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Fabel se levantó fatigosamente de la silla y se unió a Maria junto a la ventana, delante de Anna y Werner. Estaba claro que tenía algo que decir, y, como Werner estaba presente más en cuerpo que en espíritu, sus palabras estuvieron dirigidas específicamente a Anna, y también a Maria.

– No necesito explicaros que esto no está nada bien. -Su tono sugería que lo que estaba a punto de decir no sería muy bien aceptado-. Básicamente hemos quedado sólo tú y yo, Maria. Werner no se reincorporará hasta dentro de un mes. Anna, tú no estarás lista para el trabajo hasta dentro de una o dos semanas.

– Me encuentro bien, chef. Puedo volver…

Fabel la interrumpió levantando la mano.

– No me sirves de nada, Kommissarin Wolff, si no tienes una movilidad total. Pasará al menos una semana hasta que estés en condiciones para el servicio. Los médicos ya te han explicado que, aunque ahora no lo sientas, te va a doler muchísimo cuando todos los músculos que se te han desgarrado empiecen a sanar. A eso hay que añadirle que eres afortunada de no necesitar un injerto de piel en la pierna.

– Lo único que hice fue tratar de impedir que Olsen se escapara.

– No he condenado tus acciones, Anna -explicó Fabel con una sonrisa-. Aunque a Herr Brauner no le agradó mucho el hecho de que encajaras una prueba forense debajo de un coche. Pero la cuestión es que no puedo trabajar en este caso sólo con Maria.

La expresión de Anna se oscureció. Sabía adonde quería ir Fabel con todo esto.

– Hay otros equipos en la Mordkommission de los que podemos sacar gente.

– Anna, sé que tú y Paul erais íntimos. -Paul Lindemann había sido el compañero de Anna. Paul y Anna habían sido, en muchos aspectos, opuestos, pero juntos habían formado una pareja íntima y muy eficaz-. Pero necesito que el equipo permanente rinda al máximo. Voy a reclutar a un nuevo miembro.

La expresión de Anna no se animó.

– ¿Y esa persona será un nuevo compañero para mí?

– Sí.

Maria enarcó las cejas. Tanto ella como Anna sabían que Fabel era muy selectivo cuando reclutaba gente para el equipo. Ellas mismas habían sido escogidas personalmente por él. Estaba claro que alguien había causado una muy buena impresión en Fabel.

– ¿Vas a pedirle al Kommissar Klatt que se sume al equipo? ¿Al tipo de la policía de Norderstedt?

Fabel sonrió lo más enigmáticamente que le permitieron su cansancio y el dolor del hombro.

– Tendréis que esperar para averiguarlo.

26

Jueves, 25 de marzo. 18:00 h

WlLHELMSBURG, HAMBURGO

Si hay una manera segura de motivar a la policía para que encuentre a alguien, ésta es atacar gravemente a uno de sus agentes. En los quince minutos posteriores al golpe de Olsen a Werner ya se había emitido una orden de arresto y el apartamento de Olsen, ubicado en el área de Wilhelmsburg próxima a la antigua Honigfabrik, la empresa productora de miel, estaba bajo la fuerte vigilancia del Mobiles Einsatz Kommando. No había señales de vida; o bien Olsen había ido directamente a su casa y se había escondido allí, lo que era improbable y habría sido de una estupidez monumental, o bien sabía que le convenía mantenerse lo más lejos posible de su apartamento.

El cielo estaba gris y oscuro sobre la ciudad cuando Maria y Fabel pararon el coche directamente en la puerta del edificio de apartamentos de Olsen. Fabel se había cambiado la chaqueta y había tomado un par de píldoras de codeína para aliviar el dolor del hombro, así como los latidos que empezaba a sentir en la cabeza. Cuando salió del BMW, hizo una señal hacia una gran furgoneta sin marcas aparcada en mitad de la calle. Cinco hombres corpulentos que llevaban vaqueros y camisetas gruesas desmontaron del vehículo y avanzaron ágilmente por la calle. Sobre su ropa de civil portaban corazas protectoras en las que estaba grabada la palabra POLIZEI, y se habían puesto pasa-montañas y cascos de asalto. Dos de los hombres cargaban entre ambos un ariete corto y pesado. Tres más, con un atuendo similar, llegaron a la carrera desde un coche aparcado a unos cincuenta metros de distancia en la otra dirección. El comandante del MEK se detuvo cuando llegó a la altura de Fabel, quien asintió con la cabeza y dijo:

