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– Ah… ahora recuerdo… Su padre quería decirle algo muy personal cuando regresó usted de Australia.

– Brillante deducción -Lyle sonrió-; pero… nunca encontré el tiempo para tener esa charla privada.

– Lo lamento -murmuró Kelsa y luego agregó-: ¿Por qué no volvió él a verificar todo otra vez?

– ¿Por qué iba a hacerlo? -replicó Lyle-. Todo coincidía. Él tenía los nombres de usted, el hecho de que nació en diciembre, de que su madre se llamaba March y también el que ella provenía de Inchborough… ¿Qué tenía que revisar otra vez? Además, el que usted se parezca a su madre y…

– Ah, acabo de recordar -interrumpió Kelsa-. Esa noche, la noche en que él me trajo a mi apartamento y entró a hacer una llamada telefónica… -continuó, consciente de que ahora Lyle la miraba con ojos más amistosos que antes y que no dudaba de que sí existió tal llamada-, llegamos a hablar de mis padres y él dijo que le daba gusto que le hubiera yo dicho que éramos una familia muy feliz. Entonces, me señaló que no veía ninguna foto de mis padres y yo le enseñé una que tenía… y él comentó que yo era igual a mi madre.

– Así que, habiendo visto por sí mismo que la mujer que la dio a luz, era la misma que había dado a luz a su Kelsa Primrose March, ¿qué otra cosa tenía él que buscar?

Sólo la fecha exacta del nacimiento, pensó Kelsa; pero él no lo hizo y… todo eso era traumatizante. Kelsa todavía estaba muy conmocionada y parecía que entre Lyle y ella habían examinado en detalle todo lo que sabían; pero eso no era suficiente.

– ¿Todavía está alterada? -preguntó él, mirando el pálido rostro.

– Quiero… necesito saber más.

– Sí, hay algunas cuestiones sin respuesta -convino él y fue derecho a lo práctico-: Usted habló de su madre en tiempo pasado.

– Ella murió -aclaró Kelsa con sequedad.

– ¿Podría su padre llenar los huecos? Tal vez él sepa…

– Él murió junto con mi madre. Tuvieron un accidente en un coche rentado, cuando estaban de vacaciones el año pasado, en Grecia.

– Pobre Kelsa -dijo Lyle suavemente y tocó su mano en un momento de compasión.

Mientras la piel le cosquilleaba a Kelsa por el contacto, él se puso de pie, con un aspecto inquieto, y llevó la charola con las tazas de nuevo a la cocina. Para cuando él regresó, ella ya se había repuesto del inesperado contacto.

– ¿Cree que su madre sabía algo? -preguntó ella.

– Conociendo a mi padre, creo que no sería probable que le confesara una aventura amorosa extramarital, a menos que fuera necesario. Pero, aun cuando lo sepa, me temo que ahora no es el momento adecuado para remover una herida antigua.

– Tiene razón, desde luego -convino ella al instante-. No pienso bien ahora o nunca habría sugerido algo así -se disculpó y trató de pensar con lógica-. Nunca he estado en Inchborough, pero creo que es ese el sitio donde debo empezar.

– ¿Piensa en Inchborough?

– Si puedo encontrar a alguien que haya vivido ahí al mismo tiempo que mi madre, podría… -se interrumpió, al ver algo en la expresión de Lyle que le indicó que él había pensado en algo-. ¿Qué es? -preguntó con urgencia.

– Mi tía… mi tía Alicia. Ella nació y creció en Inchborough.

– ¿Cree que podría saber algo? -preguntó ella con ansiedad.

– Tal vez -murmuró él, pensativo-. Aunque es dudoso. Había unos veinte años de diferencia entre ella y mi padre y él se fue de la casa poco después que ella naciera. Pero es posible que haya oído algún chisme al respecto. Ahora que lo pienso -recordó de pronto-, me pareció que estaba muy alterada cuando la vio a usted en Burton y Bowett, el miércoles pasado. Yo estaba demasiado furioso entonces para prestarle mucha atención, pero… ¿Tal vez?

