el jefe de producción… -Tamborileó con los dedos mientras hacía memoria para recordar el nombre.
– Rehn, Fredrik Rehn -intervino Mellberg, a lo que Patrik, sorprendido, le dio las gracias con un gesto. Era tan insólito que Mellberg aportase algún tipo de información relevante…
– Exacto, Fredrik Rehn -repitió Patrik-. Martin y Hanna, vosotros escribiréis un informe de lo que presenciasteis ayer por la noche. Y Gösta… -Patrik buscaba febrilmente algo de provecho que encomendarle a Gösta, hasta que se le ocurrió una tarea-. Gösta, tú intenta averiguar más cosas sobre los propietarios de la casa a la que pertenece el contenedor. En realidad, no creo que exista ningún vínculo, pero nunca se sabe.