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Dejémoslo.

Pam conoció a Chutzu en un campeonato de pimpón. Pam la seguía a los campeonatos. La invitaba a pasar con ella fines de semana en la nieve y en la playa. Le pagaba el teléfono y la luz del apartamento de Annapolis. Y Chutzu correspondía a la generosidad de su amiga con amor.

En realidad la historia de Pam y Chutzu vista desde la pérgola del hotel de Mickey Rooney era una vulgar historia de amor entre mujeres. Una de las muchas historias de amor entre mujeres maduras desengañadas del amor de los hombres. O simplemente desengañadas de los hombres. ¿Para qué necesitaban a los hombres? Para nada. Sólo creaban dificultades. Entorpecían su relación. Eran un estorbo. Si ahora mismo le preguntara Juan al barman qué opinaba de aquella pareja de jugadoras de pimpón el barman haría un gesto inconfundible. ¿Seguro?

Seguro. Si me equivoco le invito a un vodka doble.

¿Tenía él la misma convicción que el barman y probablemente que cualquier otra persona que las viera juntas en Miami? Juan dijo que sí. Lo dijo en voz muy baja.

Sí.

Luego lo repitió en voz alta.

Yes.

No sabía por qué se le había escapado un sí en voz alta en el bar de la pérgola del hotel de Mickey Rooney.

Como es lógico el barman aprovechó la oportunidad para servirle otro vodka.

Durante la cena se puso chistoso. Seguía imaginando que Pansy era Pam y que Diu Tsit era Chutzu. Tampoco Juan era Juan sino un gilipollas que acababa de conocerlas en el hotel de Mickey Rooney y las invitaba a tomarse el bufé de 45 dólares para no estar solo.

Juan se imaginaba igualmente divorciado de su primera insoportable mujer española.

Ahora vivía solo en Nueva York. Trabajaba para una emisora de radio. Afortunadamente no tenía hijos. Cuando se hartaba de Nueva York tomaba el avión de Miami y pasaba un fin de semana tranquilo en un hotel de la playa. Pedía siempre una habitación con cama king size. Estaba atento a lo que le rodeaba. Como en esta ocasión. Como ahora mismo.

Ahora mismo estaba acompañado de una china y de una americana jugadoras de pimpón y él les preguntaba estupideces a las que ellas respondían como era de esperar estúpidamente. A continuación pidió una botella de vino blanco y al final de la cena pidió otro vodka que se bebió muy despacio.

No quería emborracharse. No necesitaba emborracharse. Prefería chispearse un poco y pasárselo lo mejor posible con estas dos mujeres que parecían dispuestas a la juerga. Una juerga tranquila.

Así que ahora brindaban y decían tonterías y Juan llamaba Chutzu a Diu Tsit y Pam a Pansy que naturalmente había dejado de ser Pansy al tiempo que él había dejado de ser Juan.

Los tres eran tres perfectos desconocidos que no deseaban conocerse en absoluto.

Les bastaba compartir la cena y la bebida que llegado el momento pagó Juan con mucho gusto y entonces propuso subir a su habitación. Ellas se miraron como si eso mismo ya hubiera sido decidido desde hacía rato.

Se metieron en el ascensor. Pam pulsó el botón del séptimo piso sin preguntar qué piso era el de la habitación de Juan. Estaban callados en el ascensor aunque se miraban de reojo. Al salir del ascensor él dobló a la derecha y ellas le siguieron.

Abrió la puerta. Las luces estaban encendidas y la televisión estaba funcionando así que no tuvo prácticamente nada que hacer y se dejó caer en el sofá con el mando a distancia de la televisión entre las manos. Entonces la jugadora china le preguntó quién pasaba antes al cuarto de baño. Era una buena pregunta. Una pregunta muy oportuna porque él sentía la necesidad de ir el primero.

Cuando salió del cuarto de baño para decirle a la china que ya podía entrar las pilló jugueteando en el sofá.

La jugadora china se metió riéndose en el cuarto de baño y él se sirvió un vodka del minibar sin ofrecerle nada a la otra jugadora que dijo algo que a él no le importó. Había tomado la decisión de no escucharse más que a sí mismo.

