No. Era un gesto demasiado sensible, y si empezaban así, ella perdería el control. Quería algo ardiente, rápido y duro, así que se inclinó y comenzó a mordisquearle el pezón a Luke.
Él respiró hondo.
Mirándolo, le acarició el torso con la lengua hasta llegar al otro pecho, al mismo tiempo que le bajaba los pantalones.
– Faith… -se apoyó contra la pared cuando ella rodeó su miembro erecto con los dedos y se lo acarició.
Luke se sentía como si estallaran fuegos artificiales en su interior. Si no la detenía, todo acabaría demasiado rápido, pero ella lo acarició de nuevo, con la presión adecuada. Con un gemido, trató de abrazarla, pero ella se resistió y lo guió hasta el baño. Cuando se disponía a abrir el agua, él la giró para apoyar su espalda contra la mampara de la ducha y cubrirla con su cuerpo.
Pero ella sonrió y giró de nuevo, dejando a Luke atrapado contra la mampara. Despacio, se arrodilló frente a él.
– Faith…
Faith rodeó su miembro con la boca y él sintió que le faltaba aire en los pulmones. Normalmente, aquélla era una de las caricias sexuales favoritas de Luke, sin embargo, esa vez sólo deseaba poseerla. Quería mirarla a los ojos y comprobar que ella también sentía la increíble atracción y deseaba, de manera desesperada, fingir que ella podía ser suya durante más tiempo.
Pero lo que ella le estaba haciendo… Tuvo que hacer un gran esfuerzo para ponerla de pie y guiarla al dormitorio. Retiró la colcha y tumbó a Faith en la cama.
– La ducha…
– Puede esperar -se arrodilló en la cama-. Te deseo, Faith. Quiero estar dentro de ti, que me mires… -la besó en el cuello-. Sólo a mí -susurró, acariciándole los senos con la barbilla y buscando con la boca su pezón. Le acarició la entrepierna y, al sentir la humedad pegajosa, gimió de placer.
– Oh, Luke. Te estoy mirando, sólo a ti, Luke -separó las piernas para acomodarlo y, cuando se colocó entre sus piernas, arqueó la espalda para que la penetrara, tal y como él deseaba.
Tras retirarse una pizca, la penetró de nuevo. Ella se estremeció y suspiró a la vez, cerró los ojos, y lo abrazó con fuerza. Tenía los senos firmes, los pezones erectos y una extraña sensación en el estómago mientras esperaba a que él se moviera otra vez. Al ver que no lo hacía, arqueó las caderas para indicarle que quería llegar con él a la cima del placer.
– No puedo -dijo él entre dientes-. Me dejé el preservativo en el pasillo, en el bolsillo de los pantalones.
– Date prisa -dijo ella.
Nunca en su vida se había movido tan rápido, y cuando se introdujo de nuevo en su cuerpo, adecuadamente protegido, le acarició el cabello y le preguntó:
– ¿Estás bien?
– Sí -comenzó a decir ella, pero las palabras se convirtieron en gemidos cuando él se retiró para volver a penetrarla.
Luke se movió cada vez más rápido, hasta que apenas podía respirar. Se sentía vivo, y tenía que contenerse para no terminar antes de lo que quería. De pronto, el rostro de Faith se nubló y él pestañeó furioso. Deseaba oírla cuando llegara al clímax y se perdiera en él.
– No puedo contenerme, Faith… no puedo…
– Ni se te ocurra esperar dijo ella. Arqueó el cuerpo y comenzó a estremecerse una y otra vez.
Lo único que Luke pudo hacer fue hundir el rostro en el cabello de Faith y dejarse llevar.
El domingo por la tarde llegó casi sin avisar. La decoración seguía puesta, había más galletas e incluso algunos pacientes le habían llevado un regalo a Luke.
Faith leyó con orgullo un artículo sobre Luke que había salido en el periódico. Sabía que todo lo que decían sobre él era cierto.
Y más.
Luke trabajaba muy bien, y su clínica nunca había ido mejor. Las cosas eran estupendas.
