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»No he hablado todavía de la observancia de todo cuanto está escrito en los evangelios, cada uno de los cuales contiene mucha doctrina difícil de comprender no sólo por el vulgo sino aun por algunos de los más inteligentes, incluyendo en la dificultad la profunda explicación de las parábolas con que Jesús hablaba a "los de fuera", mientras que reservaba la explicación de su completo significado a quienes ya habían trascendido las enseñanzas exotéricas y entraban con Jesús en la casa. Cuando Celso llegue a comprender esto, verá la razón de que de unos se diga que están "fuera" y de otros que "en la casa"» (Contra Celso).

En la misma obra considera Orígenes el relato evangélico de la mujer cananea (Mateo 15, 22) y dice sobre el particular:

«De las palabras de Jesús se infiere también que hay verdades que sólo se han de dar razonablemente a los hijos; pero otras son como migajas de la mesa de los selectos, que aprovechan algunas almas como los perros.»

En otro pasaje:

»Aquel cuya alma ha estado largo tiempo limpia de pecado, especialmente desde que se entregó a la salutífera Palabra, puede escuchar las doctrinas que Jesús enseñó en privado a sus genuinos discípulos.»

Y también:

«Pero sobre estos asuntos cabe decir mucho de índole mística en concordancia con lo de que conviene mantenerse junto al secreto de un rey, a fin de que la doctrina de la entrada de las almas en los cuerpos no se divulgue entre los indoctos ni se dé lo santo a los perros ni se echen perlas a los cerdos. Porque semejante procedimiento fuera impío y equivalente a traicionar la misteriosa declaración de la sabiduría de Dios. Sin embargo, basta representar en estilo de narración histórica lo que conviene encubrir para que los capaces de ello infieran todo lo referente a tales asuntos.»

Añade Orígenes en la misma obra:

«Si leemos los libros escritos después del tiempo de Jesús veremos que aquellas multitudes de creyentes que oían las parábolas eran por decirlo así «los de fuera» merecedores tan sólo de la doctrina esotérica, mientras que los discípulos aprendían en privado la explicación de las parábolas. Porque Jesús privadamente explicó a sus discípulos todas las cosas, y estimaba mucho más que a las multitudes a quienes deseaban conocer su sabiduría.

»Y a los que en él creían prometió enviarles sabios y escribas.»

En su obra De los principios, dice Orígenes:

«Las Escrituras no sólo tienen el significado que aparece a primera vista, sino otro que no echan de ver la generalidad de las gentes, porque está encubierto en forma de misterios y de imágenes de las cosas divinas, respecto de lo que es común opinión de la Iglesia que la leyes verdaderamente espiritual, pero que no todos comprenden el significado espiritual que la ley entraña sino tan sólo lo comprenden quienes reciban la gracia del Espíritu Santo en palabras de conocimiento y sabiduría.»

Pudiéramos llenar página tras página con vívidas transcripciones de los escritos de los primeros Padres de la Iglesia y sus sucesores en demostración de las enseñanzas esotéricas; pero bastan las citadas para esclarecer este punto, porque proceden de indubitable autoridad.

Deplorable calamidad cures efectos todavía sufre la Iglesia fue que se apartara de estas esotéricas enseñanzas.

Dice Eliphas Lévi en su obra Historia de la Magia :

«Gran desgracia cayó sobre el cristianismo. Los falsos gnósticos traicionaron los Misterios (pues los verdaderos gnósticos, los que conocían fueron los iniciados del primitivo cristianismo) y motivaron que la Iglesia repudiase la gnosis y desdeñara las supremas verdades de la cábala que contiene todos los secretos de la teología trascendental…

»Si el silencio absoluto, si la pura razón volviera a ser patrimonio de los caudillos del pueblo; si el arte sacerdotal y el regio arte empuñaran de nuevo el doble cetro de las antiguas iniciaciones, saldría una vez más el mundo de su caos. No queméis las imágenes ni derroquéis los templos, porque imágenes y templos necesitan las gentes; pero arrojad a los simoniacos de la casa de oración; que los ciegos no guían por más tiempo a los ciegos; restaurad las jerarquías de talento y santidad, y reconoced por instructores tan sólo a quienes sepan y crean.»

Ahora bien: ¿Qué se enseñaba en los Misterios cristianos? ¿Qué son las enseñanzas esotéricas? ¿Cuál es la doctrina secreta? Sencillamente la filosofía oculta y el místico saber comunicados a los elegidos en toda época según expusimos en nuestra obra Lecciones de filosofía yogui; y además, la especial enseñanza referente a la naturaleza, misión y sacrificio de Jesús el Cristo, según hemos procurado explicar en estas lecciones. La Verdad es la misma en cualquiera forma en que se enseñe. Si la despojamos del especial color con que el instructor la tiñe, quedará siempre la misma VERDAD.

LECCIÓN XI. LA SABIDURÍA ANTIGUA

La doctrina de la reencarnación está profundamente arraigada en las internas o esotéricas enseñanzas de todas las regiones, incluso la cristiana, cuyos misterios comprendían la reencarnación lo mismo que las demás verdades ocultas, enseñadas en los círculos esotéricos de la iglesia primitiva.

Esencialmente la doctrina del renacimiento es la única que está en pleno acuerdo con el cristiano concepto de la equidad y la justicia final.

Un autor ha dicho acertadamente sobre el particular:

«La doctrina de la reencarnación desvanece muchas y muy graves dificultades. Para quien mire en su alrededor y vea la tristeza y sufrimientos del mundo y la horrible desigualdad de los hombres, no sólo en cuanto a la riqueza material sino en las oportunidades de adelanto, es imposible armonizar estos hechos con el amor y la justicia de Dios, a menos que acepte la hipótesis de que esta vida terrena no es la única, sino un sólo día de la verdadera vida del alma, y que cada alma está en el lugar más apropiado para aprender las lecciones necesarias a su evolución. Es con seguridad la única doctrina que capacita al hombre para creer racionalmente en la justicia divina sin cerrar los ojos a la evidencia de los hechos. Es una doctrina digna de estudio.

»La moderna teología trata principalmente de un plan llamado de "salvación" que depende en absoluto de lo que dice que cree. Esta hipótesis de la "salvación", como si hubiese algo de que "salvarse", está fundada en la viciosa interpretación de algunos textos de la Escritura. Pero nosotros no creemos en la llamada cólera divina, pues nos parece horrenda blasfemia achacar a Dios los humanos vicios de cólera y crueldad. Nosotros sostenemos la doctrina de la evolución y el final perfeccionamiento de todo ser humano. Afirmamos que el progreso del hombre no depende de lo que cree sino de lo que hace. En la Biblia hay muchos pasajes que así lo atestiguan. Dice san Pablo: "No os engañéis, Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrase, eso también segará". Y dijo Cristo: "Y los que hicieron bien saldrán a resurrección de vida", no dijo que debían creer en determinada doctrina. Y cuando describe el día del juicio no trata de lo que cada cual ha creído, sino de lo que hubiere hecho.»

Por otra parte, el archidiácono Coney, rector de Stockton, en el condado inglés de Warwick, dice sobre el mismo asunto: