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Blackness Road

Crowborough

Sussex

Domingo, 7 de diciembre de 1924

Queridísima y dulce Elsie:

¿Dónde te metiste ayer? Dijiste que venías el sábado así que fui a recogerte a la estación. ¿Sufriste algún contratiempo? Comunícate conmigo en cuanto puedas.

Siempre tuyo,

Norman

Telegrama, fechado 10 de la mañana.

Miércoles, 10 de diciembre de 1924

De: Donald Cameron, Clifford Road 86, Kensal Rise, Londres

A: Norman Thorne, Granja avícola Wesley, Crowborough

ELSIE SALIÓ VIERNES. NO TENEMOS NOTICIAS. ¿HA LLEGADO? CONTESTA.

Telegrama, fechado 3 de la tarde.

Miércoles, 10 de diciembre de 1924

De: Norman Thorne, Granja avícola Wesley, Crowborough

A: Donald Cameron, Clifford Road 86, Kensal Rise, Londres

NO AQUí. NO ENTIENDO. ENVIÉ CARTA DOMINGO.

10

Blackness Road, Crowborough. Viernes, 12 de diciembre de 1924

Era en momentos como éste cuando el detective Beck deseaba estar más delgado. Le costaba hacer avanzar su pesada bicicleta por Blackness Road. Al llegar a la granja avícola Wesley y ver el lodo que impregnaba el camino, renunció a la bicicleta y siguió a pie en busca del señor Thorne.

Le encontró en uno de los gallineros. -¿El señor Thorne? ¿Norman Thorne?

– Yo mismo. -Norman se secólas manos en los pantalones y extendió una hacia el recién llegado-. Disculpe el desorden. La lluvia lo ha embarrado todo. ¿En quépuedo ayudarle?

El policía le devolvió el saludo.

– Estoy aquí para hablarle de Elsie Cameron, señor. Tengo entendido que están prometidos.

– Así es. ¿Ha sufrido un accidente o algo así?

– Eso es lo que intento averiguar. Su padre denunció su desaparición ayer. Dice que salió de Londres hace una semana para venir aquí.

Norman negó con la cabeza.

– No la he visto. Me dijo que llegaría el sábado… pero no apareció. Le escribí al día siguiente para preguntar qué pasaba, pero no obtuve respuesta. Lo único que he recibido es un telegrama de su padre.

– ¿Le importa decirme qué hizo el viernes pasado, señor Thorne?

– En absoluto. -Norman señaló la cabaña-. ¿Le apetece una taza de té? Dentro se está mejor. Puedo darle una fotografía de Elsie por si le sirve de ayuda. Estoy muy preocupado por ella, la verdad.

«Pero no lo bastante como para acudir a la comisaría de policía», pensó con malicia el detective Beck mientras caminaba sobre el lodo. Observó la foto de Elsie mientras Norman ponía la tetera al fuego.

– El señor Cameron afirma que ella salió de casa el viernes por la tarde -dijo, sacando su cuaderno-. ¿Quiere explicarme sus movimientos desde la hora de comer en adelante?

Norman disfrutaba de una memoria sorprendente. Recordaba con todo detalle lo que había hecho el viernes, 5 de diciembre. Poco después de comer había ido en bicicleta hasta Tunbridge Wells a comprarse unos zapatos. A su vuelta, sobre las cuatro, había dado de comer a los pollos y recogido la leche en casa de los Cosham.

– Luego me tomé una taza de té y eché una siesta. -prosiguió-. Estaba destrozado. Ir a Tunbridge Wells y volver te mata.

– Pero ¿la señorita Cameron no llegó?

– No. Volví a salir más tarde… debían de ser las diez menos cuarto. Había prometido recoger a dos señoras amigas mías en la estación y acompañadas a casa. La señora Coldicott y su hija. Habían pasado el día en Brighton y regresaban en el tren de las diez.

– ¿Dirección?

Norman se la dio.

– Me quedé en su casa unos quince minutos y volvía a estar aquí a las once y media. No había señales de Elsie… Pero de hecho no la esperaba hasta el sábado.

– ¿De qué conoce a los Coldicott?

– De lo mismo que a todos por aquí… La señora Coldicott me compra una gallina de vez en cuando.

– ¿Y qué hizo el sábado, señor Thorne?

– Di de comer y beber a los pollos y después fui a la estación a buscar a Elsie. Me había dicho que llegaba en el tren de las diez y cuarto. Esperé alrededor de una hora y después tomé el tren hasta Tunbridge Wells.

– ¿Era algo habitual?

– ¿El qué?

– Que le dejara plantado.

Norman le miró fijamente durante un momento.

– No me lo tomé como un plantón. Deduje que habría tenido que quedarse en casa por algún motivo. ¿Se refiere a si estaba preocupado?

– Si quiere decido así…

– ¿Por qué debería haberlo estado?

El detective Beck se encogió de hombros.

– Por nada. ¿Qué hizo el sábado en Tunbridge Wells?

– Nada especial. Di una vuelta y luego volví a casa. Pasé por la estación para ver si Elsie había llegado en algún otro tren, pero nadie la había visto. De manera que me detuve en casa de los Cosham a comprar leche y les pregunté si Elsie había hecho alguna reserva. Pero me dijeron que no.

– ¿Era allí donde solía alojarse?

Norman asintió.

– Había una fiesta prevista para el sábado por la noche. Pensaba llevar a Elsie.

– ¿Fue de todos modos?

– N o. Los Cosham la cancelaron por falta de gente. El policía anotó algo.

– ¿Y qué hizo?

– Fui a casa de los Coldicott. En el cine daban una película que me apetecía ver. Le pregunté a la señorita Coldicott si quería acompañarme.

El detective Beck lanzó otra mirada al retrato de Elsie.

– ¿Qué edad tiene la señorita Coldicott?

– Veinte años.

– ¿Se trata de una amiga especial, señor Thorne?

– No. Simplemente le gusta el cine.

– ¿Y, según usted, al día siguiente escribió una carta a la señorita Cameron preguntándole qué le había pasado? -Exactamente.

– ¿Conserva la carta en la que ella le anunciaba su intención de venir el sábado?

– No lo acordamos por carta. Elsie estuvo aquí el fin de semana anterior. Fue entonces cuando fijamos el día y la hora.