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Los camareros entran en los urinarios del restorán que muchas veces son los mismos urinarios para los clientes y para los empleados del restorán y mean y se miran de refilón en el espejo su cara de camarero y nunca se lavan las manos después de haber tocado sus genitales con sus manos. ¿Para qué van a lavarse las manos? Que se laven las manos los clientes y ya va bien. La verdad es que tampoco todos los clientes lo hacen. Muchos hombres de negocios se comportan exactamente igual que los camareros. Creen como los camareros que todo lo que no mata engorda. Y así están de gordos los camareros y los hombres de negocios. Entras en un restorán de hombres de negocios y es muy fácil confundir a los clientes con el servicio. Es fácil tomar por camarero a un hombre de negocios y viceversa no sólo por su aspecto orondo y el timbre de su voz sino también porque están constantemente mirando la hora. Doblando el brazo izquierdo y mirando el reloj. Quieren saber cuánto tiempo falta para echar el cierre. Cuándo van a firmar el contrato. A qué hora ha entrado ese cliente rezagado. De cuánto tiempo disponen todavía para atiborrarse a comer por cuenta de la empresa. Y tanto los camareros como los hombres de negocios apestan a fritanga. Llevan aceite mil veces frito hasta en los forros de la chaqueta. Sin cruzar la calle puedes oler desde la otra acera a los camareros y a los hombres de negocios.

El aroma de los cafés vieneses es aroma de café y tabaco. Pero están en crisis. Pierden mucho dinero. Son ruinosos. Se encuentran al borde de la quiebra. Los clientes de los cafés vieneses pasan horas y horas sentados en los cafés sin haber consumido más que un miserable melange y leen los periódicos gratis y utilizan gratis los lavabos del café y la calefacción gratuita del café de tal forma que al final los beneficios que dejan los cafés a sus propietarios son francamente ridículos. Todos los días los periódicos vieneses publican comentarios en torno a los cafés vieneses y noticias sobre sus dificultades económicas. Hablan del apoyo que estos cafés reciben del municipio de Viena para que la ciudad de Viena no pierda una de sus instituciones más queridas y tradicionales. Los cafés vieneses reciben créditos con muy bajo interés pero sus dueños lamentan que eso no es bastante y entonces las poderosas Cajas de Ahorros Rurales que son los bancos más ricos en Austria adquieren los cafés. Van cayendo unos detrás de otros. Llegará el día en que todos los cafés de Viena serán sucursales de Cajas Rurales atendidas por camareros rurales. Podrás abrirte una libreta. Domiciliar la pensión. Comprar marcos. Cambiar yens. Pero sería peor que los cafés vieneses desaparecieran. Con ellos desaparecería el turismo. ¿Dónde puede sentirse mejor un turista en Viena que en un viejo café vienés? ¿Dónde puede sentirse mejor un vienés que en un viejo café vienés con más turistas cada día?

A Berta le gustará el Braunerhof. Es de los pocos que no ha sido renovado ni restaurado como el café Demel o el café Landtman. Ésos han perdido su carácter. En cuanto llegue a Viena vendremos inmediatamente a este café. Pediremos un melange. Hablaremos de nuestras vidas. Tenemos muchas cosas que contarnos.

Uno dos. Uno dos.

Grabando.

Grabando hasta que empiecen a tocar de un momento a otro estos músicos y entonces me largaré.

Hoy no soporto la charanga vienesa.

Ni siquiera soporto leer periódicos.

