Выбрать главу

– Y yo puedo leer los tuyos y no me estás diciendo la verdad, James Fitzpatrick. Él sonrió de nuevo.

– Puede que no.

Se despertaron al oír unos golpes y una risa en la puerta. Fitz miró el reloj de la mesilla y gimió.

– Bron, querida, nos hemos dormido.

Llamaron otra vez.

– ¿Podemos pasar?

La puerta se abrió un poco y Brooke asomó la cabeza sonriendo. Bron se ruborizó y se tapó con las sábanas.

– Lamento despertaros, pero he de volver a Londres -dijo Brooke dejando pasar a Lucy-. Además quiero deciros que Lucy y yo nos hemos estado conociendo un poco. Me ha dado un auténtico cursillo de maternidad, pero desafortunadamente, no me puedo quedar al curso entero. Ella ya lo ha entendido, tengo mucho trabajo salvando a la jungla y los animales. Así que aquí hay una vacante para una madre a tiempo completo. Pero no por mucho tiempo, por lo que parece.

Bron se olvidó de la vergüenza y tomó la mano de su hermana.

– ¿Te importa?

– ¿Importarme? ¡Cielos, no! Creo que es una idea maravillosa. Yo me quedo con toda la diversión, pero con nada de la responsabilidad. Tú siempre has sido mejor que yo en eso. Pero yo tengo mis utilidades, ¿veis? Os he organizado el desayuno en la cama.

– Es muy amable por tu parte -murmuró Fitz desde alguna parte por debajo de las sábanas.

Brooke levantó una ceja en su dirección.

– Sólo mandadme una invitación para la boda y estaremos en paz. Mientras tanto, tengo una reunión en Londres a las diez, así que necesito saber dónde habéis escondido mi coche. Eso si no está en el desguace, ¿verdad?

– Está perfectamente y sin un arañazo en el aparcamiento del hospital -dijo Fitz sentándose en la cama.

– Si esperas a que nos vistamos, te llevaré allí -dijo Bron.

– No, querida, tú quédate a jugar a la familia feliz. Yo dejaré allí tu Mini con las llaves bajo el asiento. Aunque no creo que nadie se atreva a robarlo.

Brooke ya volvía a ser la misma de siempre, cuando notó a Fitz tensarse bajo las sábanas, le agarró un brazo para que no dijera nada, muy consciente de lo que se avecinaba, Lucy avanzaba hacia ellos con la bandeja del desayuno en las manos y cualquier movimiento súbito podía causar un desastre.

La dejó sobre la mesilla de noche sin derramar ni una gota, la tensión desapareció cuando Bron tomó una taza de té y se la pasó a Fitz.

– Ha sido idea de Brooke -dijo Lucy sentándose al lado de Bron.

– ¿De Brooke? -preguntó Fitz.

– Así es, Fitz -intervino Brooke-. Hemos decidido que lo de mamá no me pega nada.

– Cuando le dije a Brooke que me ibais a dar una hermanita -continuó Lucy tomando una tostada del plato-, ella me dijo que sería mejor que os trajéramos el desayuno a la cama porque, si era eso lo que habíais estado haciendo, estaríais muy cansados.

Y Fitz, por primera vez en su vida, descubrió exactamente cómo era que, de repente, se le desintegrara una taza en las manos.

Liz Fielding

***