Kelsa no había olvidado la ira de Lyle ese día; pero por ahora tenía otras prioridades.

– ¿Podría telefonearle… ahora?

– ¿Es tan importante para usted? -Lyle la miró a los hermosos ojos azules.

Kelsa apartó la vista. Era raro que le confiara a alguien sus sentimientos íntimos, pero… curiosamente, dados los antecedentes… tenía la impresión de que Lyle la comprendería.

– A veces me siento solitaria, desde que perdí a mis padres. No tengo otros parientes, pero habiendo descubierto que tengo una hermana en alguna parte y, aunque debe de haber sido adoptada y probablemente tenga otro nombre, tengo que encontrarla.

– ¡Ah, Kelsa! -murmuró Lyle y, con asombrosa ternura, tocó su frente con sus labios. Sin embargo, de inmediato se retiró, preguntando-: ¿Dónde está su teléfono?

Kelsa se quedó sentada, pálida y ansiosa, mientras Lyle se comunicaba primero a Información del Directorio para averiguar el número telefónico de su tía en Essex. Poco después, marcó nuevamente, pero mientras más tiempo pasaba él con el auricular pegado a su oído izquierdo, más segura estaba Kelsa de lo infructuoso de su llamada.

– No contestan -confirmó él al colgar el auricular y, ante su expresión decaída, agregó-: No se preocupe, no puede estar siempre fuera de casa.

– Fue muy amable de su parte hacer el intento -agradeció ella con cortesía y advirtió, cuando él dio unos pasos hacia la puerta, que había muy poco más que decir.

– ¿Estará bien si me voy? -preguntó él.

– Claro que sí -mintió ella.

– Estaré en contacto -declaró él.

– Buenas noches, Lyle -sonrió ella y lo acompañó a la puerta.

– Buenas noches -asintió él y se fue rápidamente, mientras Kelsa regresaba al sofá.

Se quedó ahí durante horas… no tenía mucho caso ira acostarse, ¿pues cómo iba a poder dormir? Tenía una medio hermana en algún sitio… y Lyle Hetherington no era siempre el canalla que ella había considerado. De hecho, una vez que aclaró que ella no era su hermana y que no sabía que su padre creía que lo era, Lyle demostró un aspecto mucho más sensible. Aún más, estuvo maravilloso.

Comprendiendo que no estaría en condiciones de trabajar al día siguiente, si no descansaba un poco, Kelsa se fue a acostar a la medianoche, para estar medio despierta y excitada. Aunque entre los muchos pensamientos que revoloteaban en su mente, nunca encontró la respuesta al porqué, si tanto deseaba encontrar a su hermana, no quería tener a Lyle como hermano.

Capítulo 7

Kelsa casi no pudo dormir, pero no fue ése el motivo de que, al estar sentada tras su escritorio la mañana siguiente, no pudiera concentrarse en su trabajo. Todavía estaba aturdida por la impresionante información que Lyle le dio la noche anterior.

Parecía increíble que ella tuviera una hermana de la que nunca escuchó hablar. ¿Habría la otra Kelsa tratado de encontrar a su familia?, se preguntó. Era un terreno muy sensible, si ella también había sido dejada en la ignorancia o si… horrible pensamiento… no quería que la encontraran.

¡Pero sí debía querer! Si se parecía en algo a su hermosa madre, sería cálida, amorosa y… Los pensamientos de Kelsa volaron a su madre, como sucedía con frecuencia desde su charla con Lyle. Su pobre y querida madre… Había tanto que Kelsa querría saber. ¿Cómo había roto con Garwood Hetherington? ¿Había sido decisión de ella o de él? No cabía duda de que, de cualquier manera, ella debió de haber sufrido mucho, pues nadie daba un bebé en adopción sin tener un gran dolor.

¿Era por eso que su madre la había educado tan estrictamente? ¿Para salvaguardarla? ¿Porque, consciente de los peligros latentes de la vida, no quería que su hija conociera los desgarradores sentimientos que ella vivió?