Luego anunció que él se acostaría a este lado de la cama king size porque era el lado derecho y sólo duerme bien en ese lado mientras que las jugadoras se podían acostar como quisieran.

Si preferían vestidas de jugadoras podían acostarse vestidas de jugadoras. Si preferían acostarse desnudas podían acostarse desnudas. A él le daba exactamente igual.

Vio salir a la china sólo con bragas sin cubrirse las diminutas tetas. Sus caderas le parecieron demasiado estrechas. Luego salió Pansy completamente desnuda.

Por fin estaban los tres en la cama king size.

Hacía calor. Estaban a oscuras. Con la única luz parpadeante del televisor. Apartó la sábana por su lado. Al poco rato la jugadora china también hizo lo mismo por el otro lado.

Ahora él veía aparecer y desaparecer el cuerpo de la jugadora china cuyo nombre hizo un esfuerzo por recordar. Se llamaba Chutzu.

Chutzu se ocultó detrás del cuerpo de Pam que se movía un poco para tocar a la china por debajo de la sábana. Esto no debía de inquietarle a él. Las jugadoras de pimpón son jugadoras de pimpón y pueden jugar a todo lo que quieran además del pimpón. Les gustaba ese juego y por una vez él iba a participar en ese mismo juego porque para eso las había invitado a subir a su habitación y había pagado 150 dólares de cena sin contar el vino. Aunque él había bebido más vino que las jugadoras. Las jugadoras beben relativamente poco.

Coló sus piernas entre las piernas de Pam para alcanzar de algún modo las piernas de Chutzu. En seguida se percató de que eran absolutamente inconfundibles al tacto.

La jugadora Pam parecía incapaz de depilarse como Dios manda. La piel de la jugadora china era seda china y la otra jugadora no impedía de momento que él acariciara a Chutzu.

La acarició al principio entre las piernas de la jugadora Pam pero luego lo hizo por encima del cuerpo de Pam que ahora empezaba a ser aplastado por los dos cuerpos. Sin embargo no protestó.

Cuando la luz del televisor se hacía algo más intensa él trataba de mirar por dónde iban las manos de la jugadora china que todavía no se habían cruzado con sus manos.

Al fin vio que las manos de Chutzu acariciaban los genitales de la jugadora Pam aunque él besaba en el cuello a Chutzu y alguna vez en la boca y en una oreja.

La jugadora china ya se había quitado las bragas y se dedicaba al masaje de los pechos de la otra jugadora. La jugadora china hacía ruidos de serpiente que a él le pareció que tan pronto salían de la boca como del vientre de la misma jugadora china que sin duda estaba muy caliente al estar siendo acariciada por la otra jugadora y también por él.

En un momento determinado él quiso apropiarse de una mano de la jugadora china para llevársela directamente a la polla pero entonces Chutzu se deslizó encima de Pam apartándole a él con una energía que nunca hubiera imaginado.

No dijo nada. Solamente lo apartó con fuerza. De una manera que no dejaba lugar a las dudas. Era tanto como decirle aquí ya no tienes nada que hacer porque a partir de aquí la única persona que tiene que hacer algo soy yo y como verás ya lo estoy haciendo.

Sin embargo él seguía besando a la jugadora china en el cuello casi de rodillas siempre desde el mismo lado de la cama. La besaba en el cuello y acercaba su polla al cuerpo escurridizo de la jugadora china rozándole por ese lado nada más. Pensó que la forma de resolver este asunto era por el culo ya que la jugadora china flotaba como una nadadora en una balsa de aceite sobre la otra jugadora que permanecía inmóvil y callada como una muerta en las profundidades de la cama king size.

Por un instante pensó que la otra jugadora habría muerto estrangulada por este reptil venenoso que la oprimía y sacudía de una manera cada vez más frenética.

Sin embargo no había muerto la otra jugadora de pimpón. Ambas jugadoras permanecían pegadas como ventosas. Los pechos de la china en los pechos de la otra y el vientre de la china en el vientre de la otra y una mano de la china cambiando lentamente de lugar como la cabecita de la serpiente encantada.