—Lo que dices es muy feo.
—Pero es verdad, ¿no te parece? Podrías haberte roto el cuello. O la espalda. O la cabeza. No me importa que hagas cosas: algún día pilotarás un avión. Harás muchas cosas. Pero por Dios, Ari, no te escapes y trates de pilotar un jet sin saber cómo, por favor. Tienes que estudiar. No hay una segunda oportunidad si el techo se te viene encima. Tienes que saber lo que anda mal, y cómo manejarlo, y tienes que ser mayor para poder hacerlo; y si quieres manejar un caballo, mejor será que hayas crecido lo suficiente para mantenerte encima y que me demuestres que puedes ser más inteligente que el caballo.
Eso también era feo. Pero probablemente era verdad.
—Te sorprendió —continuó el tío Denys— porque no sabías lo que hacías. Así que sugiero que estudies algo sobre animales. No son máquinas. Piensan. Y él pensó: hay una tonta sobre mi lomo. Y era más grande que tú y se la sacó de encima. A ver si puedes resolver el problema.
Ari frunció el ceño. Se parecía a lo que había pasado. Sólo que el tío Denys había llegado a un «quizá» con respecto a darle el caballo. Eso ya era algo.
—Necesito una silla de montar y una brida.
—De acuerdo. ¿Y cómo vas a hacer que el caballo las acepte, eh? Tal vez sería mejor que estudiaras antes. Tal vez sería mejor que fueras a la biblioteca a buscar información y que hablaras con gente que sabe. De todos modos, pruébame que sabes lo que haces y que eres responsable. Entonces veremos lo que decido.
Al menos eso era un avance. Por un instante se había olvidado de lo mucho que le dolía, y el recuerdo la dejó un poco sin aliento cuando volvió de pronto y pensó en cómo había sido ella cuando mamá se fue a Fargone y cómo había conseguido superarlo.
Era muy difícil superar la muerte de mamá. Pero estaba empezando a pasar. Lo sentía. Las aguas intentaban volver a su cauce, el tío Denys se estaba poniendo duro con ella y ella tendría que volver a las clases, y todo iba a ser como antes. Se puso triste porque se sentía mejor y eso era estúpido.
Deseó haberle dicho algo a mamá sobre el caballo.
Pero en realidad no estaba segura de que mamá hubiera recibido las cartas, no importaba lo que ellos dijeran, no estaba segura de que Ollie las hubiera recibido. Cuando pensaba en eso le empezaba a doler la garganta y le daban ganas de llorar. Se levantó de la mesa, corrió al vestíbulo y cerró la puerta.
Y se quedó ahí junto a la habitación de Florian y Catlin, y lloró y dio puñetazos contra la pared y dio patadas y fue a la habitación de ellos y consiguió un poco de papel para secarse los ojos y sonarse la nariz.
Ellos entraron. Y se quedaron ahí, de pie.
—Estoy bien —dijo ella. Y eso probablemente los confundía mucho, hubiera dicho mamá.
—Ari —oyó que decía el tío Denys desde la otra habitación. La puerta estaba abierta—. ¿Ari?
Le había dado una mañana dura al tío Denys. Pero estaba bien, dijo el tío Denys; era como recuperarse después de una enfermedad, a veces uno tenía dolores y recaídas, y finalmente se ponía bien. Él no estaba enfadado con Ari.
—Hablé con AG —dijo el tío Denys en el almuerzo—. En cuanto tengan lugar en un tanque, pondrán uno para ti.
—¿Quieres decir un caballo?
—No hables con la boca llena. Recuerda los modales. Ella tragó. Rápido.
—Y aquí viene el trabajo. Tienes que recoger los datos y redactar un informe como hacen los técnicos. Tienes que hacerlo en el ordenador para que podamos comparar tu trabajo con el de los técnicos. Y cuando estés equivocada, tienes que descubrir por qué y escribir un informe. Tienes que hacerlo desde la concepción al nacimiento, y después seguir con ello y con todos los otros estudios. Si quieres que nazca algo, tienes que trabajar para conseguirlo.
Representaba mucho trabajo.
—De manera que podré tener uno, ¿eh?