La dirección de un hospital universitario de Erlangen en la católica Baviera ha decidido mantener artificialmente con vida hasta el mes de marzo a la joven Marión clínicamente muerta desde el pasado día 5 para que así pueda salvarse el feto de quince semanas que lleva en su vientre. Marión tiene 18 años. Sufrió un accidente de automóvil cuando se dirigía hacia la casa de sus padres que tienen un criadero de perros Terrier en el campo. Marión quería tener un hijo. Pero no quería tener un esposo. Sólo quería un hijo. Lo más fácil del mundo. Entonces Marión eligió un padre en una discoteca y le pidió que la dejara embarazada. Ya estaba embarazada cuando se estrelló contra un árbol y el golpe la dejó clínicamente muerta. Entonces la llevaron al hospital universitario de la católica Baviera y allí decidieron los médicos católicos mantenerla artificialmente con vida aunque su cerebro daba un encefalograma plano. Unos médicos eran partidarios no obstante de proporcionarle una muerte digna pero otros opinaron que su cuerpo era susceptible de utilizarse artificialmente vivo en favor del feto. Puesto que Marión estaba muerta a todos los efectos no pudo decidir por sí misma. En cambio su madre aceptó la propuesta de los médicos y dijo que cuando el niño de Marión naciera ella se ocuparía de ese niño.

Desde ese mismo momento los médicos y las enfermeras del hospital universitario de Erlangen en Baviera empezaron a hablar directamente con el feto de Marión porque consideraban que el feto necesitaba todos los ruidos habituales propios del embarazo y era oportuno que los oyera.

Al feto de Marión le pusieron cintas grabadas con ladridos de los perros Terrier del criadero de perros de los padres de Marión. Los perros Terrier ladran mucho más que otras clases de perros. Diariamente ladraban a través de la cinta magnetofónica entre dos y tres horas para que el feto los oyera desde el cuerpo sin vida de Marión.

Llegado el momento oportuno los médicos practicarán la cesárea al cuerpo clínicamente muerto de Marión aunque artificialmente vivo. Una vez nazca el bebé estos mismos médicos del hospital universitario de Erlangen desconectarán los aparatos que mantienen viva a Marión y la dejarán morir de una manera irreversible y total.

Una teóloga bávara fue consultada y señaló que no hay absolutamente nada que objetar a que a un no nacido se le conceda la oportunidad de vivir cuando su madre está clínicamente muerta. Pero una feminista bávara ha calificado esta maniobra de perversa al decir que si bien todos los niños tienen derecho a nacer con una madre no hay en cambio derecho a que las mujeres sean consideradas máquinas de parir.

¿Nacerá vivo el niño? ¿Nacerá muerto? ¿Nacerá medio muerto?

El tetrapléjico de La Coruña que quiere morir de una vez ha escrito una carta al juzgado porque no está de acuerdo en morir poco a poco al ritmo que le marca el juzgado.

Suplico a ese juzgado que se autorice a mi médico a que me suministre los medicamentos necesarios para evitar el dolor y la angustia que el estado en que me encuentro me produce.

El tetrapléjico de La Coruña tiene 51 años. Lleva un cuarto de siglo inmovilizado en una cama. Está desesperado. Ni siquiera puede suicidarse. Y tampoco puede procrear un hijo ni en el vientre ni en ninguna otra parte aunque le pongan una grabación magnetofónica con los ladridos de todos los jueces de Primera Instancia del país.

El juzgado se niega a dar esa autorización por mucho que el tetrapléjico de La Coruña repita que vivir en un cuerpo muerto como el suyo no es vivir.

Pero ¿qué es vivir? ¿Puede decirme alguien qué es vivir?

El cuarteto empieza a tocar un vals. Pago los 30 chelines del melange y salgo a la calle.

Hace frío. Doblo a la izquierda. En Dorotheergasse está el Hawelka si no recuerdo mal.

Mi querido café Hawelka. La opresiva atmósfera del Hawelka. El suelo de madera. Las paredes recargadas. Las tapicerías cochambrosas. Los percheros inclinados porque el suelo está inclinado. Las luces muy débiles en los apliques de la pared.

¿Cómo pueden leer aquí sin dejarse los ojos en cada línea?

Por aquí desfilaron todos.

Kafka.

Freud.

Musil.

Bernhard.

Csokor.