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¡Oh no! Eso no tenía que haberlo hecho así. Ya se lo dije. Poca cantidad era suficiente. No necesitamos más. Pero añadir nunca. Es lo único que no hay que hacer. Recuerde que se lo dije. Orina del mismo chorrito. No otro chorrito de orina. ¿Se acuerda?

Lo siento. Lo siento mucho.

No se preocupe. Tiene arreglo. Tendrá que repetir todo paso a paso. No es usted el único. Estas cosas ocurren.

Y la enfermera bajó la cabeza. Reanudó su trabajo en el ordenador. Parecía estar ya a miles de kilómetros de distancia.

Pansy se había levantando y plegaba el periódico. Vino hasta el mostrador. Quería ponerse al tanto.

La enfermera volvió a hablar. Se dirigía a los dos.

Si quieren pueden llevarse los frascos a casa. Tal vez les resulte más fácil allí. Luego lo traen antes de que pase una hora desde que llenen los frascos. ¿Lo prefieren así?

Entonces intervino Pansy. Primero tosió un poco. Siempre tosía un poco antes de hablar.

¡No me lo puedo creer! ¡No me digas que te has equivocado! ¡No me digas que lo has hecho mal!

Y lo repetía en inglés.

I can't believe it! ¿Otra vez metiste la pata? ¡No tienes remedio! Es de risa. Perdona si me río pero es que lo tuyo es de risa. De morirse de risa. Tres frascos y tres cosas tan sencillitas y metes la pata. I can't believe it! Pero no te quedes ahí parado. Por lo menos coge los frascos y haz algo. ¿Te metes otra vez en ese cuarto o nos vamos a casa?

Uno dos. Uno dos.

Grabando.

Grabando ya empieza a oscurecer y estoy casi seguro de que mi madre aún viviría si no hubiera bebido tanto. Pero bebía demasiado. A todas horas. Siempre a escondidas.

A Juan no quisieron cobrarle la esquela en Damas y Caballeros. Un detalle de la casa con sus empleados. Generalmente hacían el 25 por ciento de descuento. Pero regalar la esquela era algo excepcional.

Algunos clientes iban al periódico a encargarlas. No hacía falta porque se ponían por teléfono. Pero así estaban más seguros de acertar. Preguntaban las tarifas. Elegían los modelos. Había gran variedad de modelos con textos clásicos y tipografía adecuada a esos textos.

Rogad a Dios en caridad por el alma de don o de doña que entregó su alma a Dios después de recibir o habiendo recibido los últimos sacramentos de Su Santidad. Habiendo recibido los Últimos Sacramentos y la Bendición Apostólica de Su Santidad. ¿Con la cruz y el rip encima o sólo con la cruz?

A continuación figuraba la lista de los familiares por orden de parentesco con el fallecido. El cónyuge primero. Hijos y demás familia después. Pero los nombres tenían que escribirse con letras mayúsculas al hacer el encargo de la esquela porque de lo contrario en el taller se volvían locos. El jefe de taller se cagaba en todos los muertos de las esquelas cuando los nombres de algunas esquelas no se entendían bien. Había que cerrar las páginas deprisa y de cualquier forma. Letra clara. Eso era primordial.

