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– Será mejor que vayas, Fitz -dijo-. No querrás perderte a nadie.

– ¿No quieres venir a enseñarme cómo se hace?

Estaba claro que él estaba en plan suspicaz.

– No creo. Mi trabajo es delante de la cámara, no detrás.

Claire los miró pensativamente a los dos.

– ¿Por qué no viene a conocer al resto del personal, señorita Lawrence?

Bron no miró a Fitz, muy segura de la forma en que él la estaría mirando. Bueno, pues ya podía guardarse sus advertencias para sí mismo. Lucy era feliz y ella también. No había ninguna razón para que no disfrutara todo lo que pudiera de la tarde.

– Me encantaría -dijo y se apartó de él.

Sin apenas darse cuenta de toda la gente que la miraba, pensó que, cuanto más lejos estaba de él, más fácil le resultaba respirar.

Fitz la vio alejarse lleno de aprensión. Había planeado ser él quien estuviera al mando ese día. Se había asegurado de que llegarían en el último momento, esperando que, para cuando llegaran, todo el mundo estaría demasiado ocupado como para percatarse de su llegada y que Lucy estaría demasiado absorta por sus actividades, además de que Brooke se mostrara distante, llena de glamour y sin mostrar ninguna emoción.

Había pensado que lo tenía todo controlado. Todo iba a ser muy sencillo. Él conocía a Brooke. Era egoísta y ella sería la primera en admitirlo. Se ponía a sí misma por delante y encima de todo y lo último que ella querría sería tener una relación profunda con una niña necesitada. Podría pasarse un par de horas jugando a ser una gran dama, ganándose el corazón de los padres, los profesores y los niños. Él sabía muy bien que podía ser encantadora cuando quería algo, pero allí no había nada que ella pudiera querer para siempre.

¿O se estaba equivocando en eso también?

Creía que la conocía, pero ahora veía que había algo diferente en ella. Una generosidad en sus rasgos, un calor en el fondo de esos ojos encantadores. Y algo más que no podía definir. Bueno, ella había recorrido mundo e, indudablemente, debía haber visto un montón de cosas horribles, además de las maravillosas. Y eso podía cambiar a una persona. Con veintiún años, ella era preciosa y tenía una práctica sexual muy notable. Era como un tarro de miel y sabía que el mundo estaba lleno de moscas. Todavía tenía todo eso, pero también mucho más. Su rostro tenía carácter, fuerza, compasión.

Pero ella estaba sola y ya tenía casi treinta años, ¿no podría ser que, de repente, se hubiera dado cuenta de que le faltaba algo en la vida? ¿No podría ser que la carta de Lucy coincidiera con alguna crisis o algo parecido?

Brooke ya no era una estudiante atrapada en una pesadilla, sino una mujer triunfadora y, un hijo es el accesorio que toda mujer triunfadora necesita en estos días, preferiblemente sin un hombre que la molestara con sus exigencias y se metiera en su vida.

Una hija ya hecha, con la época de los pañales bien pasada, una niña brillante e inteligente que podía hablar casi de cualquier cosa y que tenía opiniones propias tenía que ser una alternativa atractiva para alguien como Brooke.

La vio alejarse al lado de Claire, riendo con ella, haciéndola sentirse especial. A Brooke eso se le daba muy bien. Ya había hecho que Lucy se sintiera muy especial; su hija era ahora el centro de atención de todas esas niñas que poco antes se lo habían estado haciendo pasar muy mal, y Lucy estaba disfrutando de ello como nunca.

De repente tuvo miedo. Sabía lo fácilmente que Brooke podía robarle el corazón a Lucy. En su momento él había sido el blanco de sus encantos y sabía que no había defensa contra ello, sólo el tiempo. Y Era lista. Si no estaba en guardia, todo se desarrollaría sin que él se diera cuenta siquiera del peligro.