– Segundo piso. 2 B. Haced lo vuestro…

Desde la calle, Fabel y Maria oyeron un fuerte ruido cuando los hombres del MEK reventaron la puerta de Olsen con el ariete. Hubo algunos gritos, luego silencio. Un par de minutos después apareció el comandante del MEK en la puerta del edificio, con el casco y el pasamontañas en una mano y su Sig-Sauer automática en la otra. Sonrió inexpresivamente.

– No hay nadie en casa -dijo.

– Gracias, Herr Oberkommissar. -Fabel se volvió hacia Maria-. ¿Vamos?

La puerta del apartamento seguía montada en las bisagras, pero el marco alrededor de la cerradura estaba destrozado en astillas largas y afiladas. Fabel y Maria se pusieron guantes blancos de látex antes de entrar. Era un apartamento razonablemente grande, con una amplia sala, tres dormitorios, una gran cocina comedor y un cuarto de baño. Los muebles eran antiguos y pesados, aunque a Fabel le sorprendió lo ordenado y limpio que se encontraba todo. El televisor de la sala era bastante viejo, pero Olsen había invertido mucho dinero en su cadena musical. Un inmenso equipo Bang & Olufsen ocupaba la mayor parte de una pared. El tamaño y la potencia de los altavoces parecían desproporcionados para esa sala; de todas maneras, por alguna razón, Fabel no podía imaginar que alguno de los vecinos se quejara a Olsen por el ruido. Había una estantería para CDs clavada en la pared junto a la cadena, y Fabel notó que Olsen había catalogado su colección de música con la misma meticulosidad con que lo había hecho con los repuestos en su garaje. Echó un vistazo a la colección de música de Olsen: Rammstein, Die Toten Hosen, Marilyn Manson. No era la clase de música que uno pone a bajo volumen como fondo de una cena con invitados.

Holger Brauner, el jefe del SpuSi, el equipo forense, golpeó a la destrozada puerta detrás de Fabel.

– ¿Es una fiesta privada? ¿O puede entrar cualquiera? -Señaló con la cabeza el CD que Fabel tenía en la mano-. ¿ Rammstein? No pensaba que te gustaban esa clase de cosas.

Fabel se rio y volvió a poner el CD en la estantería.

– Estaba fijándome si había algo de James Last. Hansi es lo mejor después de un día difícil.

– Y tú has tenido un día bastante complicado, por lo que he oído… ¿Es cierto que has solicitado un traslado al escuadrón de perros peligrosos?

Fabel sonrió sarcásticamente.

– Por otra parte, Herr Kriminalhauptkommissar, ¿podría usted hablar con Frau Wolff? No creo que haya comprendido del todo el concepto de proteger la integridad de una prueba forense.

– Lamento lo de la motocicleta, Holger. ¿Has encontrado alguna coincidencia?

– Claro que sí. La impresión que tomamos en la escena salió de un neumático de motocicleta 120/70-ZR17. Es el modelo estándar de la rueda delantera de la motocicleta BMW R1000S. Las marcas de desgaste de la moto de Olsen concuerdan exactamente con la impresión que tomamos. De modo que él es el tío que buscas. O, al menos, la motocicleta que estaba en el Naturpark era la suya. Lo único que tenemos que hacer es encontrar las botas que llevaba. Echaré un vistazo por aquí.

– Es probable que las tenga puestas ahora -dijo Fabel, tratando de recordar el calzado que llevaba Olsen por la mañana.

Maria había estado revisando el cuarto de baño. Apareció cargando algunos frascos que parecían de productos medicinales.

– Herr Brauner, ¿tiene alguna idea de para qué son estas medicinas?

Brauner examinó los frascos.

– Isotretinona y peróxido de benzoilo… ¿El tipo que buscáis tiene mala piel, por casualidad?