El director repetía que los clientes de esquelas y los clientes de anuncios por palabras eran los verdaderos dueños del periódico. Ellos son los que pagan un día y otro el periódico. Lo que se publique en el periódico carece de importancia. En un periódico cuela todo. Se perdona todo. Se olvida todo. Pero los errores en las esquelas no se perdonan nunca. Es lo que más desprestigia a un periódico. Un periódico puede estar contando mentiras durante años. Es algo habitual en casi todos los periódicos. Pero debe cuidar mucho los anuncios y los muertos. Esto se llevaba a rajatabla en Damas y Caballeros. Por eso tenía fama de ser el periódico español más meticuloso con los anuncios y los muertos. No se puede dar por fallecido a quien no ha fallecido todavía. No se puede ignorar a quien ha fallecido como si no hubiera fallecido. Como tampoco se puede anunciar un piso a la venta cuando ya se ha vendido. O un piso en alquiler cuando ya no está en alquiler porque ha sido alquilado. No se pueden equivocar los nombres de los muertos ni los nombres de las calles de los pisos en venta o en alquiler. Se puede anunciar una cumbre de Jefes de Estado que luego no se celebra. No pasa nada. O un viaje del Rey a Murcia que luego el Rey no hace. Tampoco pasa nada. Ni siquiera en Murcia. La gente se olvida enseguida de una cosa y de otra. Pero un error de muertos o de pisos provoca inmediatamente las protestas airadas de los anunciantes de los muertos y de los pisos. Las protestas llegan en el acto. A veces pocos minutos después de ser distribuidos los periódicos. Los perjudicados se ponen hechos una furia. Si se toman la molestia de ir personalmente al periódico no es para perder el tiempo. Aporrean el mostrador. Arman un escándalo muy desagradable. En la cola de las esquelas eso crea un ambiente pésimo. Los que van a poner la esquela oyen las protestas de los que han puesto una esquela y están recelosos. Hay que calmarles. Naturalmente el director da la razón a los reclamantes. Si es preciso el director se arrastra delante de ellos como un perro. Pide todas las disculpas pertinentes. Les regala fascículos de un coleccionable. Un calendario. Un mapa de carreteras de España. Una guía de restaurantes. Cualquier cosa. Y además les ofrece otra esquela totalmente gratis y de mayor tamaño. Si con eso no se quedan satisfechos la política de Damas y Caballeros que le ha valido a Damas y Caballeros ser el primer periódico español en esquelas y anuncios por palabras consiste en publicar gratuitamente la misma esquela dentro de un año. La llamada esquela del primer aniversario. Y eso no sólo es contundente a la hora de zanjar el problema sino que además resulta muy comercial porque una vez acostumbrados a la esquela del primer aniversario los familiares publican por su cuenta la esquela del segundo aniversario y luego la del tercer aniversario y la del cuarto aniversario y así sucesivamente. Ya no paran de publicar esquelas hasta su propia muerte. Se hacen adictos a las esquelas. Ya es como una droga. Es como el pago de las tasas por la recogida de basura. Un impuesto más. La esquela forma parte de sus vidas. Hasta el día en que ellos mismos mueren y en previsión de ello dejaron redactada y pagada la esquela de su propio fallecimiento con lo que la cadena de las esquelas ya no se interrumpe nunca.

Juan se preguntaba si existía algo más romántico y evocador en los periódicos que las listas de fallecidos publicadas en Damas y Caballeros. Esa relación de muertos por orden alfabético con sus respectivas edades en la fecha de su fallecimiento sugería infinidad de cosas. Sólo por leer esas listas valía la pena comprar el periódico. Juan coleccionaba durante meses y meses esas listas. Las recortaba y las guardaba en una carpeta. De cuando en cuando abría esa carpeta y leía en voz alta una relación completa de fallecidos con sus edades y estaba convencido de que esa relación era un poema insuperable. Una pieza musical sublime y extraordinaria. Juan leía y releía estas listas. Jamás se aburría leyéndolas. Siempre encontraba en ellas una resonancia inédita. Algo único. Detrás de cada nombre adivinaba una historia fantástica. Un mundo propio.

Desgraciadamente todos los nombres de los fallecidos en Madrid no cabían en el periódico del día siguiente por motivos de exceso de publicidad. La relación era demasiado larga. Moría demasiada gente. Era preciso cortarla. Unas veces la tijera caía sobre la letra P. Otras incluso antes. Era una lástima cortar la lista. Los más afortunados eran siempre los fallecidos con apellidos que empezaban por las letras más bajas del abecedario. Nombres como Basilio Félix Albasar Graja 88 años. Antonio Eugenio de Dios Gómez 77 años. Dolores Delgado Delgado 74 años. Félix Castells de Santiago 99 años Éstos podían morir tranquilos porque al día siguiente estarían en las páginas del periódico. Pero otros no. Y si Bonifacia Perdices Perlas de 68 años había fallecido el mismo día que Patrocinio Armenteros Vera a los 40 años y sus nombres no aparecían publicados a la vez ¿quién iba a relacionar sus muertes producidas en el mismo accidente? Cuando no había más remedio que cortar por lo sano la lista diaria de los fallecidos algunos familiares cercanos de esos fallecidos que no aparecían en la relación montaban en cólera.