Pudiera ser que, al principio, ella sólo quisiera quedarse con Lucy un fin de semana o en vacaciones. Podía ser que él tuviera la custodia muy claramente escriturada, pero si se oponía a los deseos de ella, lo podría llevar a juicio y ¿qué juez podría negarle algo así a una madre arrepentida y con el corazón roto? Y tampoco tendría que llegar a eso. Si Lucy quería, él tendría que acceder, no podía hacer nada más. Ella era su madre. Pero eso sólo sería el principio. Luego habría que negociar sobre las vacaciones escolares, Navidades y demás. Y él había pensado que tenía todas las cartas en la mano…

Se pasó una mano por la cabeza, sorprendido por su propia estupidez. ¿Es que no iba a aprender nunca?

¿Pero qué podía haber hecho? Una vez que Lucy supo quién era su madre, una vez que Brooke la había visto, el genio estaba fuera de la botella y no había manera de volverlo a meter en ella. Se había engañado a sí mismo al creer que esa tarde sería suficiente para ambos. Se había engañado a sí mismo. Eso se le daba muy bien en todo lo que tenía que ver con Brooke.

Ahora que las había visto juntas sabía que aquello nunca podría ser tan sencillo. Aquello era sólo el principio y, le gustara o no, ella iba a ser parte de sus vidas de ahora en adelante. ¿Pero una parte cómo de grande?

En ese momento recordó la escena de la cocina cuando, por segunda vez en su vida, él había perdido la cabeza por completo y la había besado. La diferencia estaba en que, esa vez, ella le había devuelto el beso.

¡No!

Pero en lo más profundo de su ser podía sentir la cálida necesidad derrotando a su fuerza de voluntad, podía oír el sí susurrado corriéndole por las venas, calentándolo de dentro afuera. Se había creído inmune a Brooke Lawrence, no había tenido sensación de peligro hasta que ella se volvió y lo miró como si lo estuviera viendo por primera vez. No sabía cuáles eran los planes de Brooke con respecto a Lucy y ella no se los había contado, pero mientras la veía con el personal del colegio, la excitación que lo embargaba mientras era presentada, supo que él haría cualquier cosa para asegurarse de que no lo empujaría fuera de la vida de Lucy. Lo que fuera.

Capítulo 5

El director de la escuela le ofreció su silla a Bron, pero ella quería sentarse entre los demás padres en el campo, cerca de Lucy. En semejante dilema, ¿qué haría su hermana?

Exactamente lo que llevaba haciendo desde que fue lo suficientemente mayor como para darse cuenta de que la vida estaba llena de opciones y que, si no dejaba claros sus deseos, alguien lo haría por ella. Y, dado que ella era para todos la famosa Brooke Lawrence y no su hermana desconocida, no había ninguna razón para que no hiciera lo mismo.

Le puso una mano en el brazo al hombre para indicarle que apreciaba su gesto y sonrió.

– Por favor, no se moleste. Voy a reunirme con el resto de los padres, donde pueda animar a Lucy y gritar con ganas sin parecer que me he vuelto loca. ¿Tal vez nos podamos ver durante la merienda?

Todos le sonrieron. Bron apenas se podía creer lo fácil que era hacer que todos la admiraran de esa manera. Debía haberse fijado mucho en Brooke. Esa clase de poder podía subírsele ala cabeza a cualquier chica y, si no tenía mucho cuidado, podía empezar a disfrutar de él. Pero no lo iba a tener ese día. Ahora era Brooke, no ella misma y podía ganarse a quien quisiera con toda naturalidad. Tan naturalmente que podía seguir haciéndolo e, incluso intentarlo con James Fitzpatrick si él no se comportaba. Eso la hizo sonreír mientras se dirigía a donde estaban los padres.

Entonces vio a Fitz al otro lado del campo de deportes con su cámara, apuntándola a ella. Entonces esos alegres pensamientos se detuvieron en seco. Él se movía con tanta gracia… En ese momento ella se sintió tremendamente confundida. A pesar de su deseo de permanecer tan lejos de él como le fuera posible, se encontró deseando estar suficientemente cerca de él como para tocarlo, para…

Paró en seco esos pensamientos. ¿Ganarse a James Fitzpatrick? ¿A quién estaba engañando? se recordó a sí misma que él era de la clase de hombre que representaba un problema para cualquier mujer que no tuviera los pies firmemente plantados en el suelo. Problema y con mayúsculas.