Bajo la constantemente creciente influencia de Roke, fue dándosele forma a la magia hasta convertirla en un cuerpo coherente de conocimientos, su utilización cada vez más controlada por resoluciones morales y políticas. Los magos educados en la escuela iban a otras islas del Archipiélago para trabajar contra los señores de la guerra, los piratas y los nobles feudales, evitando ataques e invasiones, imponiendo castigos y acuerdos, reforzando las fronteras, y protegiendo a los individuos, las granjas, los pueblos, las ciudades y las embarcaciones, hasta que el orden social fuera restablecido. Durante los primeros años eran enviados para imponer la paz; y eran llamados cada vez más para mantenerla. Mientras que el trono en Havnor permanecía vacío, durante más de doscientos años la Escuela de Roke ejerció eficazmente el papel de gobierno central del Archipiélago.
El poder del Archimago de Roke era en muchos aspectos el de un rey. Desde luego que la ambición, la arrogancia y los prejuicios influyeron en Halkel, el primer Archimago, a la hora de crear su propio título autoritario. Sin embargo, al haber estado controlado por las constantes enseñanzas y prácticas de la escuela, y por la vigilancia de sus colegas, ningún Archimago posterior hizo un serio uso indebido de su poder para debilitar a otros o para engrandecerse a sí mismo.
No obstante, la mala reputación que la magia se había ganado durante la Época Oscura continuaba aferrada a muchas de las prácticas de hechiceros y brujas. Se desconfiaba y se difamaban particularmente los poderes de las mujeres, y más aun cuando iban en combinación con los Poderes Antiguos.
Por toda Terramar, varios manantiales, cuevas, colinas, piedras y bosques eran y siempre habían sido sitios donde se concentraban el poder y lo sagrado. Todos estos lugares eran temidos o venerados localmente; algunos eran conocidos en todas partes.
El conocimiento de estos sitios y poderes constituía el corazón de la religión en el Reino de Kargad. En el Archipiélago, el saber popular de los Poderes Antiguos todavía formaba parte de la base común y profunda del pensamiento y la reverencia. En todas las islas, las artes practicadas mayoritariamente por las brujas, tales como la ayuda en los partos, las curaciones, la cría de animales, la minería y la metalurgia, obrar y urdir hechizos, sortilegios de amor, etcétera, etcétera, a menudo invocaban o recurrían a los Poderes Antiguos. Pero los magos eruditos de Roke generalmente desconfiaban de las prácticas antiguas y no apelaban nunca a los «Poderes de la Madre». Únicamente en Paln combinaban los magos las dos prácticas, en el arcano, esotérico, y de reputación peligrosa, Saber Pelniano.
Aunque como cualquier poder podían ser pervertidos para realizar un mal uso al servicio de la ambición (como sucedió con la Piedra de Terrenon en Osskil), los Poderes Antiguos eran intrínsecamente sagrados y preéticos. Durante y después de la Época Oscura, sin embargo, fueron feminizados y endemoniados por los magos en las tierras Hárdicas, ya que ellos se encontraban en las Tierras de Kargad con los cultos de los Reyes Sacerdotes y los Reyes Dioses. Así que, en el siglo ocho, en las Comarcas Interiores del Archipiélago, solamente las aldeanas continuaban realizando los rituales y las ofrendas en los lugares antiguos. Por ello eran despreciadas o insultadas. Los magos evitaban cualquier contacto con tales sitios. En Roke, en sí mismo el centro de los Poderes Antiguos de toda Terramar, nunca se hablaba de las manifestaciones más profundas de aquellos poderes —el Collado de Roke y el Bosquecillo Inmanente— como tales. Sólo los Hacedores de Formas, quienes vivían toda su vida en el Bosquecillo, servían de unión entre las artes y las acciones humanas y el más antiguo sacramento de la tierra, recordándoles así a los magos que los poderes no eran de ellos, sino que les habían sido prestados.
La historia de las Cuatro Tierras es más que nada legendaria, incluyendo batallas locales y acuerdos entre las tribus, ciudades-estado y pequeños reinos que caracterizaron a la sociedad Karga durante milenios.
La esclavitud era algo común para muchos de estos gobiernos, y había un sistema social de casta y de diferenciación de género («división del trabajo») más estricto que en el Archipiélago.
La religión era un elemento unificador incluso entre las tribus más guerreras. Había cientos de Lugares de Tregua en las Cuatro Tierras, en donde ninguna guerra o disputa estaba permitida. La religión Karga era una veneración doméstica y comunitaria de los Poderes Antiguos, las fuerzas chthónicas o gaeanas se manifestaban como espíritus del lugar. Eran veneradas en los altares de la zona y del hogar con ofrendas de flores, aceite, comida, danzas, competiciones, sacrificios, esculturas, canciones, música y silencio. La veneración era tanto casual y ritual como privada y comunal. No había sacerdotes; cualquier adulto podía celebrar las ceremonias y enseñar a los niños a celebrarlas. Esta antigua práctica espiritual ha continuado, extraoficialmente y a veces a escondidas, bajo las religiones institucionales más nuevas de los Dioses Gemelos y el Rey Dios.
De las innumerables arboledas, cuevas, montañas, colinas, manantiales y piedras sagradas de las Cuatro Tierras, el lugar más sagrado era una caverna y algunas piedras apiladas en el desierto de Atuan, llamadas las Tumbas. Fue un centro de peregrinaje desde los tiempos más remotos, y los reyes de Atuan y más tarde de Hupun conservaron allí un albergue para alojar a todos los que allí quisieran ir a venerar.
Hace seiscientos o setecientos años, una religión de dios celestial comenzó a expandirse por todas las islas, una evolución del culto a los Dioses Gemelos Atwah y Wuluah, originariamente héroes de una saga desértica de Hur-at-Hur. Se agregó un Padre Celestial como cabeza del panteón, y se desarrolló una casta de sacerdotes para encabezar los ritos. Sin reprimir los cultos a los Poderes Antiguos, los sacerdotes de los Dioses Gemelos y del Padre Celestial comenzaron a profesionalizar la religión, ocupándose de los rituales y de las fiestas, construyendo templos cada vez más costosos, y controlando las ceremonias públicas tales como las bodas, los funerales y la celebración de oficios.
La tendencia jerárquica y centralizadora de esta religión apoyó al principio la ambición de los Reyes de Hupun en Karego-At. A fuerza de armas y maniobras diplomáticas, la Casa de Hupun conquistó o absorbió en el término de un siglo la mayoría de los reinos de Kargad, de los que había habido más de doscientos.
Cuando (en el año 440, según el sistema para contar los años de los Kargos) Erreth-Akbe consiguió que se estableciera la paz entre el Archipiélago y las Tierras de Kargad, llevando el Anillo de la Unión como garantía de la sinceridad de su rey, fue a Hupun como capital del Imperio Kargo y trató con el Rey Thoreg como su gobernador.
Pero hacía algunas décadas que los reyes de Hupun estaban en conflicto con los sumos sacerdotes y sus seguidores en Awabath, la Ciudad Santa, a cincuenta millas de Hupun. Los sacerdotes de los Dioses Gemelos estaban a punto de arrebatarle el poder a los reyes y convertir a Awabath no sólo en el centro religioso sino también en el centro político del país. La visita de Erreth-Akbe parece haber coincidido con el cambio final del poder de los reyes en favor de los sacerdotes. El Rey Thoreg lo recibió con honor, pero Intathin, el Sumo Sacerdote, luchó contra él, lo derrotó o lo engañó, y lo tuvo prisionero durante algún tiempo. El Anillo que se suponía tenía que unir a los dos reinos fue roto.