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Mientras Peiqin empezó a pasar las hojas del libro, Yu dijo:

– Sí, no aparece ningún matrimonio en las cuatro óperas de Pekín en la época revolucionaria, a excepción de Madame Aqin, cuyo marido está fuera por negocios, muy oportunamente. Son óperas que sólo tratan del fervor político, nada de sentimientos personales.

– Aquí está lo que buscaba -repuso Peiqin, colocándose en una postura más cómoda-. Deja que te lea unos cuantos párrafos:

«Estaban en un mundo en donde no podían dar nada por supuesto. No existía la seguridad. Ni la fiabilidad,. Ni la convicción.

El sólo podía confiar en ella, y ella en él.

Después del trabajo, en ocasiones Yang le leía poemas en chino y luego en inglés, detrás de la porqueriza de la escuela cadre, o en la cumbre del arrozal, con las manos polvorientas, al fondo un altavoz repitiendo las palabras del presidente Mao, cuervos negros planeando sobre la tierra desértica.

La Revolución Cultural era un desastre nacional, ellos lo sabían, en el cual cada una y todas las personas se habían roto en pedazos, 'convertidas en ceniza', igual que el lema revolucionario. Para ellos, sin embargo, era como si hubieran renacido de las cenizas.»

– Ha nacido algo hermoso de verdad -dijo Yang-. Habrá un futuro nuevo para la gente, para el país.

A Yang le gustaba especialmente un poema titulado Tú y yo, escrito por una poetisa llamada Guan Daosheng en el siglo XI1Í. La pasión se expresaba con bastante franqueza, como pocas veces se ve, según Yang, en la poesía china clásica.