– Pareces un poco… alterado.
– Puede que lo esté… un poco -reconoció Liam-. Pero no tienes por qué dejar de verlo. Quizá te pueda ayudar a encontrar trabajo.
– Es verdad -Ellie sonrió-. Creo que tiene un par de contactos en Boston.
– ¿Por qué no terminas de secarte mientras voy por algo de comer? -preguntó Liam-. Bajo por unos sandwiches y nos los tomamos aquí tranquilamente.
– El sol está poniéndose -dijo Ellie-. Podíamos cenar fuera y dar una vuelta. Ya me siento totalmente bien. Y me apetece pasear.
En realidad, Liam estaba ansioso por salir del apartamento para poner al corriente a Sean de las novedades. Ronald Pettibone estaba en la ciudad y sabía cómo encontrarlo. Si las cosas iban bien, Liam tendría las respuestas a todas sus preguntas muy pronto. Y luego podría saber en qué situación se hallaba su relación con Ellie Thorpe.
Capítulo 5
La fiesta del bautizo estaba en plena efervescencia cuando Sean llegó. Liam lo vio entrar en el apartamento de Conor y Olivia. A decir verdad, no esperaba que se personara, sabiendo Sean como sabía que Fiona estaría presente. Al salir de casa, había dejado a su hermano tirado en el sofá, viendo un partido de baloncesto.
La relación entre la madre, tantos años desaparecida, y su hijo se había ido tensando desde que había regresado a sus vidas, y Sean la evitaba siempre que podía. A Liam le hubiera dado igual que Sean no fuese. Quizá hasta habría preferido que su hermano le dejara olvidarse un rato del caso que investigaban.
Liam miró a Ellie. Estaba junto a una tarta con forma de cochecito para bebés, charlando con la prometida de Brendan, Amy. Se había preguntado qué tal encajaría en la familia Quinn, teniendo en cuenta lo abrumadora que esta podía resultar en ocasiones. Y había estado a punto de no pedirle que lo acompañara. Pero al final había decidido que sería más sencillo echarle un ojo si estaba cerca.
Llevar a una mujer a una fiesta de familia había provocado más de un gesto de curiosidad, pero nadie había hecho el menor comentario en voz alta. Keely, la hermana de Liam, había sido la primera en presentarse a Ellie, invitando a continuación a su marido Rafe a que se uniera a la conversación. Hacía un año que se habían casado y aunque Rafe y los Quinn tenían algunos asuntos pendientes del pasado, todos podían ver que hacía a Keely muy feliz. Al igual que Olivia, Meggie y Amy, Rafe se había convertido en parte del creciente clan de los Quinn.
Olivia y Conor iban de unos invitados a otros, dando a conocer a su bebé, Conor con una sonrisa de oreja a oreja y Olivia más guapa que nunca. Llegaron a Amy y Ellie y, un segundo después, esta estaba con el bebé en brazos. Liam notó que se le hacía un nudo en la garganta al ver la dulzura con que sonrió a Riley, para besar a continuación el pelito del bebé,
Por más tiempo que pasara, seguía asombrado por las circunstancias que lo habían unido a Ellie. Si la hubiera visto tomando una copa en el pub o andando por cualquier acera, probablemente no habría reparado en ella. Pero algo le había pasado cuando Ellie lo había golpeado con la lámpara en la cabeza, algo que le había aflojado el cerebro y lo había dejado, desde aquella primera noche, embelesado.
– ¿Has visto? -susurró Brendan tras situarse junto a Liam-. Sean ha decidido hacer acto de presencia. Conor me había dicho que no vendría.
Sean frenó en seco cuando vio que Fiona se acercaba. Giró con destreza y se desvió hacia la mesa. Pero se paró de nuevo, esa vez por otra persona a la que no esperaba encontrarse: Ellie Thorpe. Liam se temió lo peor.
– Deberías presentarle a tu nueva novia -le sugirió Brendan.
– No es mi novia. Además…
– ¿Se puede saber qué hace aquí? -murmuró Sean tras llegar junto a Liam.
– Te noto con ganas de comer un poco más, Bren -dijo Liam, para desembarazarse de su hermano-. Voy por unos sandwiches -añadió y enfiló hacia la cocina. Pero no pudo impedir que Sean lo siguiera y lo acorralara contra la nevera.
– Contéstame -le ordenó.
