Pero tenía que admitir que era agradable. Cerró los ojos esperando a quedarse dormido pero, por algún motivo, imágenes de lo sucedido durante el día invadieron su cabeza.
A pesar de estar llena, la clínica había funcionado correctamente. Eso tenía que reconocérselo a Faith. Los pacientes eran atendidos con cuidado y de manera personalizada, y Luke tenía que admitir que lo había impresionado.
– Faith…
Cuando finalmente se quedó dormido, la imagen de ella continuaba en su cabeza, y soñó con que lo curaba. Con sus dedos, lo curaba… cuando ni siquiera sabía que necesitaba cura.
Capítulo 4
Faith tenía el domingo y el lunes libre. Puesto que la clínica estaba cerrada decidió que iría a darse un paseo en bici, al cine y de compras. Sin embargo, cometió el error de entrar en su despacho, y al ver la cantidad de papeleo que tenía que solucionar, terminó trabajando ambos días.
El martes, Healing Waters atendió a más pacientes que nunca desde que el doctor Walker descalificó a la clínica en público. El miércoles, lo mismo.
El resto de la semana transcurrió con normalidad, aparte de que cada día incrementaba ligeramente el número de pacientes derivados del hospital o de la consulta de los doctores de la zona.
El personal comenzaba a tener esperanzas y Faith se sentía tan bien, que ni siquiera echaba de menos el chocolate.
El sábado, la clínica estaba llena y muchos pacientes pedían que los atendiera el doctor Walker.
Parecía que realmente era su salvador. De pronto, Faith podía ver la luz al final del túnel e imaginaba el día en que dejarían de estar en números rojos.
Tenía esperanzas desde principios de semana y, mientras se acercaba desde su pequeño apartamento a la sala de personal, no pudo evitar sonreír.
Shelby, Guy y Catherine, su herborista, estaban sentados en una mesa comiendo magdalenas y hablando sobre cuál de las flores salvajes que había en el centro de la mesa, proporcionaba mayor efecto relajante.
Faith se unió a ellos, pero antes de que pudiera comerse el primer mordisco de magdalena, Luke abrió la puerta trasera.
Shelby, Guy y Cat miraron a Faith. Ella sonrió.
– Buenos días, doctor Walker.
Parecía más descansado que el sábado anterior. Asintió con frialdad y dijo:
– ¿Cuál es el plan de trabajo para hoy?
De acuerdo, no era el tipo de hombre que le gustara hablar de banalidades.
Y seguramente, ese día preferiría estar haciendo cualquier otra cosa.
– Toma -Shelby le entregó una copia del plan de trabajo del día y miró el reloj-. Uy, tengo que darme prisa -con disimulo, codeó a Cat y a Guy para que dejaran a Faith y a Luke a solas.
Ellos se levantaron con gran aspaviento.
– Qué sutileza -dijo Luke cuando salieron todos.
– No se lo digas, creen que lo han conseguido.
Luke se apoyó en el mostrador. Estaba muy atractivo con los pantalones oscuros y la camisa arremangada.
– Entonces, ¿qué? ¿Vas a despedirme?
Ella soltó una carcajada.
– ¿Por qué iba a hacerlo?
– Porque la semana pasada discrepamos en todo menos en respirar.
Ella lo miró a los ojos y se sorprendió al ver su vulnerabilidad.
– No discrepamos en la pasión que tenemos por curar a la gente.
– No es mucho… -la miró durante un largo instante.
– De hecho, no esperaba que vinieras.
– Te prometí tres meses.
– El hospital lo prometió.
– Es lo mismo. No incumplo mi palabra.
– ¿Aunque sea por algo que va contra tus principios?
– Estás curando a gente. Yo me dedico a lo mismo. Lo que hago es mi vida se encogió de hombros-. Estaré hasta el final.
Faith siempre había sentido debilidad por los hombres que consideraban que su trabajo era su vida. Nunca habría imaginado que el doctor Luke fuera de esa manera, y deseaba no haberse enterado. No tenía tiempo para aquello, fuera lo que fuera lo que la hacía estremecer cuando él la miraba.
