ABELARDO CASTILLO (San Pedro, Buenos Aires, 1935). Novelista, cuentista, dramaturgo y ensayista, es uno de los escritores argentinos contemporáneos de más sólido prestigio y el único que ha abordado con lucidez todos los géneros. En 1959 obtuvo el Primer Premio del Concurso de Teatro organizado por la Gaceta Literaria con El otro Judas. El libro de cuentos Las otras puertas (1961, Premio Casa de las Américas) fue su obra consagratoria para la crítica y el público. En 1997 aparecieron sus Cuentos Completos (Alfaguara), en el que figura el relato «La mujer de otro», hasta entonces inédito. Escribió las novelas El que tiene sed (1985), Crónica de un iniciado (1991) y El Evangelio según Van Hutten (1999), y las obras de teatro Israfel (1964) y la ya mencionada El otro Judas. Durante la década del sesenta fundó y dirigió las revistas literarias El Escarabajo de Oro y El Ornitorrinco. Ha recibido, entre otros, el Premio Internacional de Autores Dramáticos Latinoamericanos Contemporáneos (Unesco, París, 1963), el Premio Municipal de Literatura de la Ciudad de Buenos Aires (bienio 1985–1986), el Premio Nacional Esteban Echeverría (1993) y el Premio Konex de Platino (1994).
GEOFFREY CHAUCER (Londres, 1340–íd. 1400). Es considerado el fundador de la literatura moderna en lengua inglesa y el primer humorista. Fue hijo único de una familia dedicada al comercio del vino, de la lana y a la recaudación de impuestos. Su nombre aparece por primera vez en registros escritos en 1357, como miembro del servicio de Isabel, condesa de Uiscer y esposa del rey Lionel. Allí conoció a Juan de Gante, quien sería su gran amigo y mecenas. Fue mensajero diplomático durante la década de 1370, y sus viajes a Italia —entre otros países— resultaron determinantes para su carrera literaria. Como poeta de la corte, tradujo numerosos poemas del francés, entre ellos y sin duda el más importante por sus influencias. Le Román de la Rose. Escribió ensayos poéticos, poemas y textos en prosa. Su principal obra es una colección de veintidós historias en verso titulada Los cuentos de Canterbury, en la que se combinan las anécdotas tradicionales y el original recurso de la continuidad del relato mediante un «cuento de cuentos» (utilizado ya por Boccaccio). En el transcurso de una peregrinación de Londres a Canterbury, para alegrar el camino, cada uno de los viajeros narra una historia. Los peregrinos pertenecen a todas las clases sociales y se expresan según su condición, lo que constituye una notable pintura de la vida del siglo XIV.
ANTÓN PAVLOVICH CHÉJOV (Taganrog, Rusia, 1860–Badenweiler, Alemania, 1904). Fue cronista periodístico, estudió medicina y se dedicó a escribir con la misma pasión con que se entregaba al conocimiento del alma humana. Dramaturgo y narrador, sus obras inauguraron el teatro de Arte de Moscú. Se casó con una actriz, Olga Knipper, y murió de tuberculosis durante un viaje en Alemania. Es universalmente reconocido como el maestro del cuento moderno. A partir de 1886, su estilo cambió radicalmente y pasó de la sátira o comicidad a la eliminación de los elementos de la estructura narrativa tradicional, en particular de las descripciones detalladas de personajes y ambientes. La realidad física y psíquica de sus personajes se condensa en unos cuantos e inequívocos rasgos individuales. Entre sus obras teatrales se cuentan La gaviota (1896), 77o Varna (1897), Las tres hermanas (1901), El jardín de los cerezos (1904). Entre sus relatos merecen citarse La estepa (1888), El pabellón número 6 (1892), La cigarra (1892), Los campesinos (1897), El hombre en el estuche (1898), La cerilla sueca (1883), El drama sucedido durante la caza (1884) y Un mal asunto (1887).
