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– Jock no es ningún pelele. Es una víctima.

– Ha de tener un defecto básico en su personalidad para ser manipulado de esa manera.

– ¿Crees que no te podría ocurrir a ti?

– De ninguna manera. -Hizo un gesto con el arma-. Y dudo que te pueda ocurrir a ti.

– Pero estás dispuesta a dejar que Reilly lo intente.

– Si resultas ser de la misma raza de peleles, entonces te lo tendrás merecido. -Sonrió-. Puede que tengas suerte y que ese tonto de Jock te salve. -Hizo un gesto con la cabeza hacia el bosque que tenían delante-. Muévete.

Jane titubeó. En cuanto llegara a aquellos árboles, las cámaras de vídeo la detectarían y estaría en el campo de Reilly.

– Jane.

– Ya voy. -Empezó a dirigirse hacia él bosque-. Le tengo respeto a esa pistola. No estoy dispuesta a dejar que dispares… -Entonces se giró y, levantando su pierna izquierda, lanzó una patada de molinete. Jane golpeó el arma con la bota, y a continuación soltó otra patada contra la entrepierna de Mario.

– ¿Pelele? ¡Hijo de puta!

Mario cayó de rodillas soltando un gruñido.

Jane le golpeó en la nuca, y Mario se desplomó sobre el suelo.

– Y tu egocéntrica excusa para…

¡Joder!, Mario había caído demasiado cerca del arma. ¡Y estaba tratando de cogerla!

Jane se arrojó sobre la nieve. Su mano se aferró a la culata. Estaba fría, mojada, resbaladiza.

Mario estaba encima de ella, tratando de quitarle el revólver.

– ¡Zorra! Eres una pelele. Reilly estará…

Jane apretó el gatillo.

Él se incorporó con una sacudida, como si fuera una marioneta, mirándola fijamente con una expresión de incredulidad.

– Me… has… disparado. -Un diminuto hilillo de sangre se deslizó por la comisura de su boca-. Esto duele… -Mario se desplomó sobre ella-. Hace frío… frío. ¿Por qué voy…? -Tuvo una sacudida, y se quedó inmóvil.

Jane se lo quitó de encima y lo miró. Tenía los ojos abiertos de par en par con una expresión de incredulidad… y muerte. Jane se estremeció mientras se incorporaba sobre la nieve. Parecía no poder moverse. Debía salir de allí; estaba sólo a unos pocos kilómetros del cuartel general de Reilly. Tal vez hubieran oído el disparo.

Todo había sucedido muy deprisa. Había matado a un hombre, y adquirir conciencia de lo que había hecho fue un duro golpe. No dejaba de acordarse de la primera vez que había visto a Mario, al hombre que ella había pensado que era. En la muerte, sus rasgos eran más suaves, infantiles, como habían sido aquella noche.

Todo fingido. Todo, un engaño.

Tenía que controlarse, salir de allí.

Se levantó.

– ¿Qué demonios ha ocurrido…? -dijo una voz detrás de ella.

Jane se giró instintivamente con el arma levantada.

– ¡Quieta!

MacDuff. Jane dejó caer el arma al costado.

– Gracias. -Él se adelantó para observar a Mario-. ¿Grozak o Reilly?

– Yo.

MacDuff se giró para mirarla.

– ¿Por qué?

– Estaba a sueldo de Grozak y aparte había hecho un trato con Reilly. Me iba a entregar a Reilly.

MacDuff esbozó una sonrisa.

– Y decidió que no iba. -Su sonrisa se desvaneció-. ¿Qué noticias hay de Jock?

– No lo he visto desde que me dejó en la choza. ¿Dónde está Trevor?

– Aquí. -Trevor caminaba hacia ellos-. Iba más atrás que MacDuff. Me encontré con un estorbo. -Miró a Mario y apretó los labios con todas sus fuerzas-. Ojalá estuviera vivo este bastardo para que pudiera matarlo yo mismo. ¿Te ha hecho daño?

Ella negó con la cabeza.

– ¿Con qué estorbo?

– Con Wickman. Su cuerpo estaba bajo un montón de nieve, cerca de la choza. -Miró a Jane-. Encontré a Grozak en la cabaña. ¿Mario?

Jane asintió con la cabeza.

– ¿Y Wickman?