—Una, en realidad. Necesitamos otra hembra de todos modos. Dos machos se pelearían. Algunos animales son así. En lugar de un tipo nuevo, vamos a hacer otro como el que tenemos para no arriesgarnos a perderlo. Pero si no haces tu trabajo, no te daré el caballo, porque no te lo habrás ganado. ¿Entiendes?
—Sí, ser —dijo ella. No con la boca llena. Los caballos crecen rápido. Ella se acordaba de eso. Muy rápido. Como todos los animales de ese tipo. ¿Un año, tal vez?
—Son muy delicados —dijo el tío Denys—. Son una lata para manejarlos, francamente, pero tu predecesora tenía la idea de que era importante que la gente los tuviera. En el mundo madre, los seres humanos se desarrollaron con otras formas de vida que formaban parte del aprendizaje de los hombres sobre lo no humano, de forma que aprendían a tener paciencia y a valorar la vida. Ella no quería que la gente de Cyteen creciera sin eso. Su madre, Olga, estaba interesada en cerdos y cabras porque eran útiles y duros, y se adaptaban al nuevo planeta. Ari quería caballos, porque eran ungulados con muchos datos accesibles sobre la forma de tratarlos; de ellos podemos aprender cosas para los otros animales, los proyectos de preservación de los exóticos. Pero sobre todo, la principal razón para tener caballos, decía, es que trabajar con ellos influye a la gente. «Excitan algo en nuestros psicogrupos», decía. «No quiero que los seres humanos crezcan sin ellos en el Espacio. Nuestros viejos compañeros forman parte de lo humano: caballos, ganado, bueyes, búfalos, delfines, todos ellos. Perros y gatos, pero no podemos mantener carnívoros todavía, ni tolerar predadores en Cyteen. La ecología de la Tierra es un sistema interrelacionado y tal vez los hombres no pueden ser humanos sin un contacto con sus viejos compañeros.» No estaba segura de eso. Pero intentó hacer muchas cosas. No es raro que quieras un caballo. Ella quería uno, aunque era muy vieja para cabalgar... gracias a Dios. ¿Te molesta que hable de ella?
—No. —Ari se encogió de hombros—. Solamente es... raro... Nada más.
—Supongo que sí. Pero era una mujer notable. ¿Estás lista? Ahora podemos volver.
XI
Florian hizo todo lo que pudo. Él y Catlin. Los dos.
Incluso le preguntó a ser Denys si estaban fallándole a sera de alguna forma, y ser Denys le había dado unas palmaditas en el hombro y había dicho que no, que lo estaban haciendo muy bien, que cuando un CIUD tenía problemas no había cintas para arreglarlo. Que si eran lo bastante fuertes para soportar el peso del dolor de sera sin.la ayuda de sera, eso ya era mucha ayuda, porque eso era lo que un CIUD haría por ella.
—Pero no tenéis que sufrir daños —había dicho ser Denys—. Eso sería peor para sera, si os pasara algo malo, quiero decir. Vosotros protegeros, tanto como la protegéis a ella. ¿Entendido?
Florian asintió. Se lo dijo a Catlin porque habían decidido que él preguntaría. A ella no se le daba bien hablar con los CIUD.
—Estamos haciéndolo muy bien —le explicó Florian—. Sera también. Estamos haciendo lo que debemos. Ser Denys está contento con nosotros.
—Yo no —razonó
Los dos se sintieron aliviados cuando sera dijo que tenía una idea y un trabajo para ellos. Y cuando reinició las clases y las aguas volvieron a su cauce. Entonces volvieron también ellos a las clases, en la ciudad, ser Denys dijo que tenían que hacerlo y sera estuvo de acuerdo.
—Nos veremos después de las clases —dijo ella. Y así lo hicieron.
Y sera fue con ellos hasta el estanque y echó comida a los peces y dijo:
—Tenemos que esperar hasta que llueva. Hasta el jueves próximo. Ya me he fijado en ello.
En los mapas que mostraban lo que estaban haciendo las máquinas climáticas. Generalmente los mapas acertaban cuando hablaban sólo de unos días más adelante. Y sera les dijo lo que tenían que hacer.
Catlin estaba contenta. Era una auténtica operación.
Florian esperaba que sera no se metiera en problemas.