– Come un poco y relájate -dijo Liam tras sacar dos sandwiches y ofrecerle uno a Sean. Este lo devolvió al plato-. Te advierto que está muy rico. Deberías probarlo.
– Te dije que estuvieras cerca de ella. Pero no tanto -Sean lo miró a los ojos-. ¿Te estás acostando con ella?
– Ahora mismo no. Estoy hablando contigo y
– Encantada de conocerte -dijo Ellie.
– Igualmente.
Lo miraron regresar al apartamento. Después, Liam se giró hacia Ellie.
– No te lo tomes a mal. Es un poco tímido.
– ¿Me estás diciendo que no todos los Quinn son tan seductores como tú?
– Sean tiene su estilo con las mujeres. No les hace caso y ellas no resisten el desafío -Liam pasó un brazo sobre los hombros de Ellie-. ¿Te parece si nos vamos? Creo que ya he hecho fotos de sobra para llenar varios álbumes. Nadie dirá que no afronto mis obligaciones familiares.
– Por mí no hay prisa. La comida tiene buena pinta. Y Olivia me iba a enseñar los regalos que le han hecho al bebé -Ellie levantó su copa de champán-. Y quiero un poco más.
– Ahora te traigo otra copa -dijo Liam, inclinándose para darle un besito rápido en los labios. Le entraron ganas de prolongarlo, pero sabía que ya había despertado suficiente curiosidad sin necesidad de añadir más leña al fuego. Dejó a Ellie con Olivia en la cocina y fue al salón por el champán, donde encontró a Sean mirando la tarta con cara de perplejidad.
– ¿Qué es esto? -preguntó.
– Una tarta.
– Eso ya lo sé.
– Un cochecito para bebés.
– Creía que era una almeja con ruedas.
– Cuidado, no te oiga Olivia. Conor dice que se ha pasado dos días preparándola -Liam miró a su hermano mientras se pensaba lo que le iba a decir a continuación. Había sopesado las opciones una y otra vez en los últimos días, tratando de decidir cómo manejar la situación-. Tengo que decirte una cosa más: Ronald Pettibone está en la ciudad. Lleva en Boston una semana más o menos. Era el que estaba fuera de la cafetería. Con el que te dije que la encontré discutiendo.
– ¿Cómo lo sabes? -preguntó Sean, notablemente interesado.
– Me lo ha dicho ella. No lo reconocí por la foto. Ahora no lleva gafas y se ha cambiado el peinado. Y está moreno. Se aloja en el hotel Bostonian, habitación 215. No es mal sitio para un tipo sin trabajo, ¿no te parece?
– ¿Cómo te has enterado de todo esto?
– Le dejó un mensaje en el contestador cuando estaba en su apartamento.
– ¿Con ella?
– Pues claro que con ella -dijo Liam-. Estábamos… juntos.
– ¿Cómo reaccionó? -preguntó Sean tras lanzarle una mirada sospechosa.
– No te sabría decir. Me estaba dando la espalda. Pero la animé a que le devolviera la llamada y dijo que lo haría. Creo que deberías echarle un ojo al tipo ese. Y averiguar si alquiló un sedán negro hace un par de días.
– ¿Crees que la intentó atropellar él? Entonces es que está implicada. ¿Por qué iba a querer matarla si no? A no ser que no quiera dividir el botín.
– Antes eran novios. Quizá sea un maniaco. Tú vigílalo -contestó Liam. Luego se paró, se preguntó cuál debía ser su siguiente movimiento. Echó una mano al bolsillo y sacó un juego de llaves-. Toma
– ¿Qué es esto?
– Las llaves del apartamento de Ellie. Le he instalado un sistema de seguridad por si Pettibone intenta hacerle otra visita. El código es 3554. Asegúrate de introducirlo bien o te saltará la alarma.
– De acuerdo. Tres, cinco, cinco, cuatro -repitió Sean.
– El martes tengo que hacer unas fotografías en el partido de presentación de los Red Sox. Iré con Ellie. Estará a salvo en la cancha, delante de miles de personas.
– Perfecto. Con eso tendré tiempo de sobra.
– No le pongas la casa patas arriba. No quiero que se lleve otro disgusto -dijo Liam y Sean asintió con la cabeza-. Bueno, voy a hablar un rato con mamá. ¿Por qué no vienes conmigo?