– No lo sé. Creo que no. Se suponía que Grozak tenía que reunirse con él. Supongo que Mario pudo haberlo matado. -Meneó la cabeza-. No lo sé. Pero tenemos que salir de aquí. Alguien puede haber oído el disparo.

MacDuff meneó la cabeza.

– Yo apenas lo oí, y estaba cerca de usted. Puede que la nieve haya amortiguado el ruido. -Echó un vistazo a Trevor-. ¿Usted qué piensa?

– Yo lo oí. Pero muy débilmente. -Miró a Jane-. Bueno, cuéntanos lo que ha ocurrido mientras volvemos al coche.

– Volver al… -Jane se quedó inmóvil con la mirada fija en los árboles-. No voy a retroceder. -Se giró rápidamente hacia Trevor-. Mario acordó con Reilly que me llevaría a la casa atravesando los árboles. Reilly iba a desactivar las bombas trampas, cuando las cámaras de vídeo captaran nuestro paso. Todavía podemos hacerlo. -Levantó la mano cuando Trevor empezó a protestar-. Con esta tormenta de nieve las cámaras de vídeo no detectarán ninguna diferencia entre tú y Mario. Medís y pesáis más o menos lo mismo. Si mantienes la cabeza cubierta y agachada y el revólver a la vista, yo iré delante para que sea lo primero que vean.

– ¿Y qué hará cuando llegue a la casa? -preguntó MacDuff.

– Improvisar. Se supone que nos vamos a encontrar con Kim Chan y otro de los protegidos de Reilly, Norton, en la puerta. Si podemos dejarlos atrás, dudo que haya ninguna bomba trampa en la casa. Puede que consigamos llegar al mismísimo gran hombre enseguida. -Empezó a dirigirse hacia los árboles-. Vamos.

– De ninguna manera -dijo Trevor bruscamente-. Vuelve al coche de una puñetera vez y sal de aquí.

Jane negó con la cabeza.

– Es un buen plan, teniendo en cuenta las circunstancia. Podemos trincar a Reilly y conseguir la información que necesitamos para detener el ataque de Grozak.

– Es un plan de mierda -dijo Trevor.

Jane se volvió hacia MacDuff.

– ¿Vendrá conmigo? No se parece tanto físicamente, pero podría funcionar. Probablemente Jock esté apostado en algún lugar cerca de aquí. Podrá ponerse en contacto con él. Eso es lo único que le importa, ¿no es así?

El escocés sonrió.

– Eso es lo único que me importa. Adelante.

– No. -Trevor respiró hondo-. De acuerdo, iré contigo. -Se subió la capucha del anorak-. Vamos. En los primeros cien metros deberíamos saber si pueden detectar alguna diferencia entre yo y Mario.

MacDuff se encogió de hombros.

– Parece que estoy sin trabajo. Supongo que tendré que buscar a Jock yo solo.

– ¿Y cómo?

– Se me dan bastante bien las bombas trampa. Adquirí mucha experiencia con las minas terrestres en Afganistán. Me llevará mucho tiempo neutralizar las cámaras y desactivar las minas, pero con el tiempo llegaré allí.

– Si antes no salta por lo aires -dijo Jane.

MacDuff asintió con la cabeza.

– Pero piense en la distracción que les proporcionaría. -Se dirigió hacia los árboles, torciendo a la izquierda-. Esperaré cinco minutos desde que empiecen a atravesar el bosque. Con un poco de suerte, concentrarán toda su atención en ustedes en cuanto la cámara de vídeo los detecte.

– Podría ir con él -dijo Trevor mientras observaba a MacDuff alejarse de ellos-. Deberías volver al coche y dejarnos hacerlo a nosotros, ¡maldita sea!

Jane negó con la cabeza.

– Nos están esperando. Si no nos ven, vendrán a ver qué pasa. -Empezó a dirigirse hacia los árboles-. Prefiero ir a buscarlos, que no intentar esconderme en ese bosque con una tormenta de nieve.

* * *

Capítulo 20

Otra cámara.

MacDuff estudió el ángulo hacia el que estaba orientada el objetivo y se movió a la izquierda para evitar entrar en su campo.

Tenía que ir con cuidado.

Lentamente.

Tenía que permanecer pegado al tronco de los árboles. La mayor parte de las bombas trampas estaban situadas en los senderos presumiblemente más transitados.