– Hmm… tenemos pacientes que atender.
– Así que empezamos de nuevo.
– Empezamos de nuevo -convino ella.
– Entonces, que tengas un buen día.
– Y tú -lo siguió hasta el pasillo y observó cómo se ponía la bata.
– Emma Connelly -dijo él, mirando el primer informe.
– Ah, es mi paciente -Faith agarró los papeles-. Esta mañana empiezas con los pacientes que no tienen que pedir cita. Primero la habitación número seis. Te espera un hombre que sufre de alergias y…
– Ahí dice que Emma Connelly es enferma terminal. Cáncer de ovarios.
– Sí -Faith apretó el informe contra su pecho. Conocía a Emma desde hacía cuatro años y la había visto luchar contra el cáncer. No le quedaba mucho tiempo de vida, y Healing Waters trataba de hacer que sus días fueran lo más agradables posible-. La aromaterapia es lo único que le alivia el dolor de cabeza. Ha dejado la medicación, la hacía sentirse tan mal que no la permitía funcionar. Guy le hace masajes para relajarle la musculatura. El dolor es tan intenso que…
– Hay medicamentos que pueden ayudarla -se calló al ver la expresión del rostro de Faith-. Ya. «Cállate, Luke»
– Lo ha probado todo. Está al final -dijo ella-. Lo único que quiere es comodidad. Eso es lo que le proporcionamos aquí, es lo único que podemos darle.
– Bien.
Faith pensaba que la conversación había terminado, así que se sorprendió al ver que él la seguía hasta la habitación. Le presentó a Emma y ambos comenzaron a hablar enseguida.
Faith observó cómo Luke camelaba a Emma para que le contara su historia médica. Todo ello, de manera relajada.
Y Emma sonreía, a pesar de que negaba con la cabeza cuando Luke trataba de convencerla sobre los métodos convencionales para aliviar el dolor.
Ella quería continuar con el tratamiento que mejor le había funcionado hasta el momento, con lo que la calmaba en lo que eran los últimos días de su vida. Y Faith tuvo que reconocer que Luke se comportó de la manera correcta. No expresó decepción o rabia al ver que Emma no iba a seguir sus consejos, simplemente, se lo tomó con calma y se dirigió a ver a otros pacientes mientras Faith continuaba con Emma.
Más tarde, ambos se cruzaron en el pasillo.
– ¿Por qué lo hiciste? -preguntó ella.
Junto a la pared había una de las fuentes pequeñas que decoraban la clínica. Luke se acercó para verla mejor.
– ¿El qué?
– Con Emma. Intentar convencerla de lo bueno de la medicina convencional cuando yo te había dicho que no estaba interesada.
Él la miró un instante, como para medir sus palabras. Ella se preguntaba si pretendía ser políticamente correcto para que no le endurecieran el castigo.
– Saber es poder -dijo sin más-. Y quería asegurarme de que comprendía todas las posibilidades.
Cuando Faith abrió la boca para contarle que Emma ya había probado todos los tratamientos posibles, Luke le cubrió los labios con un dedo.
Al instante, ella se quedó de piedra, invadida por sensaciones que nada tenían que ver con la ira.
Calor procedente de su dedo. Un nudo en el estómago. Temblor de piernas.
– Vamos a tener que estar de acuerdo en discrepar sobre esto -dijo él-. Es más, vamos a tener que estar de acuerdo en discrepar sobre todo -soltó una carcajada-. Lo sabes, ¿verdad, Faith?
Lo que ella sabía era que él había mencionado su nombre con un tono dulce, y que, al oírlo, el momento le había parecido muy íntimo.
Después, él se volvió y se dirigió a donde pasaría la mayor parte del día, trabajando con los pacientes que no necesitaban cita.
Ella lo observó marchar, sorprendida por la mezcla de sensaciones que le había provocado.