JULIO CORTÁZAR (Bruselas, 1914–París, 1984). A pesar de haber nacido en Bruselas y pasado gran parte de su vida en París, Cortázar es, junto con Jorge Luís Borges, el autor de mayor relevancia en la literatura argentina del siglo XX. Su novela Rayuelo (1963) marca un antes y un después en las letras latinoamericanas. Sus cuentos incursionan en distintos registros y géneros, con un especial énfasis en la literatura fantástica. Borges le publicó sus primeros cuentos en la revista Los Anales de Buenos Aires y en 1951 apareció Bestiario, su primer libro de relatos. Otras obras fundamentales de su cuenrística son Final de juego (1956), Las armas secretas (1959) y Todos los fuegos, el fuego (1966). Alfaguara publicó sus Cuentos completos (1994). Entre sus novelas se cuentan, además de Rayuela, Modelo para armar (1968) y Libro de Manuel (1973). Ha escrito libros tan inclasificables como Historias de Cronopios y de Famas (1962) y La vuelta al día en ochenta mundos (1969). Su poesía no se encuentra en el mismo nivel que su narrativa. Adhirió a la Revolución Cubana y a las causas de liberación de América latina. Adoptó la ciudadanía francesa en sus últimos años, y poco antes de morir visitó Buenos Aires.
FRANCIS SCOTT FITZGERALD (Saint Paúl, Mmnesoia, 1896–Hollywood. 1940). Estudió en St. Paúl Academy y en la Universidad de Princeton, donde escribía para los mensuarios literarios y humorísticos. En 1917 se alistó en el ejército y durante la Primera Guerra Mundial fue teniente de Infantería, pero nunca combatió. Fue publicista durante nueve meses y después dedicó su vida a la literatura. Su primera novela, A este lado del paraíso (1920), fue un éxito, seguido por El gran Gatsby (1925) y Suave es la noche (1934). Escribió unos ciento cincuenta cuentos —algunos de ellos reunidos en Flappers y filósofos (1920), Cuentos de la era del jazz (1920), All the Sad YoungMen (1926) y Taps at Reveille (1935)— y numerosos artículos, entre ellos la serie autobiográfica editada luego como El Crack Up. En 1920 se casó con Zelda Sayre, y juntos fueron el centro de una intensa vida social e intelectual en los años veinte, tanto en Francia como en los Estados Unidos. Más que ningún otro escritor de su generación, Scoit Fítzgeraid representa los años de encreguerras. «A tu edad» apareció en el Saturday Evenmg /Wdel 17 de agosto de 1929. «Es el relato más hermoso que jamás has escrito y el más hermoso que he leído nunca», le dijo su editor, pero Fhzgeraid no compartía esta opinión y no volvió a publicarlo.
FUMIKO HAYASHI (Japón, 1904–1951). Nació en una familia muy pobre. Cuando tenía 7 años, su padre — un comerciante de papeles— llevó a su concubina a vivir con ellos. Fumiko abandonó el hogar junto con su madre, quien más tarde se unió a un comerciante ambulante. Comenzó así una vida de errancia que no le impidió estudiar. Se inscribió en la Escuela Femenina de Onomichi, empleándose en fábricas para costearse los estudios. En 1922 se trasladó a Tokio donde, al tiempo que escribía cuentos, trabajó sucesivamente como obrera en una fábrica de juguetes, vendedora de tienda, oficinista, sirvienta, escribana de una oficina municipal y mesera en cantinas. Escribir sobre su vida sufrida era para ella una forma de desahogo. Su primera novela–Crónica. de vagabundería (1930)- es autobiográfica y se convirtió rápidamente en un best seller. La obra de Fumiko trata generalmente de mujeres habitantes de los bajos fondos, explotadas o atormentadas por hombres a los que nunca dejan de amar. Su mayor producción tuvo lugar en la época de posguerra, y los relatos transcurren en ese ambiente.
TOMÁS KÓBOR (Hungría, 1865-?). Fue uno de los maestros del periodismo húngaro moderno. Formó parte de la redacción de Az Ujsdg–La Gaceta-, periódico que hasta la revolución del 30 de octubre de 1918 se hallaba bajo la dirección del conde Tisza. Como casi todos sus colegas contemporáneos, escribió un gran número de cuentos, que es el género literario más cultivado en Hungría. También íncursionó en el teatro, con mediano éxito, y en la novela; Budapest es su título más conocido. Su estilo frío e impersonal, impregnado del realismo periodístico, con cierta amargura a lo Heine y admirable clarividencia, fue elogiado por la crítica, que también lo comparó con Francis Bret Harte por su poder de percepción, el conocimiento del alma femenina y su ironía no exenta de causticidad.