Él ya había salido de su vida. Sí, tenía una reunión importante en el hospital y se había disculpado por tener que marcharse corriendo. Al despedirse, le había dado un beso perfecto y demoledor a la vez, algo que no ayudó mucho a Faith.
– ¿Faith? ¿Vas a estar bien? -dijo Guy.
Ella levantó la vista y forzó una sonrisa para Guy y Shelby. Ambos estaban preparándose para marcharse.
– Claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
Ellos se miraron dejando claro que no había engañado a nadie.
– No tiene por qué terminarse, ya sabes.
Faith miró a Guy.
– ¿Qué? Por supuesto que sí. Él ha terminado aquí.
– Pero tú no. No habéis terminado el uno con el otro.
Ella soltó una carcajada.
– Hemos terminado. Eso es lo que acordamos.
Shelby suspiró.
– Oh, cariño. Por una vez, ¿puedes pensar en ti misma? ¿No puedes luchar por algo que significa tanto para ti?
– Pero la clínica…
– Estaremos bien, aunque te enamores -Shelby sonrió al ver su cara de susto-. La clínica irá bien, nosotros estaremos bien, y tú estarás mucho mejor si permites que suceda. Ya es hora, Faith. Es hora de que hagas algo por ti, en lugar de por los demás. Sé egoísta. Decide que quieres estar con él y ve a buscarlo.
– ¿Necesitas algún consejo? -preguntó Guy-. Porque yo empezaría por tirar esas viejas zapatillas con cara de conejo.
– Marchaos -dijo Faith con una carcajada, y les abrió la puerta.
– Oye, ven a cenar con nosotros -dijo Shelby-. Vamos a ir al japonés, a ese sitio nuevo donde hacen la comida delante de ti.
– No tengo mucha hambre.
– Ven a vernos -susurró Shelby mientras le daba un abrazo-. Si es que Luke no aparece pronto.
Faith asintió porque no se fiaba de que le saliera la voz. Cerró la puerta tras ellos y también los ojos. Podía sentir el beso que Luke le había dado.
Tenía miedo de que fuera el último.
Y cuando él no apareció, supo que así era.
Luke trató de parecer interesado en la reunión interminable y miró el reloj con disimulo.
– ¿Lo aburrimos, doctor Walker? -le preguntó el doctor Wesley Summerton, presidente de la junta directiva del hospital, el hombre que acababa de ofrecerle a Luke renovarle el puesto de director de Departamento.
– Por supuesto que no -trató de no mirarle-. Es que he trabajado mucho últimamente…
– En la clínica, lo sé -dijo el doctor Summerton-. Y he de admitir que lo ha hecho muy bien. El personal parece contento, los medios de comunicación han hablado de usted, la clínica tiene mucha clientela… ha salido bien, y le damos las gracias por ello. Pero eso ya ha terminado. Puede disfrutar otra vez de su tiempo libre.
Sí, podía. Pero no quería la libertad. Quería llamar a la puerta de Faith y comprobar si no tenían nada más que darse el uno al otro.
Sin embargo, acababan de ofrecerle un puesto que necesitaría toda su dedicación otro año más, y él sólo podía pensar en Faith. En su sonrisa, en la pasión que sentía por la vida en toda ella.
Cuando salió del hospital era medianoche. Faith había estado agotada y pálida durante el día. Necesitaba descansar, no que la mantuviera despierta, por mucho que la deseara.
Así que con todo el pesar de su corazón, y una maldita erección, se dirigió a casa, preguntándose si eso había sido todo. Si de verdad había terminado. Terminado antes de comenzar.
Pocos minutos después de que Shelby y Guy salieran de la clínica, cayó la tormenta de primavera que llevaba todo el día amenazando. Perfecto, encajaba con el humor de Faith. Había rayos y truenos, y la lluvia chocaba contra los cristales.
Intentó centrarse en el papeleo de la clínica, y quizá le habría servido de algo si el corazón no le hubiera dolido tanto.
O era su estómago.
Sin duda, la comida aliviaría su problema. Él no iba a regresar.
De acuerdo. Era lo que esperaba, lo que había acordado, así que tenía que asumirlo. No había forma mejor que cenar comida japonesa.