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Querida Bessie:

Hace mucho que no te veo. Esperaba que pudiéramos pasar juntos las Navidades. Ahora las cosas parecen ir mejor: los periodistas se han marchado y la policía ha admitido que Elsie no llegó hasta aquí. Me pregunto si se suicidó en secreto en algún lugar. Siempre amenazaba con hacer algo así si yo la abandonaba.

Tenía un carácter extraño y unos padres no muy amables. La echaron en mis brazos porque estaban hartos de sus continuos cambios de humor. Debería haberle hecho caso a mi padre, pero, como bien dijiste, yo era demasiado joven para saber en qué me metía.

Con toda sinceridad, querida, nunca he sentido por ninguna chica 10 que siento por ti. La soledad fue la culpable de que me sintiera atraído por Elsie, pero lo que siento por ti es amor. Eres mi mejor amiga, y tu existencia me ayuda a superar estos momentos de amargura. Espero que no tenga que pasar mucho tiempo antes de que esta pesadilla termine y podamos volver a estar juntos.

Siempre tuyo, Norman

Groombridge Road

Crowborough

13 de enero de 1924

Querido Norman:

Siento no haberte contestado antes, pero he tenido mucho trabajo. Creo que será mejor que no nos veamos durante un tiempo. Papá no quiere que salga contigo hasta que la policía desaparezca del todo, ya que nuestra relación podría provocar rumores. Volveré a escribirte en cuanto pueda, aunque a mis padres no les parece bien. Te quiere,

Bessie

11

Granja avícola Wesley, Blackness Road. 14 de enero de 1925

Una sombra oscureció el umbral de la cabaña. Norman levantó los ojos de la carta de Bessie y se encontró con un desconocido en la puerta. Rápidamente se secó las lágrimas con la manga del jersey.

– ¿Qué desea? -preguntó.

– Soy el inspector jefe Gillan de Scotland Yard, señor Thorne. He venido para detenerle.

– ¿Por qué?

– Se le acusa de estar implicado en la desaparición de la señorita Elsie Cameron. Tenemos una orden de registro para excavar su propiedad..

Norman contempló al grupo de policías que, apoyados en palas, estaban detrás de su jefe.

– ¿Qué ha sido del otro inspector?

– Scotland Yard entró en escena hace una semana. He estado ocupándome del caso desde que su vecina, la señora Annie Price, testificó ante la policía de Sussex. Afirma que vio a la señorita Cameron entrando por la puerta del jardín a las cinco y cuarto del domingo 5 de diciembre.

Norman conocía a Annie Price. Era una de las cotillas que Bessie tanto despreciaba. Una mujer sin nada mejor que hacer en su vida que espiar a los vecinos.

– No era Elsie -dijo.

El inspector jefe entró en la cabaña.

– Entonces, ¿de quién se trataba, señor Thorne?

– Leyó el nombre de Bessie por encima del hombro de Norman-. ¿De la señorita Coldicott, tal vez?

– No era nadie. Estuve aquí solo.

Gillan apoyó una mano bajo el brazo del joven y le obligó a incorporarse.

– Apuesto a que Elsie está enterrada en algún lugar de este campo, Norman. Pero, si me equivoco, seré el primero en pedir disculpas.

Cuatro horas después, la policía le pedía explicaciones acerca de los contenidos de una lata de pienso que habían encontrado bajo un montón de basura en el cuarto de las herramientas; contenía un reloj de pulsera roto, algunas joyas baratas y una pulsera.

– ¿Pertenece todo esto a Elsie Cameron? -le preguntó Gillan.

– Sí…, pero no es 10 que cree. Lo escondió aquí la última vez que vino.

– ¿Por qué? ¿Acaso no tiene valor alguno?

La pregunta dejó a Norman sin respuesta.

– No lo sé -dijo por fin-. No me dijo por qué lo hacía.

A las nueve treinta de la mañana siguiente Gillan le mostraba la maleta de fin de semana de Elsie. Estaba sucia y mojada.

– ¿Reconoce esto? -preguntó mientras sacaba el vestidito de bebé, los dos pares de zapatos, el neceser y unas gafas rotas.

Norman contempló los objetos.

– La maleta estaba enterrada junto a su cabaña. Creemos que éstas son las gafas de la señorita Cameron. ¿Quién las metió allí?

Norman no contestó.

– Si encontramos su cadáver, le acusaremos de asesinato. ¿Lo comprende? Y la condena por asesinato es la muerte por ahorcamiento. ¿Hay algo que quiera decirme para salvar su vida?

Norman se humedeció los resecos labios.

– No -susurró.

Diez horas después cambió de opinión. A las ocho de la tarde pidió hablar con el inspector jefe Gillan.

– No maté a Elsie -le dijo-, pero sé dónde está su cadáver. Lo encontrarán bajo el corral de las gallinas, donde los Leghorns.

– ¿Desea hacer una declaración, Norman?

– Sí.

– En ese caso debo recordarle que cualquier cosa que diga constará en acta y podrá ser utilizada como prueba en su contra.

Comisaría de Sussex

Declaración de Norman Thorne, efectuada a las 20.15 del 15 de enero de 1925

Elsie me dio una sorpresa presentándose en casa el viernes 5 de diciembre. Acababan de dar las cinco de la tarde. Estaba de malhumor. Se tranquilizó cuando le ofrecí una taza de té y una rebanada de pan con mantequilla. Le pregunté a qué se debía su visita y dónde pensaba alojarse.

Dijo que se quedaría a dormir en la cabaña y que no tenía la menor intención de irse hasta que nos casáramos. Le dije que eso era imposible y discutimos un poco. A las siete y media fui a casa de los Cosham para ver si podían alojarla aquella noche. Habían salido. Cuando regresé a la granja, Elsie seguía enfadada. Surgió el tema de Bessie Coldicott y nos peleamos. Elsie lloraba porque le había sido infiel. Le hice un huevo pasado por agua para apaciguarla. Volvió a tranquilizarse, pero sobre las nueve y media montó en cólera de nuevo porque le dije que tenía que ir a buscar a Bessie a la estación.

Elsie intentó impedir que acudiera a la cita. Me gritó y me arrastró hacia la cama. Dijo que quería que me acostara con ella. Me negué y le dije que se acostara sola. Rompió a llorar; oí sus sollozos mientras salía por la puerta.

Acompañé a Bessie y a su madre de la estación a su casa y volví a la granja aproximadamente a las once y media. La luz de la cabaña estaba encendida. Cuando abrí la puerta me encontré a Elsie colgando de la viga, se había ahorcado con un trozo de cuerda de tender. No podía creerlo. Corté la cuerda y la tendí en la cama. Estaba muerta. Se había quitado el vestido y soltado el pelo. Apagué la luz y me senté a la mesa durante casi una hora.